'Rap' para la tragedia brasile?a
El popular m¨²sico brasile?o MV Bill retrata en un documental la condena de los ni?os de las favelas
Nadie lo hab¨ªa contado desde la peque?a pantalla con tanta crudeza: ni?os y adolescentes que viven de noche, portan radiotransmisores y fusiles AK-47 casi m¨¢s grandes que ellos, y trabajan en el negocio de las drogas. Los brasile?os lo sab¨ªan: se puede leer pr¨¢cticamente a diario en los peri¨®dicos, pero nunca hab¨ªan visto y escuchado a sus protagonistas.
Falc?o os meninos do tr¨¢fico (Halc¨®n, los ni?os del tr¨¢fico) se emiti¨® el 19 de marzo en el Fant¨¢stico de la cadena Globo, el programa de televisi¨®n de mayor audiencia en Brasil. Provoc¨® una conmoci¨®n. "Lo vieron cien millones de personas. Al mostrar el asunto desde otra ¨®ptica, con la mirada del que est¨¢ dentro, cab¨ªa la posibilidad de desencadenar una gran discusi¨®n sobre las favelas". La clase media descubr¨ªa una gigantesca favela de excluidos llamada Brasil. "M¨¢s que mostrar esa realidad, el documental dice: 'o compartes tu riqueza o vas a continuar padeciendo las consecuencias de esta miseria que est¨¢s ayudando a generar".
MV Bill ha estado esta semana en Espa?a invitado por el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) para participar en el debate sobre Izquierdas urbanas. Segregaci¨®n y contracultura en Brasil. All¨ª se ha proyectado el escalofriante documental de MV Bill y Celso Atha¨ªde. De los 17 ni?os y adolescentes que aparecen han muerto 16. En una escena, unos cr¨ªos juegan a ejecutar a un supuesto delator. "Si muero viene otro, mejor o peor", dice uno. "A principios del a?o pasado supe que uno de ellos no estaba muerto sino en prisi¨®n. Lo primero que le pregunt¨¦ fue si su sue?o a¨²n segu¨ªa vivo. Tienen sue?os de ni?os de favela: ser futbolista, cantante... Sergio no, ¨¦l quer¨ªa ser payaso. Ahora estudia en una escuela de circo y ha sido acogido por una familia. Ya habla y se comporta de otra manera".
MV -por el Mensajero de la Verdad que le pusieron con 14 a?os- Bill se llama en realidad Alex Pereira Barbosa. "Hoy ser¨ªa m¨¢s bien 'Mi Verdad", dice sonriendo, "porque la verdad es un asunto muy complejo. Puede incluso que sea una gran mentira". Naci¨® hace 32 a?os -y a¨²n vive all¨ª- en Cidade de Deus, favela carioca cuyo nombre se hizo famoso por la novela de Paulo Lins y la posterior pel¨ªcula de Katia Lund y Fernando Meirelles. Hubo cierta pol¨¦mica cuando declar¨® que la pel¨ªcula quiz¨¢ ganara el Oscar, pero que la comunidad s¨®lo iba a llevarse el de la violencia. "Muchos soci¨®logos estaban discutiendo sobre la realidad bas¨¢ndose en una historia de ficci¨®n. Todo aquello empez¨® a causarle un estigma a¨²n mayor a Cidade de Deus. La polic¨ªa comenz¨® a tener actuaciones m¨¢s violentas y algunas personas perdieron sus empleos cuando se descubri¨® que viv¨ªan en la favela. La pel¨ªcula ni siquiera fue proyectada en la comunidad. No hubo contrapartida. Aunque fuese una piscina llena de mosquitos del dengue", dice sarc¨¢stico.
Favela, comunidad, periferia... El nombre es lo de menos. "Un conjunto de personas en condiciones precarias que son vistas como basura, escoria de la sociedad. Hay estad¨ªsticas seg¨²n las cuales el 99% de sus habitantes son gente de bien", dice. La madre es una constante en los testimonios de los chicos. "La mayor¨ªa no tienen padre o no lo conocen. Saben que no van a vivir m¨¢s de 18 a?os y que dejar¨¢n una viuda de 13 o 14 con otro ni?o a cuestas. Las madres tienen que trabajar fuera ocup¨¢ndose de los hijos de los ricos y dejando a los suyos solos. Y quien los cuida es el tr¨¢fico".
Son invisibles fuera de la favela. Falta de autoestima. Pero con un arma en la mano son alguien. "El machismo determina las funciones de las mujeres: madre, viuda, boqueteira -la que intercambia servicios sexuales por drogas-... Estamos preparando un libro sobre eso: Falc?o, el delito con faldas". Sabe que la favela no necesita m¨¢s polic¨ªa sino un escuadr¨®n de m¨¦dicos, profesores... "En Brasil la educaci¨®n no es una prioridad. A veces uno oye a las ¨¦lites decir que uno es violento y que la favela lo es, pero violencia es condenar a las personas a vivir en aquellas condiciones".
"Compras polvo de mis manos / despu¨¦s me insultas en televisi¨®n", rapea. Por su videoclip Soldado do morro le acusaron de apolog¨ªa del delito. "Si hubiese tenido otro color de piel o pertenecido a otra clase social lo transformar¨ªan en arte". El proceso contin¨²a a¨²n en la justicia. En 1999, en un concierto, sac¨® una pistola y la coloc¨® sobre una s¨¢bana blanca. "Quise mostrar que estoy a favor del desarme, pero no fui comprendido". Luego aleg¨® que la pistola era de mentira.
MV Bill ya hab¨ªa estado en Barcelona. En el Forum Mundial de las Culturas, en una noche dedicada al rap. "Comprob¨¦ que hab¨ªa un mont¨®n de gente en el mundo usando el lenguaje del hip hop para hablar del desequilibrio social". Autor de los discos Traficando informa??es (1999), Declara??o de guerra (2002) o Falc?o o bagulho ¨¦ doido (2006), cuenta que "el hip hop es una m¨²sica marginada en las radios de Brasil. S¨ª se escucha en cambio el de los norteamericanos. El presidente de una gran cadena coment¨® que los programaban porque la gente no entiende lo que dicen y que es mejor para bailar. Funcionan los canales alternativos. Llevar los discos personalmente a los locales".
Explica que, en Brasil, cuanto m¨¢s oscura sea la piel, mayor discriminaci¨®n. "Fruto de una esclavitud f¨ªsica y mental. Estoy peleando por romper todo esa mierda. Es lo que m¨¢s me seduce de mi trabajo: incomodar a los que tienen posicionamientos racistas. Si pensaban que hab¨ªa un lugar predeterminado para el negro, se equivocaban", afirma. "Le dije a Lula que la tragedia que mostramos no es cosa de su Gobierno o del anterior. Al final de la esclavitud el pa¨ªs se dividi¨® en dos sociedades: la del bienestar y la de la miseria. Pero la podredumbre creci¨® tanto que se ha transformado en un monstruo".
MV Bill es uno de los fundadores de la Central ?nica de Favelas (CUFA), "una instituci¨®n que nos permite llevar a cabo lo que decimos". Promueve cursos audiovisuales, talleres de grafiti y teatro, baloncesto, y s¨®lo en Cidade de Deus hay 70 ordenadores conectados a Internet. Cuentan con apoyos como el de Caetano Veloso -"est¨¢ siempre con nosotros. Ya fue a dar clases sobre bandas sonoras, a hablar sobre la dictadura, de las met¨¢foras de sus canciones cuando no ten¨ªa la libertad que hoy tiene el hip hop"- o Ronaldo -"nos ayud¨® a construir la sede de la CUFA. Organiz¨® un partido con Zidane para recaudar fondos"-.
"Mi trabajo no incomoda. Saco a un joven del tr¨¢fico y hay 50 entrando. Nuestro equipo va perdiendo por goleada. Est¨¢bamos conversando con un gerente
[persona que controla las finanzas de los traficantes] y lleg¨® una ni?a de unos 16 a?os con una barriguita hinchada llevando de la mano al novio. Pidi¨® hablar con el gerente y le dijo: 'El muchacho est¨¢ desempleado, y ya ve que estoy embarazada, quer¨ªa saber si no habr¨ªa algo para ¨¦l'. Lo m¨¢s terrible fue la respuesta: 'Ahora no hay plazas, cuando quede alguna libre te llamo".
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Una diversi¨®n de pobres
En las favelas de Brasil se puede o¨ªr samba, reggae, forr¨®, ax¨¦ o hip-hop, ese canto hablado que se expresa a trav¨¦s de artistas como Marcelo D2 o MV Bill. Y los anunciantes de televisi¨®n han descubierto ahora la eficacia del hip-hop y del funk carioca como banda sonora para sus campa?as internacionales. Un funk procedente del Miami Bass, adoptado por R¨ªo de Janeiro, que lo abrasile?¨® con tambores de candombe y macumba. Una mutaci¨®n de otras mutaciones en manos de pioneros como DJ Marlboro. Las letras son expl¨ªcitamente sexuales en unos bailes nocturnos en los que reina el MC -tambi¨¦n llamado rapero o rimador-. Calor terrible, un sonido met¨¢lico ensordecedor, bajos que retumban dentro del cuerpo... Un cartel proh¨ªbe la entrada a las embarazadas. El funk carioca se ha desarrollado en esas favelas de R¨ªo que la mayor¨ªa de los habitantes de sus barrios acomodados no pisar¨¢n jam¨¢s. Aunque sus hijos s¨ª lo hagan los fines de semana atra¨ªdos por el poderoso sonido que escupen los altavoces. Los bailes han sido objeto de la cr¨®nica de sucesos. Y algunos diarios llegaron a pedir su prohibici¨®n.
No es la primera vez que se reprime una expresi¨®n de la cultura popular: ocurri¨® con la samba en sus inicios. El antrop¨®logo Hermano Vianna escribi¨®: "Vosotros que no hab¨¦is puesto los pies en un baile funk, no se por qu¨¦ lo odi¨¢is. Quiz¨¢ por ser una diversi¨®n de pobres". A principios de los a?os setenta lleg¨® a las favelas el black power. Los negros brasile?os copiaron los peinados y ropas de sus primos del norte. Y sus bailes fueron inundados por I feel good, Sex machine o Say it loud (I'm black and proud), canciones que amplificaban equipos como el de Soul Grand Prix. En un baile de domingo, en el antiguo orfanato de Cidade de Deus, mientras sonaban Otis Redding y Marvin Gaye, se conocieron Cristina y Juca, los padres de MV Bill.
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