Impunidad en Londres
Un a?o despu¨¦s de que la polic¨ªa londinense matase en el metro por error a un joven brasile?o al que confundi¨® con un terrorista (si se puede calificar de matar por error a alguien a quien, tras un largo seguimiento por una de las fuerzas m¨¢s adiestradas del mundo, se le acaban disparando siete tiros a quemarropa), la fiscal¨ªa ha concluido que nadie ser¨¢ juzgado por la muerte del electricista Jean-Charles de Menezes. No hay pruebas para acusar a ning¨²n miembro de la polic¨ªa de asesinato, ni siquiera de homicidio.
El carpetazo al caso por la justicia brit¨¢nica es inadmisible desde cualquier punto de vista, aunque los hechos se produjesen en las circunstancias de extrema tensi¨®n en que viv¨ªa Londres ahora hace un a?o. En la muerte de Menezes -el 22 de julio, al d¨ªa siguiente de que fracasara un triple atentado en el metro por fallo de los explosivos y dos semanas despu¨¦s de la masacre terrorista perpetrada por fan¨¢ticos musulmanes brit¨¢nicos que dej¨® 52 muertos y 700 heridos- se produjeron errores de bulto y confusiones policiales en cadena. Pero la fiscal¨ªa ha decidido, con el aplauso general de la clase pol¨ªtica, que la polic¨ªa de la capital brit¨¢nica s¨®lo har¨¢ frente a cargos administrativos que se zanjar¨¢n presumiblemente con una multa por vulnerar la ley sobre higiene y seguridad en el trabajo en sus disposiciones sobre protecci¨®n de los ciudadanos.
Casi nada funcion¨® en la apreciaci¨®n policial y su cadena de mando. Desde la confusi¨®n de Menezes con uno de los terroristas que hab¨ªan atentado fallidamente en el metro la v¨ªspera, y que viv¨ªa en su mismo bloque, hasta la presunci¨®n, por lo "abultado" de su ropa, de que portaba explosivos. Hubo tambi¨¦n, seg¨²n los agentes, una supuesta resistencia a la autoridad antes de que fuera acribillado, inm¨®vil, con disparos a la cabeza, aunque la jefa del comando antiterrorista niega que hubiese dado a sus hombres la orden de matar al brasile?o tr¨¢gicamente confundido. El jefe de una de las polic¨ªas m¨¢s reputadas del mundo, Ian Blair, sostuvo durante los dos d¨ªas siguientes que Menezes era un terrorista suicida.
Cuando semejante rosario de desprop¨®sitos acaba en la ominosa muerte de un inocente y los hechos se producen en un pa¨ªs que se considera faro de las libertades democr¨¢ticas, es preciso encontrar responsables entre las fuerzas de seguridad o entre los pol¨ªticos con autoridad sobre ellas. No ha sido el caso. Aparte de la absoluci¨®n sin juicio decidida el lunes por el fiscal, ning¨²n cargo policial ha dimitido en Londres por la muerte de Menezes, ni tampoco ning¨²n miembro del Gobierno laborista de Tony Blair. El estupor de la familia del joven brasile?o es comprensible.
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