Cambiar de dieta
Somos lo que comemos, lo dicen los expertos en nutrici¨®n y los empleados de supermercado. Pero somos tambi¨¦n lo que bebemos, lo que vemos y o¨ªmos, lo que hablamos, callamos y pensamos, lo que aprendemos y lo que ense?amos, lo que leemos y lo que so?amos, lo que tocamos y lo que nos toca, lo que nos alimenta y adelgaza, lo que nos enriquece y empobrece, lo que andamos y lo que desandamos, lo que sabemos y lo que ignoramos, lo que nos cuentan y lo que nos ocultan, lo que nos hacen creer y lo que nos tragamos (somos lo que comemos, nuevamente: calamares a la romana o ruedas de molino) en la mesa o el aula o la iglesia o la sala de estar de la casa paterna.
?Qu¨¦ men¨² le sirvieron desde su nacimiento al asesino de Miguel ?ngel Blanco y de Fernando M¨²gica? ?Qu¨¦ dieta alimenticia sigui¨® al pie de la letra, a rajatabla, desde que tuvo boca para comer, o¨ªdos para o¨ªr, ojos para mirar, manos para coger, pies para andar, etc¨¦tera? ?Qu¨¦ aliment¨® su cuerpo y sus neuronas? ?Qu¨¦ comi¨®, digiri¨®, toc¨®, observ¨®, aprendi¨®, estudi¨®, so?¨®? Porque todos so?amos despiertos o dormidos. ?Qu¨¦ canciones cantaba o escuchaba, qu¨¦ charangas o himnos? Convendr¨ªa saberlo. Convendr¨ªa decirlo y recordarlo -ahora que tanto se habla de la memoria hist¨®rica-, aunque al reconocer y recordar algunos ingredientes de la dieta del monstruo se le pueda cortar la digesti¨®n a m¨¢s de uno, a m¨¢s de dos o a toda una cuadrilla. Creo que es importante para que sirva de algo ese mal trago de ver y de escuchar a estas personas como las hemos visto y escuchado las ¨²ltimas semanas. Realmente es un mal trago, uno de los peores tragos que se le puede echar a un est¨®mago simplemente normal. La visi¨®n de la v¨ªctima herida y la del victimario indiferente deben servir de algo o para algo, no s¨¦. De lo contrario, no entiendo de qu¨¦ puede valer que la televisi¨®n ofrezca un espect¨¢culo que produce gastritis y da bascas. Por lo dem¨¢s, uno cree razonablemente en la justicia, pero no en la justicia televisada (cada vez creemos menos en la televisi¨®n, menos que nada, cero).
La dieta es importante. Si come usted lo mismo y a la misma hora y en la misma medida que un tipo que asesina por la patria, a lo peor termina, Dios no lo quiera, tambi¨¦n asesinando por la patria, por la misma o por otra bandera. Resulta aconsejable, por lo tanto, mirar lo que comemos y cuidar nuestros h¨¢bitos. Hay que comer de todo y con moderaci¨®n, eso dicen los m¨¦dicos, y habr¨¢ que hacerles caso. La derecha espa?ola, por ejemplo, lleva desde el momento en que perdi¨® las ¨²ltimas elecciones generales aliment¨¢ndose exclusivamente de raciones de 11-M, mochilas y mochilas repletas de raciones de 11-M. Una dieta mon¨®tona que acabar¨¢ con ella (la derecha espa?ola) si alguien no lo remedia o Mariano Rajoy cambia de cocinero.
El Plan de Paz y Convivencia presentado por el Gobierno vasco el pasado mes de abril tambi¨¦n pretende, de alguna manera, mejorar nuestra dieta para que, en adelante, las malas digestiones no nos hagan estallar en conflictos violentos. Para el pr¨®ximo curso se desea llevar a las aulas, en r¨¦gimen de pruebas, la experiencia de las v¨ªctimas del terrorismo. Educaci¨®n para la paz es como denominan los expertos esta iniciativa. Un experto, ya saben, suele ser a menudo una persona que ha cometido todos los errores posibles dentro de su especialidad. De manera que expertos de las consejer¨ªas de Educaci¨®n, Cultura, Interior, Justicia y Presidencia, previamente instruidos por otros expertos (pedagogos y educadores), dise?ar¨¢n el plan que ha de aplicarse a alumnos de ense?anza secundaria. Documentales, textos, testimonios en primera persona de v¨ªctimas de ETA... Uno desear¨ªa que estos materiales sirviesen de verdad para construir ciudadanos sensibles y pac¨ªficos, aunque no tenga claro la pertinencia de pasear a las v¨ªctimas por las tarimas y los encerados. El dolor de la v¨ªctimas resulta personal e intransferible, lo mismo que el carn¨¦ de identidad o que las cicatrices. De la misma manera, no s¨¦ para qu¨¦ sirve ver en una pecera a un asesino que s¨®lo se alimenta de fanatismo y odio y un amor enfermizo por la patria. Alguien que nunca cambiar¨¢ de dieta porque ya no es capaz de digerir ni metabolizar otro alimento, de pensar otra idea. Debemos mejorar nuestra alimentaci¨®n, no hay duda. Aprender a comer y a convivir y vigilar nuestro colesterol patri¨®tico, que ya hemos comprobado c¨®mo mata.
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