Julio Aumente, la belleza y la calle
De vez en cuando me cruzaba con Julio Aumente por la calle. Nos par¨¢bamos a hablar, record¨¢bamos alguna an¨¦cdota y nos desped¨ªamos de forma ceremoniosa. Julio era un buen poeta y una curiosidad. Por lo menos, eso sent¨ªa yo al verlo alejarse con su andar elegante de persona convencional, de anciano respetable, de se?or distinguido y amante de las tradiciones, acostumbrado a vivir entre ¨¢rboles geneal¨®gicos y las maderas nobles de su comercio de antig¨¹edades. Como la poes¨ªa tiene siempre algo de secreto conocido, de verdad revelada en confesi¨®n, los lectores de Julio Aumente sonre¨ªamos al comparar su figura con sus secretos, esos secretos disparatados, ingeniosos, muy vitales y libres que se dedic¨® a contar de forma compulsiva en sus ¨²ltimos libros. Julio pertenec¨ªa a la leyenda de Madrid, viv¨ªa el relato humano inagotable que convierte a las ciudades en una caja de sorpresas. Dudar de las apariencias es conveniente a la hora de comprender lo que se esconde bajo cada soledad.
Julio Aumente form¨® parte del grupo de poetas cordobeses que en 1947 fund¨® la revista C¨¢ntico, una publicaci¨®n que procur¨® reivindicar la belleza y las diversas tradiciones del esteticismo vital como refugio contra los aires grises de la posguerra. En su primer libro, El aire que no vuelve (Adonais, 1955), demostr¨® un dominio escrupuloso del verso cl¨¢sico, paseando por los eneas¨ªlabos, los endecas¨ªlabos y los alejandrinos con la misma destreza literaria que le permit¨ªa dar voz personal a los temas de car¨¢cter religioso, a los oros del oto?o o a las cenizas del amor. Una apuesta por el amor y el deseo punzante frente a la erudici¨®n acad¨¦mica contagiaba de irreverencia el culturalismo de su poes¨ªa: "Si est¨¢n tristes los cuerpos qu¨¦ importan ya los libros". Los poemas recogidos en Los silencios (Adonais, 1958), extendieron su destreza a las indagaciones en el verso libre, fijando el tono de un buen poeta, maduro, due?o de su mundo y de sus inquietudes. Bajo el esplendor de la cultura palpitaba la inquietud herida, el miedo a las palabra dif¨ªciles del sentimiento homosexual en una sociedad represiva: "Un no dec¨ªa con los labios. / Era el amor y no lo supo".
Despu¨¦s de muchos a?os sin publicar, los libros Por la pendiente oscura (Renacimiento, 1982) y La antesala (Visor, 1983), devolvieron a Julio Aumente a la actualidad literaria. Hab¨ªa surgido ya otro p¨²blico para su poes¨ªa, y el poeta se sinti¨® libre para unir la belleza de las tradiciones y de la calle, la mitolog¨ªa cl¨¢sica y los amores nocturnos de una ciudad sin l¨ªmites. Desde entonces, Julio Aumente apost¨® por una evoluci¨®n radical, temeraria, dispuesta a no reconocer fronteras entre el arte y el desahogo biogr¨¢fico, entre la poes¨ªa y la an¨¦cdota. Sus versos se llenaron de nombres propios, de imaginaci¨®n delirante y de confesi¨®n testimonial, a la hora de cantar el amor por los patinadores urbanos, por los mensajeros o por el muchacho que saca la basura a la puerta de su casa, "cub¨®foro griego", deteniendo la respiraci¨®n de las chachas y del poeta. La s¨¢tira, el desparpajo, la desverg¨¹enza se unieron al viejo culto por la belleza en libros como El canto de las arp¨ªas (Libertarias, 1993) o Rodolfo el patinador, o El ocaso de la noche (Rafael Inglada Ediciones, 1995). Era un poeta de verdad. Mentir¨¢ quien diga que el disparate mejor¨® su poes¨ªa, pero ser¨¢ torpe quien sea incapaz de descubrir al buen poeta y al enamorado verdadero bajo sus disparates.
Cuando me cruzaba en la calle con el anciano educado que era Julio Aumente, recordaba al poeta enamoradizo de los bajos fondos de la ciudad o al autor de "STUM", su grito de guerra personal contra los poderosos. Pablo Garc¨ªa Baena y Luis Antonio de Villena, dos de sus mejores y m¨¢s fieles amigos, me contaron que la palabra enigm¨¢tica significaba en realidad "Sois Todas Unas Marranas" . As¨ª era Julio Aumente, buen poeta, coraz¨®n de verdad, y una leyenda. Las ciudades son un pa?uelo de soledad, nos vemos, nos saludamos, nos desconocemos. En la nota biogr¨¢fica de su Poes¨ªa Completa (Visor, 2004), los lectores ver¨¢n que naci¨® en 1924. Julio se quitaba a?os, tan amante de su juventud como de la ajena. Hab¨ªa nacido en 1921, y ha muerto a punto de cumplir 85 a?os.
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