Superrat¨®n antic¨¢ncer
L a actividad investigadora nos regala en ocasiones con hallazgos inesperados que abren nuevas v¨ªas de estudio y alimentan renovadas esperanzas. Esto no es tan infrecuente como podr¨ªa parecer, y algunos de los grandes descubrimientos de la ciencia se han producido por puro azar.
Y por azar se produjo, hace ya siete a?os, un descubrimiento que abri¨® una nueva avenida terap¨¦utica contra el c¨¢ncer que quiz¨¢ est¨¢ empezando a dar frutos. Se trata de un extraordinario rat¨®n de laboratorio. El descubrimiento sucedi¨® en el curso de investigaciones sobre el crecimiento tumoral. En ellas, se suele inyectar a ratones de laboratorio c¨¦lulas cancerosas vivas. Las c¨¦lulas inyectadas desarrollan tumores a los que se intenta combatir con nuevos f¨¢rmacos u otros medios bajo estudio.
Normalmente, los f¨¢rmacos son ineficaces, los tumores crecen y el animal muere. Sin embargo, los investigadores dieron con un extraordinario rat¨®n macho en el que los tumores no crec¨ªan, incluso sin f¨¢rmaco alguno. Para descartar un posible error, le inyectaron varias dosis mortales de c¨¦lulas cancerosas, pero los tumores no se desarrollaron, y el rat¨®n sigui¨® vivo y coleando. Los investigadores no tuvieron m¨¢s remedio que admitir la existencia de este incre¨ªble superrat¨®n.
Puesto que esta resistencia anticancerosa pod¨ªa deberse a una mutaci¨®n gen¨¦tica, los investigadores tuvieron el buen juicio de colocar a este superrat¨®n en compa?¨ªa de hembras j¨®venes. Tras tanta inyecci¨®n, el animalito se lo merec¨ªa.
El an¨¢lisis de la capacidad de resistencia antitumoral indic¨® que cerca del 40% de su descendencia hab¨ªa heredado su fant¨¢stica cualidad. Cruzando a los hijos entre s¨ª, los investigadores crearon a una estirpe de ratones resistentes al c¨¢ncer. Eran muy buenas noticias, que suger¨ªan que un gen o genes eran los responsables de la resistencia anticancerosa.
Para facilitar la identificaci¨®n de estos genes, conven¨ªa averiguar el proceso por el cual las c¨¦lulas de c¨¢ncer ve¨ªan impedido su crecimiento. ?Acaso era su muerte causada por alg¨²n factor t¨®xico para ellas, o eran eliminadas por c¨¦lulas del sistema inmune? Los investigadores, dirigidos por Zhen Cui (Universidad Wake Forest, en Carolina del Norte, EE UU) tras inyectarles c¨¦lulas cancerosas, analizaron los tumores en estado de regresi¨®n en esos ratones. Los resultados de estos experimentos han sido publicados recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (EE UU). Los resultados revelaron que los tumores estaban invadidos por c¨¦lulas del sistema inmune. As¨ª pues los ratones eran inmunoresistentes al c¨¢ncer. Pero, ?C¨®mo?
La sorpresa surgi¨® al comprobar que las c¨¦lulas inmunes que invad¨ªan y penetraban el tumor no eran las t¨ªpicas que se encuentran, por ejemplo, en el rechazo a un transplante. En este caso, el ¨®rgano transplantado es rechazado por los llamados linfocitos T, c¨¦lulas que pertenecen al sistema inmune adaptativo que, como su nombre indica, produce c¨¦lulas adaptadas a cada enemigo que debe ser combatido.
Sin embargo, todos nosotros contamos con c¨¦lulas inmunes del llamado sistema innato, que act¨²a contra una variedad de enemigos comunes: bacterias, hongos, par¨¢sitos... Si todo funciona bien, ¨¦ste es suficiente para contener a los microorganismos enemigos. S¨®lo cuando estos logran superar esta defensa se pone en marcha el sistema inmune adaptativo.
Las c¨¦lulas que combat¨ªan los tumores de los superratones eran c¨¦lulas del sistema inmune innato: neutr¨®filos, macr¨®fagos y las llamadas c¨¦lulas asesinas naturales. M¨¢s a¨²n, si se elimina una u otra clase de c¨¦lula, los tumores siguen siendo eficazmente combatidos por las c¨¦lulas de las otras clases. Para conseguir que los tumores crezcan es necesario eliminar los tres tipos de c¨¦lulas. Esto indica que el mecanismo de resistencia es muy poderoso, ya que pone en marcha tres tipos celulares diferentes que pueden, cada uno por separado, evitar el crecimiento tumoral.
Pero, ?eran estas c¨¦lulas suficientes o exist¨ªan factores desconocidos necesarios para evitar el crecimiento tumoral? Para responder a esta pregunta, los investigadores aislaron las c¨¦lulas inmunes innatas de los ratones resistentes y las introdujeron en ratones normales, sensibles al crecimiento tumoral. Tras inyectar a esos ratones dosis mortales de c¨¦lulas cancerosas, comprobaron que los tumores no crec¨ªan. As¨ª pues, las c¨¦lulas del sistema inmune innato eran todo lo que necesitaba el superrat¨®n para ser resistente al c¨¢ncer.
?Qu¨¦ nos dicen estos resultados? Y bien, que si encontramos los genes responsables de esta actividad antitumoral, que seguramente nuestra especie tambi¨¦n posee, quiz¨¢ podamos desarrollar nuevos f¨¢rmacos que estimulen nuestra inmunidad innata para convertirla en un arma natural eficaz contra los tumores. Una vez m¨¢s, la investigaci¨®n, en este caso unida a la casualidad, vuelve a alimentar la esperanza de que un d¨ªa no muy lejano acabaremos con la terrible lacra del c¨¢ncer.
Jorge Laborda es profesor de Bioqu¨ªmica y Biolog¨ªa Molecular (Universidad de Castilla-La Mancha).
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