Fisuras en la ortodoxia

La boda de dos militantes homosexuales del PP oficiada el s¨¢bado pasado por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallard¨®n, ha removido profundamente las contradicciones en el principal partido de la oposici¨®n sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es un hecho que un grupo importante de pol¨ªticos del PP, entre los cuales destacan el propio Ruiz-Gallard¨®n, Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, Josep Piqu¨¦, presidente del PP catal¨¢n, y el l¨ªder de los populares gallegos, Alberto N¨²?ez Feijoo, no comparten el rechazo radical del t¨¦rmino matrimonio para las uniones homosexuales y aceptan -como inevitable o como deseable- la apertura de la sociedad espa?ola hacia la igualdad de derechos que tiene cualquier compromiso de pareja. Es una fisura importante en torno a un asunto de cierta importancia estrat¨¦gica, puesto que en la oposici¨®n al matrimonio gay han hecho causa com¨²n gran parte de la direcci¨®n del partido -la de vocaci¨®n m¨¢s derechista- y la c¨²pula de la Iglesia cat¨®lica, "inspiradora moral" del partido.

Constituidos en guardianes de la ortodoxia, el secretario de Comunicaci¨®n, Gabriel Elorriaga, y el diputado Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, hijo pr¨®digo del nacionalcatolicismo, pidieron a los cargos p¨²blicos "coherencia y solidaridad" con la decisi¨®n de oponerse al matrimonio homosexual y con el recurso de inconstitucionalidad presentado contra la ley que lo permite. Arguyen que los alcaldes deber¨ªan delegar en concejales el oficio de las bodas gays. "Cuando lo haces personalmente", arguy¨® Fern¨¢ndez D¨ªaz, en alusi¨®n directa a Ruiz-Gallard¨®n, "y anunci¨¢ndolo a bombo y platillo, lo conviertes en un acto pol¨ªtico de insolidaridad y de deslealtad hacia tu partido". Tal argumento tiene todas las caracter¨ªsticas de un pretexto construido a toda prisa para eludir el problema de fondo: una parte significativa de su direcci¨®n y otra no menor de su militancia hace o¨ªdos sordos a las decisiones obstruccionistas de su partido contra el matrimonio gay.

Ni siquiera como pretexto parece correctamente construido. Alcaldes y concejales del PP vienen oficiando bodas entre homosexuales desde que se aprob¨® la ley, sin excitar los reproches de la direcci¨®n. Parece razonable preguntarse si no ser¨¢ el hecho de que el oficiante haya sido Ruiz-Gallard¨®n lo que ha motivado la irritada respuesta oficial del PP. Tampoco es signo de coherencia sugerir que los alcaldes puedan incurrir en deslealtad y, en cambio, los concejales puedan casar parejas del mismo sexo sin heterodoxia alguna. Cuando el PP pide a sus alcaldes que deleguen la celebraci¨®n de bodas de homosexuales o "act¨²en con discreci¨®n", les est¨¢ pidiendo que act¨²en de forma vergonzante, de tapadillo. ?sta s¨ª es una llamada a la incoherencia y a la hipocres¨ªa.