"Estoy en medio del mar, a¨²n no s¨¦ cu¨¢l ser¨¢ mi destino"
Relato de la espera dentro del pesquero espa?ol que rescat¨® a 51 inmigrantes de una muerte segura cuando su patera naufrag¨®
"Querida Zakia: estoy en un barco espa?ol en medio del mar. Llevo aqu¨ª siete d¨ªas y todav¨ªa no s¨¦ cu¨¢l ser¨¢ mi destino final. Quiz¨¢ me devuelvan a T¨²nez, pero quiero que sepas una cosa, que un grupo de espa?oles ha hecho un gesto extraordinario por nosotros, nos ha salvado la vida. Me encantar¨ªa poder present¨¢rtelos alg¨²n d¨ªa".
Messaoud Saidi, tunecino de 38 a?os, escribe a su mujer desde la cubierta del Francisco y Catalina, el pesquero espa?ol en el que conviven desde hace una semana 61 personas. Por supuesto, no tiene intimidad para escribir, porque el Francisco y Catalina no es un barco preparado para rescatar vidas en alta mar, sino para llenar, de tres a once de la ma?ana, sus redes de gambas maltesas.
"Nos dijeron que todo estaba solucionado, pero ya ves", comenta el segundo patr¨®n
La mitad de la superficie de la embarcaci¨®n, de 25 metros de eslora, la ocupan los aparejos, inutilizados desde el viernes pasado. La otra, 48 personas que miran fijamente al mar, porque no hay otro sitio donde mirar, ni otra cosa que hacer desde hace siete d¨ªas.
"Nos dijeron que estaba todo solucionado, pero ya ves", comenta el segundo patr¨®n del barco, Bautista Soler. En teor¨ªa, los diplom¨¢ticos alcanzaron el mi¨¦rcoles un acuerdo para repartir a los 51 sin papeles en cinco pa¨ªses, pero nadie llama, como prometieron, para dar la orden.
A las siete de la tarde, el capit¨¢n, Jos¨¦ Dur¨¢, recibe una llamada de la patrullera que vigila el barco desde una distancia de 50 metros: "Dir¨ªjanse hacia el puerto de La Valeta". Arrancan las m¨¢quinas, pero no les da tiempo ni a alegrarse. Un cuarto de hora m¨¢s tarde llega la contraorden, que les ordena que se queden donde est¨¢n. El desconcierto es total, teniendo en cuenta que "ayer [por el mi¨¦rcoles] estaba todo solucionado".
El Francisco y Catalina sigue en el mismo lugar en el que estaba ayer y anteayer y hace seis d¨ªas: en medio del mar, bajo el sol de Malta. Los 48 sin papeles no saben nada de esa soluci¨®n por la cual, en teor¨ªa, estar¨ªan viajando en unas horas a Andorra, Espa?a, Libia... y viven este jueves como otro d¨ªa m¨¢s. Sus cuerpos se han acostumbrado al barco y se acoplan en cualquier parte: en la proa, en la baranda y, sobre todo, en el suelo mojado de la embarcaci¨®n. El olor insoportable del primer d¨ªa: el que tra¨ªan 51 personas hacinadas en una embarcaci¨®n de siete metros de largo durante cinco d¨ªas bajo el sol en el mar, tambi¨¦n se ha fundido con la esencia del Francisco y Catalina: que antes ol¨ªa a sebo, porque como recuerdan constantemente sus tripulantes: "Nosotros no somos unos h¨¦roes, somos pescadores".
Lo que tampoco imagin¨® nunca la tripulaci¨®n del Francisco y Catalina es que un d¨ªa les visitara un polic¨ªa mauritano especialista en identificar el origen de los inmigrantes. Ese polic¨ªa subi¨® a bordo con un colega espa?ol experto en extranjer¨ªa. Ambos confirmaron el origen eritreo de 45 de los n¨¢ufragos y detectaron que cinco que se hac¨ªan pasar por marroqu¨ªes eran, en realidad, tunecinos, y que otro que dec¨ªa venir de Pakist¨¢n era marroqu¨ª.
En el barco se vive una situaci¨®n de emergencia, es m¨¢s, de supervivencia, pero en esta semana la tripulaci¨®n ha sabido combatir la incertidumbre con mucha paciencia y las incomodidades, con rutinas y horarios.
A las ocho de la ma?ana, colacao y galletas. Despu¨¦s, ducha -gastan 3.000 litros de agua al d¨ªa-. A las 12, comida -hoy [por ayer], arroz con tomate y salchichas- y despu¨¦s de comer, siesta y silencio en el barco. Siete horas despu¨¦s, cena. Han guardado el arroz de la comida, por si la soluci¨®n diplom¨¢tica no es tan definitiva como parec¨ªa y este jueves celebran su s¨¦ptima cena a bordo del Francisco y Catalina.
"Fue una votaci¨®n muy r¨¢pida. Lo decidimos enseguida", recuerda Antonio Baeza Lloret, el motorista. "Vimos la patera y no nos lo cre¨ªamos. Ped¨ªan auxilio con los brazos y dos de los inmigrantes se tiraron al mar. El contramaestre, pregunt¨®: '?Qu¨¦ hacemos?' Nosotros sab¨ªamos que nos ¨ªbamos a meter en un l¨ªo gordo, pero todos decidimos que lo ¨²nico que se pod¨ªa hacer era subirles al barco. Estaban desesperados, casi no les quedaba agua, ni comida. De no habernos cruzado, habr¨ªan muerto".
Todos los inmigrantes que viajan en este barco lo saben. Por eso todos dicen que quieren venir a Espa?a. "Por favor, que no me env¨ªen a Libia. Yo quiero ir a Espa?a. Los espa?oles tienen el coraz¨®n m¨¢s grande del mundo", comenta Saber Maawani, que asegura ser palestino y tener 37 a?os.
El espacio no ha provocado roces, pero el tabaco s¨ª. Antonio Baeza explica el sistema de reparto: "Nos dimos cuenta enseguida de que si le dabas un paquete de tabaco a uno, hab¨ªa bronca, as¨ª que ahora se sacan cada d¨ªa dos cajetillas y se reparten entre todos", es la ¨²nica manera. De modo que lo ¨²nico que pueden hacer para pasar el rato es observar el mar y fumar mirando hacia Europa.
Ayer, a la ca¨ªda de la noche, la situaci¨®n en el barco era la misma que al amanecer. Los 10 tripulantes segu¨ªan esperando la llamada de la patrullera y los 48 inmigrantes que estaban a bordo -tras el traslado al hospital, el martes, de dos mujeres y una ni?a de dos a?os-, dejaban pasar el tiempo.
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