Leer para viajar, viajar para leer
No tiene dudas Pilar Rubio al definir la literatura de viajes cuando indica que requiere "una visi¨®n subjetiva sobre el lugar que se visita y un viaje f¨ªsico que incluya un trayecto". "En la narrativa de viajes", a?ade esta periodista y responsable de la librer¨ªa Altair, de Madrid, "se mezclan hoy las dos grandes tendencias que arrancan de finales del XVIII y del XIX, y que son apoyarse en la realidad, beber de la realidad, y al mismo tiempo fabular con una mirada subjetiva". Ahora bien, la literatura de viajes ha perdido en esta ¨¦poca de transportes masivos e invasiones tur¨ªsticas buena parte de su aureola, de su car¨¢cter aventurero y de su capacidad de descubrimiento. Por ello, la gente apasionada de los viajes cree distinguirse de los simples turistas en que se desplaza con un libro en las manos. ?Cu¨¢ntos lectores se han acercado a Italia por las descripciones magistrales de Goethe, a las islas griegas por las impagables cr¨®nicas de Lawrence Durrell, a los Balcanes por las historias escalofriantes de Rebeca West, a Hungr¨ªa por las elegantes novelas de S¨¢ndor M¨¢rai?
La literatura de viajes requiere beber de la realidad y al mismo tiempo fabular con una mirada subjetiva
Los apasionados de los viajes creen distinguirse de los turistas en que se desplazan con un libro en las manos
A juicio de Manel Martos, editor de Pen¨ªnsula, el sello que ha dedicado m¨¢s atenci¨®n a la literatura viajera en los ¨²ltimos a?os, "este g¨¦nero es un viaje alrededor del espacio f¨ªsico, una visi¨®n del mundo en suma, del que obtenemos un placer y del que salimos satisfechos y enriquecidos mental y moralmente gracias a la fuerza de un relato". Para Anik Lapointe, de RBA, "como en toda buena literatura lo fundamental es la calidad de la narraci¨®n, la expresividad del autor. Tenemos que atender a la mirada del escritor, a su capacidad de transmitir al lector la curiosidad que siente por mundos lejanos. En la literatura de viajes el escritor es observador atento y actor privilegiado".
Vistas as¨ª las cosas, podr¨ªa dar la impresi¨®n de que la fabulaci¨®n viajera no encaja muy bien con esta ¨¦poca de tour-operadores, ofertas de fin de semana, playas atestadas o excursiones de jubilados que han convertido algunas ciudades y parajes en aut¨¦nticos parques tem¨¢ticos. Podr¨ªa pensarse que en la actualidad todos los viajeros son turistas porque llevan un billete de avi¨®n en el bolsillo con fecha fija, seg¨²n la definici¨®n de Paul Bowles en El cielo protector. ?Es posible, pues, descubrir nuevos enfoques y fabular sobre los puentes de Praga, la sabana africana, los templos budistas o los bosques de Canad¨¢?
"Las gu¨ªas de viajes y la litera-
tura se complementan, no son excluyentes porque ser un buen viajero es viajar con todos los sentidos y todos los libros despiertan los sentidos", asegura Pilar Rubio. Asegura que la clave de mantener la sorpresa en un mundo globalizado y adocenado radica en la mirada del escritor. Le gustan los periodistas que a la vez son escritores de viajes, "porque se trasluce su mirada, aunque no se vean sus ojos. Esta actitud obedece a esa tradici¨®n period¨ªstica que indica que al lector no le interesan las peripecias, las alegr¨ªas o los sinsabores del reportero, sino aquello que abarca su mirada. Entre estos periodistas yo citar¨ªa al ingl¨¦s Colin Thubron, representante de esa magn¨ªfica escuela anglosajona, o al polaco Ryszard Kapuscinski". En este sentido, Anik Lapointe comenta que "es cierto que la literatura de viajes que se escribe hoy no pretende alcanzar mundos desconocidos, sino que persigue el acercamiento a otras culturas, a otras sociedades, entender algo m¨¢s del hombre".
Sea como fuere, el g¨¦nero est¨¢ arraigado en los pa¨ªses anglosajones o centroeuropeos, aunque en Espa?a apenas ha comenzado a contar en los gustos de los lectores desde hace un par de d¨¦cadas. Los motivos de este frenes¨ª viajero de los espa?oles aparecen claros y van desde el aumento del nivel econ¨®mico del pa¨ªs a la proliferaci¨®n de las l¨ªneas a¨¦reas de bajo coste pasando por la mejor preparaci¨®n de unas generaciones que hablan varios idiomas. Aunque Manel Martos rechaza que se haya producido un auge del g¨¦nero en Espa?a. Lo que ocurre, afirma el editor de Pen¨ªnsula, "es que hay una imparable proliferaci¨®n de originales debido a que la gente no lee para viajar o viaja para leer, sino que viaja para escribir. El resultado es aberrante tanto por la multiplicaci¨®n de originales como por su calidad media". Martos se muestra pesimista sobre el ¨¦xito en Espa?a de un g¨¦nero que s¨®lo sostienen "tres o cuatro editoriales, media docena de autores y unos pocos periodistas y libreros".
Es indiscutible que han surgido algunos autores espa?oles que han combinado calidad literaria con cierto ¨¦xito de p¨²blico y que han seguido la estela de llaneros solitarios durante a?os como el Nobel Camilo Jos¨¦ Cela y el periodista Manuel Leguineche. De cualquier forma, el inesperado best seller de los ¨²ltimos tiempos lleg¨® del brazo de Javier Reverte: El sue?o de ?frica. A partir de la historia de esa zona de ?frica Oriental, Reverte combin¨® la sociolog¨ªa, la geograf¨ªa humana, las culturas y las leyendas para tejer una obra sobre Kenia y Tanzania. La buena acogida de este libro, que ha sido reeditado en varias ocasiones, hizo creer que se hab¨ªa abierto un nuevo fil¨®n literario. No obstante, salvo los casos de periodistas reconvertidos en escritores de viajes como Xavier Moret (A la sombra del baobab), Alfonso Armada (El rumor de la frontera) o Enric Gonz¨¢lez (Historias de Nueva York), pocos espa?oles se han asentado con firmeza en el g¨¦nero. La editora Anik Lapointe tambi¨¦n apunta otra causa que ha impedido una mayor proliferaci¨®n de la literatura de viajes: "Despu¨¦s de los atentados del 11 de septiembre de 2001 el g¨¦nero parece haber acusado los mismos efectos negativos que los ataques tuvieron sobre los viajes".
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