El futuro ya es pasado en Beirut
Una nueva guerra rompe los sue?os de una sociedad que empezaba a recuperarse tras d¨¦cadas de guerra civil
La exposici¨®n de pintura se inaugur¨® el jueves a las siete como estaba previsto. S¨®lo asistieron cuatro personas, pero las pastas y los refrescos estaban preparados como si las bombas israel¨ªes no estuvieran cayendo a un par de kil¨®metros de all¨ª. Puro esp¨ªritu liban¨¦s. "Es nuestra manera de resistir", explica la se?ora Kobeisy, copropietaria de la galer¨ªa de arte Zam¨¢n, en el barrio de Hamra, en el coraz¨®n de Beirut. Pero las l¨¢grimas contenidas en sus ojos indican que esta vez puede ser distinto, que este repentino regreso al pasado tal vez haya acabado con los sue?os de un pa¨ªs que cre¨ªa haber dejado atr¨¢s la guerra para siempre.
"Es el fin de L¨ªbano", anuncia Ali Khraine, un chi¨ª de Harek Hreyk, el barrio del sur de Beirut donde ten¨ªa su cuartel general Hasan Nasral¨¢, el l¨ªder de Hezbol¨¢, y uno de los m¨¢s bombardeados por la aviaci¨®n israel¨ª. Muchos libaneses temen, como este transportista convertido en desplazado dentro de su ciudad, que L¨ªbano no salga intacto como entidad pol¨ªtica e identidad nacional de esta crisis.
"Si no estuvi¨¦ramos aqu¨ª, estar¨ªamos muertos", asegura Kobeisy, la galerista. "Eso es lo que quisiera el enemigo, que nos encerr¨¢ramos en casa o que huy¨¦ramos, someternos a su voluntad; por eso estamos aqu¨ª, porque quienes no podemos empu?ar un arma es as¨ª como resistimos", insiste.
?A qu¨¦ precio? Kobeisy eleva los ojos al cielo y hace un gesto que indica que eso est¨¢ en manos del Alt¨ªsimo. "Quien se sabe en posesi¨®n de la verdad, no se rinde", justifica, tratando de convencerse de que los libaneses volver¨¢n a resurgir de las cenizas como lo hicieron tras las invasiones de cruzados, mamelucos y otomanos, y m¨¢s recientemente, de las sucesivas guerras que han jalonado su independencia de los franceses en 1943. Pero la memoria a¨²n fresca del conflicto civil que desangr¨® L¨ªbano entre 1975 y 1990 empa?a su mirada. Reconstruir un pa¨ªs dos veces es demasiado esfuerzo para una generaci¨®n.
Raffi Shememian, un acupuntor de 40 a?os, duda que pueda afrontarlo. Fue uno de los miles de profesionales libaneses formados y establecidos en el extranjero que volvieron despu¨¦s de la guerra y ayudaron al resurgimiento del pa¨ªs porque confiaron en su potencial.
"Volv¨ª porque pens¨¦ que ¨¦ste era un buen lugar para criar a mis hijos. Ahora me planteo si hice lo correcto", reflexiona. En una semana, Shememian ha visto hundirse su pa¨ªs. M¨¢s all¨¢ de la destrucci¨®n causada por los bombardeos en represalia por el secuestro de dos de sus soldados a manos de Hezbol¨¢, la crisis ha puesto de relieve la ausencia de Gobierno, de estructuras de Estado, de Ej¨¦rcito. "Como ciudadano, si tu pa¨ªs no puede protegerte, ?qui¨¦n va a hacerlo?", se pregunta.
"La gente ha invertido millones de d¨®lares, se han construido infraestructuras. ?Vamos a poder continuar nuestros sue?os? No creo que la mayor¨ªa lo crea posible. S¨®lo tenemos una vida y los a?os corren", se duele. "No va a ser f¨¢cil romper nuestro sue?o porque hemos pasado por ello antes", defiende por su parte Ghazi Nasouli, un onc¨®logo sun¨ª que trabaja en un hospital de los suburbios meridionales. "Lo principal es no perder la esperanza. No nos rendimos porque tenemos que sobrevivir", subraya.
El paisaje de Beirut refleja esa pugna entre un pasado que Israel ha convertido en presente y el futuro que de repente se ha convertido en pasado. En el mismo barrio, sea el Hamra del oeste musulm¨¢n o el Achrafieh del este cristiano, conviven inmuebles llenos de cicatrices de la guerra civil con rascacielos inteligentes. Incluso el completamente reconstruido Centro Ciudad guarda testimonios del conflicto junto a los flamantes edificios gubernamentales, como para recordar la fragilidad pol¨ªtica sobre la que se levanta el L¨ªbano multiconfesional.
"No me importan las bombas. Durar¨¢n dos o tres semanas, pero la cuesti¨®n es todo lo que hay detr¨¢s, el odio, el egocentrismo y el racismo. Eso no va a desaparecer. Los afectados volver¨¢n a sus casas y se reconstruir¨¢ lo destruido en cinco o diez a?os. Pero ya no podremos estar seguros de que no volver¨¢ a empezar. Adem¨¢s, somos armenios. Nuestra comunidad era muy grande antes de 1975, pero no tenemos nuestras ra¨ªces aqu¨ª como otras comunidades", concluye Shememian. "Si fu¨¦ramos capaces de decidir qu¨¦ tipo de pa¨ªs queremos, ser¨ªa bueno", manifiesta Nasouli, el m¨¦dico sun¨ª. "Perder¨¦ la esperanza si el pa¨ªs se precipita en el desorden", admite. "L¨ªbano no es Somalia", subraya no obstante Ahmad Yatim, un profesional chi¨ª. "Existen millones de libaneses en la di¨¢spora que est¨¢n bien situados; adem¨¢s, los reg¨ªmenes vecinos tendr¨¢n que pagar ese tributo, y Hasan Nasral¨¢ ya dijo que hab¨ªa pa¨ªses capaces y dispuestos a ayudarnos", recuerda.
Sarkis Naoum est¨¢ de acuerdo en que "la destrucci¨®n puede repararse". Lo que preocupa a este columnista de An Nahar, uno de los diarios m¨¢s prestigiosos de L¨ªbano, es la ausencia de Estado."Es nuestra ¨²ltima oportunidad para construir un Estado", advierte. "Los libaneses no conseguimos ponernos de acuerdo", admite Alex Samaha, un concesionario de veh¨ªculos de importaci¨®n. "Estamos ante lo desconocido", se?ala, "es como si hubi¨¦ramos tirado una baraja al aire: nadie puede predecir c¨®mo van a caer las cartas".
Contra la cadena de Hezbol¨¢
Israel destruy¨® ayer sendas torres de comunicaciones al norte de Beirut y en las proximidades de Tr¨ªpoli. El ataque caus¨® la muerte de un empleado de la cadena privada LBC e interrumpi¨® las emisiones de varios canales, adem¨¢s de dejar sin tel¨¦fono m¨®vil algunas zonas. El objetivo es silenciar a Al Manar, la televisi¨®n de Hezbol¨¢, convertida en s¨ªmbolo de la resistencia.
Tres misiles alcanzaron el repetidor de Fatqa, en las monta?as de Kesru¨¢n. Se trata del primer ataque israel¨ª en el coraz¨®n de la regi¨®n cristiana de L¨ªbano. Otro bombardeo alcanz¨® una torre de transmisi¨®n en Terbol, en el norte. La destrucci¨®n de esas estaciones de enlace, que provoc¨® enormes incendios, ha afectado a las cadenas de televisi¨®n LBC (principal cadena privada), Future TV (propiedad de la familia Hariri) y Al Manar (el canal de Hezbol¨¢).
Al Manar viene siendo objetivo de la aviaci¨®n israel¨ª desde el inicio de su ofensiva contra Hezbol¨¢. Pero a pesar de la completa destrucci¨®n del edificio de cinco plantas que albergaba sus instalaciones en Haret Hreyk durante los primeros bombardeos, la cadena ha seguido funcionando casi con normalidad gracias a la entrega de su medio centenar de empleados.
Su empe?o personal en la tarea, casi una misi¨®n, ha permitido que sigan emitiendo informativos cada hora e incluso que realicen debates y entrevistas en directo. Los tiempos muertos se rellenan con documentales y cantos nacionalistas. No obstante, la redacci¨®n se muestra decepcionada por la falta de solidaridad de la prensa extranjera, que no ha denunciado su situaci¨®n.
El director de la cadena, Abdal¨¢ Kasir, ha publicado un comunicado en el que pide el apoyo de los medios nacionales y extranjeros ante los ataques israel¨ªes. Kasir se?ala tambi¨¦n que varios informadores han resultado heridos mientras cubr¨ªan los bombardeos de los puentes. "Seamos solidarios y denunciemos estas agresiones porque ma?ana pueden alcanzarnos a todos", concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.