Reto para la OTAN

La OTAN se hace cargo hoy de la seguridad en seis provincias del sur de Afganist¨¢n, tomando el relevo a las tropas estadounidenses, que llevan el peso de la lucha antiterrorista, en la que por la naturaleza del escenario y del conflicto puede ser su misi¨®n de combate m¨¢s complicada en 57 a?os de historia. Tras algunos a?os de relativa calma despu¨¦s de la invasi¨®n de EE UU que en 2001 expuls¨® a los talibanes de su santuario centroasi¨¢tico, Afganist¨¢n ha entrado en una etapa sangrienta, protagonizada por el fanatismo islamista, cuyas consecuencias no dejan de agravarse. Alrededor de 1.700 personas han muerto en actos terroristas en lo que va de a?o, por procedimientos muchas veces copiados directamente de los que se emplean en Irak. El presidente afgano, Hamid Karzai dirige un Gobierno fraccionado y clientelar con control efectivo poco m¨¢s all¨¢ de Kabul, la capital. Una buena parte del pa¨ªs est¨¢ bajo dominio de caudillos locales.

Mientras el norte y el oeste de Afganist¨¢n son relativamente habitables, el sureste se ha convertido en campo de batalla cada vez m¨¢s mort¨ªfero entre los focos de insurgencia talib¨¢n, con frecuencia infiltrados desde Pakist¨¢n, y las tropas estadounidenses. Con la ampliaci¨®n de su misi¨®n, la OTAN -sobre cuya improbable presencia en L¨ªbano se sigue especulando- pasa de controlar poco m¨¢s de 10.000 soldados, distribuidos en zonas poco conflictivas, a 18.000, incluido el cr¨ªtico sur. El grueso del contingente, en el que participan 680 espa?oles, corre a cargo de tropas brit¨¢nicas, canadienses y holandesas, y las fuerzas de la Alianza podr¨¢n no s¨®lo utilizar toda su potencia de fuego, sino pedir, llegado el caso, ayuda a¨¦rea y blindada al contingente de EE UU.