Las nuevas fracturas de Oriente Pr¨®ximo
Lo que est¨¢ en juego con la nueva guerra que Israel est¨¢ llevando a cabo simult¨¢neamente en el L¨ªbano y en la franja de Gaza supera en mucho los enfrentamientos armados que han opuesto de manera recurrente al Estado hebreo con sus vecinos ¨¢rabes desde 1948. Confirma el fracaso de la pol¨ªtica de la Administraci¨®n Bush de hacer m¨¢s seguro Oriente Pr¨®ximo con el uso unilateral de la fuerza, tras el fiasco de la ocupaci¨®n de Irak. Mientras, las dos grandes l¨ªneas de falla de la regi¨®n, que pasan por la cuesti¨®n palestino-israel¨ª y por las tensiones en el Golfo se conjugan de ahora en adelante como preparativo para los se¨ªsmos que vendr¨¢n.
La "guerra contra el terror" quer¨ªa en realidad pacificar del todo esta parte recalcitrante del mundo que no ten¨ªa otra elecci¨®n que someterse a la hegemon¨ªa ben¨¦vola de Estados Unidos, derrocando la dictadura de Sadam Husein e impulsando la democratizaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo. "La ruta de Jerusal¨¦n pasa por Bagdad" dec¨ªan en Washington para expresar que los palestinos, privados del apoyo de un mundo ¨¢rabe at¨®nito y vencidos en la segunda intifada, se resignar¨ªan a las condiciones de un Ariel Sharon que destru¨ªa sistem¨¢ticamente las infraestructuras de la Autoridad Palestina antes de evacuar Gaza, y elegir¨ªan en febrero del 2006 a una mayor¨ªa complaciente. Conocemos el resultado: de la victoria de Ham¨¢s a su marginaci¨®n y del secuestro del cabo Shalit al regreso de los blindados del Tsahal a Gaza. Durante este tiempo EE UU se empantanaba en Irak con la insurrecci¨®n sun¨ª, mientras que en Teher¨¢n, principal sost¨¦n de los partidos religiosos chi¨ªes, el presidente Ahmadineyad aprovechaba esta oportunidad pol¨ªtica para proclamar sus ambiciones nucleares a la vez que llamaba a "borrar del mapa a Israel". Los misiles de su protegido liban¨¦s Hezbol¨¢ que est¨¢n cayendo sobre Haifa son un primer aviso a ojos de la opini¨®n israel¨ª y demuestran que la ruta de Haifa a Tel Aviv pasa por Teher¨¢n y que Washington, ahora enredado en Bagdad, es incapaz de garantizar la seguridad de su principal aliado. E Israel, que bombardea las infraestructuras del L¨ªbano y obliga a exiliarse del sur a medio mill¨®n de habitantes, la mayor¨ªa de ellos chi¨ªes, hunde en el abismo a un pa¨ªs cuyo Gobierno, salido de la "Revoluci¨®n del cedro" en la primavera del 2005 con el apoyo de Par¨ªs y Washington, se hab¨ªa librado de la tutela de Siria. Beirut, a su vez, est¨¢ viviendo la experiencia amarga de no tener garantizada la seguridad aun siendo un aliado de EE UU. Al presentarse como el n¨²mero uno de la resistencia a la pol¨ªtica de EE UU en la regi¨®n y en concreto como adversario del Estado hebreo a trav¨¦s de Hezbol¨¢, Teher¨¢n ofrece un apoyo en falso a los dirigentes de la mayor¨ªa de los estados ¨¢rabes, que han condenado la temeridad de este ¨²ltimo al provocar a Israel con el secuestro de dos de sus soldados el 12 de julio. En las manifestaciones de solidaridad en las ciudades ¨¢rabes con el L¨ªbano se despliega el retrato del jeque Nasrall¨¢, secretario general del "Partido de Dios" chi¨ª, a quien Al Yazira ofrece una entrevista de tres horas y consagra como h¨¦roe de masas y de los telespectadores sun¨ªes. Un ecumenismo contra el "enemigo sionista" muy oportuno para exculpar de la acusaci¨®n de colusi¨®n con la ocupaci¨®n americana a los chi¨ªes de Irak a ojos de los mismos sun¨ªes y dar as¨ª mayor legitimidad al ascendiente de sus partidos religiosos y de su aliado iran¨ª sobre la antigua Mesopotamia.
Un desastre semejante en la pol¨ªtica de seguridad que ha llevado a cabo EE UU no viene solo: la ingenier¨ªa democr¨¢tica que deb¨ªa ultimar la "guerra contra el terror", llevando al poder a las elites filo-occidentales de la sociedad civil, se ha traducido, en la mayor¨ªa de pa¨ªses en los que se han celebrado elecciones libres o semilibres, en ganancias significativas o en la victoria de partidos islamistas antioccidentales, de Ir¨¢n a Palestina pasando por Kuwait, Egipto, Arabia Saud¨ª o Bahrein. Estos ¨¦xitos vienen motivados por el rechazo de los electores a ratificar una pol¨ªtica unilateral americana cuya inanidad les muestran cada d¨ªa las cadenas ¨¢rabes por sat¨¦lite. ?sta se ejemplifica con el caos resultante de la ocupaci¨®n de Irak, contra la que vituperan en las c¨¢tedras y en la peque?a pantalla predicadores que llaman a la guerra santa para liberar al territorio del islam de la dominaci¨®n de los infieles y ensalzan a los "m¨¢rtires" que cometen atentados suicidas. En consecuencia, la democratizaci¨®n ya no es una prioridad para Washington, para gran alivio de los reg¨ªmenes autoritarios y para amargura de los dem¨®cratas de Oriente Pr¨®ximo, que se consideran a¨²n m¨¢s traicionados por el hecho de que en el L¨ªbano, el ¨²nico pa¨ªs donde los islamistas no hab¨ªan ganado las elecciones, exceptuando la victoria de Hezbol¨¢ en la urnas chi¨ªes, EE UU no ha hecho nada para proteger la integridad del territorio ante los ataques israel¨ªes, y no tiene prisa en pedir un alto el fuego.
Hay que sacar varias lecciones de este descalabro general, que condicionar¨¢ el futuro de una regi¨®n crucial para el planeta. ?Qui¨¦n puede dejar de prescindir ni un solo d¨ªa de los hidrocarburos de los que Oriente Pr¨®ximo es el principal productor? En primer lugar, el fin de la ilusi¨®n unilateral de Washington. La seguridad, que se basa en un equilibrio de fuerzas, debe traducirse en negociaci¨®n y toma en consideraci¨®n de los intereses de las comunidades o de los pueblos en una posici¨®n de debilidad, so pena de transformarlos en electrones libres. La destrucci¨®n de la Autoridad Palestina por Israel llev¨® a la victoria de Ham¨¢s, y la marginaci¨®n de los sun¨ªes en Irak por el ocupante americano, a la insurrecci¨®n. Estas garant¨ªas de seguridad no puede proveerlas solamente EE UU, sino que tienen que implicar tambi¨¦n a los Estados de la regi¨®n y a Europa. En este aspecto, el despliegue de una fuerza internacional en la frontera del L¨ªbano con Israel para preparar el control de ¨¦sta por parte del Ej¨¦rcito liban¨¦s en aplicaci¨®n de la resoluci¨®n 1.559, ser¨¢ una prueba a la capacidad de la comunidad internacional. La amalgama entre la crisis ¨¢rabe-israel¨ª y la crisis del Golfo es el otro gran desaf¨ªo. En estas circunstancias convierte al Ir¨¢n de Mahmud Ahmadineyad en uno de los principales beneficiarios de la situaci¨®n, creando una amenaza de desestabilizaci¨®n en la Pen¨ªnsula ar¨¢biga. Sus dirigentes temen una vuelta al mesianismo de la era de Jomeini. La desvinculaci¨®n de las dos crisis s¨®lo se producir¨¢ si se dan garant¨ªas internacionales para la seguridad en el Golfo, en cuyas aguas transitan petroleros de todos los pa¨ªses. M¨¢s all¨¢ de su ret¨®rica b¨¦lica, Teher¨¢n se apuesta el resto: sabe que no podr¨¢ desarrollar su programa nuclear civil si no negocia un pacto regional de seguridad con sus vecinos y con las grandes potencias. En este ¨¢mbito, la iniciativa europea es la ¨²nica que a la vez detiene la espiral de demagogia y apoya cambios estructurales a plazos en Teher¨¢n. Sin ello, no se podr¨¢ evitar un enfrentamiento militar que afectar¨ªa al mundo entero poniendo en peligro el abastecimiento de petr¨®leo.
Gilles Kepel es profesor en la Facultad de Ciencias Pol¨ªticas de Par¨ªs y ocupa la c¨¢tedra de Oriente Pr¨®ximo y Mediterr¨¢neo. Traducci¨®n de Mart¨ª Sampons.
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