Las ¨¢reas de servicio generan comportamientos extra?os
Toda Espa?a est¨¢ conectada por ¨¢reas de servicio. No importa donde est¨¦s o cu¨¢ntos kil¨®metros hayas recorrido. Si viajas parando en cada una de ellas, siempre te da la sensaci¨®n de que est¨¢s en el mismo lugar, en un agujero negro con forma de gusano formado por cafeter¨ªas con inmensos ventanales, neveras de refrescos y vitrinas con los regalos m¨¢s absurdos que uno pueda imaginar. Y estos vasos comunicantes llevan al viajero a comportarse de forma rara. Es atravesar la puerta de una de estas ventas del siglo XXI y cualquier viajero siente la imperiosa necesidad de darle vueltas y m¨¢s vueltas al estante de los CD y casetes. Algunos hits invariables en toda la ruta: Amor de compraventa, de los Chichos; M¨¢s alegr¨ªa 2006, el recopilatorio de Alberto Cortez; y ¨¦xitos de F¨®rmula V y de Julio Iglesias. De todas formas, cada ¨¢rea de servicio a?ade su producto aut¨®ctono. En una de las que se encuentran en la Autov¨ªa del Cant¨¢brico, el estante incluyen las cintas de un tipo con bigote llamado V¨ªctor, que contiene entre otros temas Madre Asturiana, Ay Asturias, Oviedo y Mujer Gijonesa, y de un extra?o d¨²o llamado Vuelva usted ma?ana, cuyas canciones m¨¢s exitosas
se titulan La ventanilla, Manol¨ªn el Confiteru y Jubilaos de la Mar.
En cuanto el viajero ha terminado de darle vueltas al estante, se dirige hacia los regalos. Ahora se siente atra¨ªdo por las navajas (toda ¨¢rea de servicio tiene su arsenal albacete?o), y los adornos que uno jam¨¢s pondr¨ªa encima de la tele: una colecci¨®n de campanillas con motivos animales, hier¨¢ticos arlequines de porcelana y brujitas de la suerte. Pero el viajero nunca compra nada y reserva todos sus cuartos para las estanter¨ªas de alimentaci¨®n. Ah¨ª es donde se desmadra acumulando v¨ªveres para el trayecto, que nunca podr¨¢ terminar. Compra helados, chocolatinas, frutos secos y toda clase de patatas envasadas en bote, siempre que sean "sabor dieta mediterr¨¢nea".
Trabajar en uno de estos vasos comunicantes imprime car¨¢cter. O la ausencia de ¨¦l. Sonia, la camarera de un ¨¢rea de servicio, es una suerte de Bartleby, el escribiente, ese personaje del relato de Melville, que contestaba siempre con la frase "Preferir¨ªa no hacerlo", a cada demanda de su jefe. Sonia pule con un trapo una copa de cristal con una desidia que exaspera a los viajeros, cabreados por la demora en la preparaci¨®n de los bocatas. Uno pregunta: "?Podr¨ªa ponerme uno de lomo con queso?". "Podr¨ªa", contesta Sonia con voz de megafon¨ªa. Puede que ella fuese una viajera que qued¨® atrapada en el agujero, destinada a pulir cristal con un trapo mientras lija los nervios de los clientes. Salgo de all¨ª con esa idea en la cabeza y marcho hacia Comillas donde paso la noche en casa de unos amigos. Es un lugar de fant¨¢sticas playas y terrazas. Mis amigos me invitan adem¨¢s a un fabuloso pisto con huevos y filetes. Dan ganas de quedarse all¨ª. Podr¨ªa hacerlo y pasar de seguir viajando. Pues eso. Podr¨ªa.
PARTICIPE. Ma?ana en Burgos. Si quiere darle pistas escriba a elviajeroincansable@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.