Los pecados de Eva
Cre¨ªa Tom¨¢s de Aquino que el sexo no est¨¢ en el alma, que era algo as¨ª como un accidente que sobreven¨ªa en un estado avanzado de la gestaci¨®n. Conven¨ªa, libros sagrados en mano, crear dos sexos porque hubo una combinatoria ejemplar en la generaci¨®n de los humanos. Algo as¨ª: Ad¨¢n, el primer hombre, fue concebido sin var¨®n ni mujer; Eva naci¨® del var¨®n sin concurso de mujer; Cristo, de una mujer sin concurso de var¨®n, y el resto, ya se sabe: todos con padre y madre. ?Familias!
Mejor dicho, sexo. En la antig¨¹edad, el sexo era una cuesti¨®n sin complicaciones, y la mujer aparece en los primeros libros sagrados con toda brillantez y simpat¨ªa. Alg¨²n desliz debi¨® producirse, y el sexo y la mujer empiezan de pronto a producir miedo, o desprecio, en algunos p¨¢nico (atormentado Agust¨ªn, el de Hipona). ?De qui¨¦n la culpa? Este libro de la historiadora Maria ?ngels Filella, de t¨ªtulo s¨®lo en apariencia fr¨ªvolo, ofrece muy sabias, atinadas y documentadas respuestas, aunque le pese mucho a la Iglesia romana.
LA MANZANA DEL PARA?SO. ?Y si Eva no se la hubiera comido...?
Maria ?ngels
Filella i Castells
Nueva Utop¨ªa. Madrid, 2006
245 p¨¢ginas. 15 euros
El eje sobre el que se mueve es sencillo: poner al alcance del lector corriente (qui¨¦n no lo es) el sentido profundo de dos o tres tonter¨ªas de libro. Primero: el Para¨ªso terrenal, que a¨²n se empe?an muchos en ver al pie de la letra, tal como fue descrito en tiempos del rey Salom¨®n (ni que decir tiene que semejante lectura -Eva, curiosa, tentadora y desobediente; Ad¨¢n, pobre v¨ªctima, y los dos, arrojados por culpa de Eva fuera de un para¨ªso colmado, adonde hay rechinar de dientes, dolor, incluso muerte- sigue causando graves perjuicios a las mujeres). Segundo: el Pecado: el hombre, un ser empecatado por culpa de Eva: y ya se sabe lo repugnante que es el pecado seg¨²n los eclesi¨¢sticos. Filella i Castells desmonta
con rigor y gracia esos mitos, describe la impronta que han dejado, y se acerca con severidad al presente eclesi¨¢stico, documentando debates como el del celibato con ejemplos atronadores (el caso del valeroso obispo Jer¨®nimo Podest¨¢ y su viuda Clelia, por ejemplo).
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