Ovejas negras
Una expresi¨®n com¨²n entre los defensores de este o aquel nacionalismo es que cuando alguien les critica declarando no ser nacionalista, de hecho esconde un nacionalismo a¨²n m¨¢s acusado, el propio del Estado-naci¨®n. El historiador Juan Pablo Fusi sostiene desde hace d¨¦cadas la posici¨®n contraria, a partir de sus estudios sobre la cultura pol¨ªtica vasca. Resulta perfectamente posible que alguien no asuma nacionalismo alguno y es m¨¢s, a su juicio, la historia de las ideolog¨ªas pol¨ªticas relacionadas con el hecho nacional nos mostrar¨ªa que los m¨¢s destacados exponentes literarios o pol¨ªticos de la supuesta naci¨®n X, Y o Z hicieron compatible su identidad vinculada a ese colectivo humano con posiciones ajenas a toda profesi¨®n de fe nacionalista. Baroja, Unamuno, Gabriel Celaya, El¨ªas Querejeta, Nicol¨¢s Redondo o Jos¨¦ Ram¨®n Recalde se sintieron o sienten vascos en todo momento sin por ello inscribirse en el movimiento fundado por Sabino Arana. En suma, constituye una falacia identificar vasco, catal¨¢n o escoc¨¦s con nacionalista, e incluso en los casos citados, restringir la adscripci¨®n al uso de la lengua calificada como "propia" en sociedades biling¨¹es.
IDENTIDADES PROSCRITAS. El no nacionalismo en las sociedades nacionalistas
Juan Pablo Fusi
Seix Barral. Barcelona, 2006
343 p¨¢ginas. 19,50 euros
En Identidades proscritas, li
bro escrito con gran fluidez, como todos los suyos, Juan Pablo Fusi completa su tesis subrayando que frente a su pretensi¨®n habitual, aparecer como factor de cohesi¨®n en una sociedad dada, el nacionalismo surge con excesiva frecuencia para quebrar los equilibrios y las formas de convivencia preexistentes. Para probarlo, pasa revisi¨®n sucesivamente a las historias pol¨ªtico-culturales vinculadas a seis movimientos nacionalistas: el vasco, el escoc¨¦s, el de Quebec, la ideolog¨ªa blanca surafricana, el irland¨¦s y el jud¨ªo. De entrada, conviene advertir que cada uno de los relatos ofrece un desarrollo completo de la historia cultural y pol¨ªtica de los territorios objeto de an¨¢lisis, sobre la base de investigaciones propias y de la m¨¢s reciente bibliograf¨ªa. Se trata de un libro, pues, sumamente ¨²til, en cuyas p¨¢ginas van cobrando formas las homolog¨ªas en la evoluci¨®n de procesos pol¨ªticos muy distantes entre s¨ª. "Nacionalismo y no nacionalismo", concluye, "son, en efecto, manifestaciones distintas de la identidad, la vida colectiva y la pol¨ªtica de regiones y nacionalidades como las aqu¨ª estudiadas. Las mismas nacionalidades y regiones nacionalistas se forjaron en la historia como sociedades plurales. Eso explica que el nacionalismo haya sido en ellas y sea factor de divisi¨®n pol¨ªtica y de polarizaci¨®n interna".
Las deficiencias de la obra
nacen de la voluntad de s¨ªntesis. No hay modo de desplegar la riqueza y la complejidad del mundo pol¨ªtico-cultural jud¨ªo en poco m¨¢s de cincuenta p¨¢ginas, con lo cual quedan fuera de campo aspectos esenciales, tales como la incidencia de la mentalidad y de las formas jur¨ªdico-religiosas hebreas sobre los c¨®digos y las estructuras narrativas del cine de Hollywood. A tema m¨¢s acotado, perfiles m¨¢s precisos: Pa¨ªs Vasco, Irlanda, Canad¨¢. Los cap¨ªtulos sobre estos dos ¨²ltimos temas son particularmente luminosos. Y, para terminar, una objeci¨®n: ser¨ªa ¨²til distinguir entre aquellos nacionalismos que aparecen para dividir, pero como precio inevitable para superar una situaci¨®n de dependencia (patriotismo irland¨¦s, sionismo) de los que surgen con una vocaci¨®n hegem¨®nica en una sociedad plural y democr¨¢tica, como el quebequ¨¦s. En ocasiones, los nacionalismos pueden ser portadores de libertad.
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