Arno Breker divide a los alemanes
Una exposici¨®n re¨²ne cerca de un centenar de obras del escultor favorito de Hitler
Es un arte silenciado, si es que se puede considerar arte, el del alem¨¢n Arno Breker (1900-1991), el escultor favorito de Adolf Hitler. Los cuerpos perfectos y fuertes formados por Breker decoran el Estadio Ol¨ªmpico de Berl¨ªn, y hubieran marcado la est¨¦tica de la ciudad so?ada por Hitler: Germania (Berl¨ªn). Nadie hasta ahora se hab¨ªa atrevido a exhibir en Alemania las estilizadas figuras de Breker, el escultor admirado por una serie de artistas europeos en el momento de su mayor actividad creativa, los a?os 1933 a1945, pero muchos alemanes famosos le encargaron un retrato suyo, neoclasicista, inspirado en la escultura griega y en la de Auguste Rodin, tras la desaparici¨®n del nazismo alem¨¢n y la destrucci¨®n de un 90% de la obra de Breker por los aliados. ?ste fue el caso, entre otros, del canciller alem¨¢n democristiano Konrad Adenauer o de la atleta Ulrike Meyfarth, que lleg¨® a posar para la escultura Ulrike la diosa griega en los a?os ochenta. Breker segu¨ªa creando, pero nadie hab¨ªa vuelto a hablar de ¨¦l hasta ahora, m¨¢s de 60 a?os despu¨¦s del fin de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto.
El centro cultural de la capital de Mecklemburgo-Antepomerania Schwerin, el Estado federado situado en el extremo noreste de Alemania, campo de acci¨®n favorito de los neonazis, dio un paso en direcci¨®n de este terreno pantanoso. La Schleswig-Holstein-Haus inaugur¨® ayer, en presencia de la viuda de Breker, una exposici¨®n (hasta el 22 de octubre) que abarca un total de 70 esculturas, adem¨¢s de dibujos, modelos, fotos y otros documentos de todas las fases creativas del escultor que recibi¨® enormes cantidades de dinero y un castillo de Hitler.
Muchas de las esculturas exhibidas no tienen el tama?o original y pierden, por tanto, su efecto impresionante, autoritario. Aquellas interpretaciones del ideal ario proclamado por Hitler viv¨ªan de la megaloman¨ªa de su cliente n¨²mero uno.
Hermann Junghans, el responsable de Cultura de la ciudad y, por tanto, de la instituci¨®n que se atrevi¨® a romper con el tab¨², pretende animar un debate "en torno al arte y la ideolog¨ªa". "Con esta muestra, que intenta mostrar diferentes facetas del arte y de la actividad de Breker, nos movemos en un terreno nuevo", dijo en la inauguraci¨®n. "Queremos ofrecer la posibilidad de que el visitante se haga su propia idea" y tambi¨¦n que vea ¨¦l mismo "de qu¨¦ manera y hasta qu¨¦ grado el arte de Breker est¨¢ marcado por la ideolog¨ªa", sostiene Junghans.
El cr¨ªtico de la revista Der Spiegel se pregunta c¨®mo un museo p¨²blico se atreve a exponer "lo inimaginable" y cree que el motivo es atraer a turistas. Representantes de otras instituciones no comprenden la decisi¨®n de exhibir a Breker por parte de los pol¨ªticos de Schwerin. Grupos de artistas y galeristas de la ciudad exigieron la cancelaci¨®n de la muestra. Es el caso del presidente de la Academia de Bellas Artes de Berl¨ªn, el artista Klaus Staeck, que incluso ha desechado una exposici¨®n de Breker prevista para 2007.
Staeck afirma en una entrevista que publica Der Spiegel que la exposici¨®n responde a la "necesidad de sensacionalismo", y se?ala que Breker "fue quien le dio una visibilidad a la imagen del hombre de los nazis, a aquel racismo de la raza superior. Dise?¨® los h¨¦roes que serv¨ªan de ejemplo a los soldados" y "sus im¨¢genes serv¨ªan de lavado de cerebro".
Breker trabaj¨® las fachadas de diversos ministerios nazis, dise?¨® adornos para un futuro, hoy inexistente, arco de triunfo de 120 metros de altura. Leni Roefenstahl rod¨® un documental sobre el escultor del que Dal¨ª dijo en 1975 que "Dios es la belleza, y Arno Breker su profeta". Jean Cocteau le consider¨® en 1928 "el escultor m¨¢s vital" de su ¨¦poca y una "gran esperanza para el futuro".
Breker conoci¨® la vanguardia europea en Par¨ªs, ciudad que visit¨® de joven y que le mostr¨® al F¨¹hrer cuando los alemanes la ocuparon. Fue por ello que estaba al tanto de lo que pod¨ªa suceder con sus colegas y ayud¨® a algunos de ellos. As¨ª, a algunos defensores de la exposici¨®n les viene bien hablar de los lados buenos de Breker. Se dice que salv¨® a Picasso de ser deportado a un campo de exterminio y tambi¨¦n al editor Peter Suhrkamp. Los organizadores hablan de la Lista de Breker como si fuera la de Schindler.
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