Un Tour fabuloso, pero...
Frente a una visi¨®n necesariamente ingenua de la carrera, hay quien sigue sin creer en milagros
En medio de una charca infecta, una burbuja de belleza. De creer a todos los exegetas, m¨¢s y m¨¢s cada d¨ªa, que han surgido durante el mes de julio, tal podr¨ªa ser la met¨¢fora que mejor conviniera al Tour que ayer termin¨® con el esperado triunfo del norteamericano Floyd Landis, el ¨²nico de entre los favoritos previos no afectado por la limpieza de Estrasburgo. Siguiendo su l¨ªnea argumental, apoyada en la esperanza, en la necesidad de que un cambio radical rescate el ciclismo de entre los muertos, y en la fe en que ese cambio ha comenzado ya, el Tour, las tres semanas de julio, ha consistido en una sucesi¨®n de grandes momentos, ¨¦picos, competidos, hermosos, por tanto atractivos.
Cuentan, como contaban los cronistas de entonces, de desfallecimientos inauditos seguidos de resurrecciones portentosas, una mec¨¢nica que no se daba apenas en los ¨²ltimos 20 a?os de Tour, los a?os en que la EPO transform¨® el ciclismo de competici¨®n. As¨ª, en estas d¨¦cadas pasadas, los campeones no desfallec¨ªan nunca, y cuando lo hac¨ªan era para desaparecer del mapa, para dejar su hueco a la gente m¨¢s joven. Incluso ha habido uno, Armstrong, el campe¨®n de campeones, que no ha sufrido siquiera el desfallecimiento ¨²ltimo, que ha sido capaz de despedirse del ciclismo desde lo alto del podio de su s¨¦ptimo Tour consecutivo. En cambio, este Tour, no ha habido ni uno solo entre los pretendientes finales que no haya pasado momentos de crisis. Pereiro perdi¨® media hora un d¨ªa en los Pirineos. Kloden, prodigio de regularidad, tambi¨¦n padeci¨® la ley de la gravedad en la ascensi¨®n de Pla de Beret. Sastre, el metr¨®nomo del Barraco, tan puntual en sus ataques en monta?a como un TGV en sus llegadas a las estaciones, padeci¨® su crisis en la ¨²ltima contrarreloj. Landis se deshidrat¨® camino de La Toussuire, v¨ªctima de la inteligente t¨¢ctica de Pereiro, al estilo del viejo Perico: y lo suyo fue una deshidrataci¨®n de verdad, perdi¨® 10 minutos y el liderato, no como la de Armstrong en la contrarreloj de Cap D¨¦couverte en 2003, donde aguant¨® el maillot amarillo y todo. Menchov, el ruso que asustaba en los Pirineos sigui¨® el proceso l¨®gico, fisiol¨®gico, de ir poco a poco a menos y pen¨® en los Alpes. Y as¨ª todos...
Y para dar emoci¨®n los desfallecimientos m¨¢s sonados fueron seguidos de resurrecciones ins¨®litas. La primera la de Pereiro, un culo inquieto que empez¨® a meterse en todas las fugas posibles despu¨¦s de su p¨¢jara pirenaica y a quien una maniobra t¨¢ctica prepotente por parte del Phonak y necia por parte del CSC, del T-Mobile y del Rabobank permiti¨® recuperar media hora de tiempo perdido y colocarse como l¨ªder. La segunda, la de Landis, quien al d¨ªa siguiente de su hundimiento en La Toussuire recibi¨® en el cogote el aliento de Eddy Merckx y atac¨® locamente a falta de 130 kil¨®metros y cuatro cols alpinos. "La fuerza de la necesidad me ha obligado a ganar a lo Merckx un Tour que quer¨ªa correr a lo Indurain, ahorrando fuerzas todos los d¨ªas", explic¨® Landis, que pese a ser superior a todos los favoritos en la especialidad no gan¨® ninguna contrarreloj. Tambi¨¦n hay que aplaudir la aparici¨®n del joven luxemburgu¨¦s Frank Schleck, ganador en Alpe d'Huez.
A esta visi¨®n ingenua, inspirada en la estrategia de los ni?os que saben la verdad sobre los Reyes Magos pero siguen actuando como si creyeran, por miedo a perder los regalos, los racionalistas oponen algunos datos. Recuerdan, por ejemplo, que, exceptuando a Landis, los tres puestos siguientes en la general los han ocupado gregarios de corredores ausentes por una u otra raz¨®n: Pereiro era el segundo de Valverde como Kloden lo era de Ullrich y Sastre de Basso. No es de extra?ar, por tanto, prosiguen, la igualdad: el Tour lo han disputado corredores de segundo escal¨®n, los que normalmente luchan por las plazas quinta a d¨¦cima. La locura tan alabada ha sido m¨¢s bien cortedad t¨¢ctica, reflejo de que los directores de ahora, corredores en los a?os 90, los del ciclismo en el que era todo posible, siguen manejando al equipo como si jugaran a la Nintendo DS. Y, terminan los racionalistas, rozando ya el cinismo, no olvidemos que en la lucha contra el dopaje, un c¨¢ncer, se ha eliminado una met¨¢stasis, quiz¨¢s, la radicada en Madrid, pero sigue habiendo sustancias y t¨¦cnicas indetectables en otras partes del universo ciclista.
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