El mejor candidato
Aunque se siente presidente, Laporta ejerci¨® ayer de candidato en un acto en que sirvi¨® para reivindicar su condici¨®n de l¨ªder. Habr¨¢ que agradecerle consecuentemente su proceder ante una situaci¨®n que invitaba al recogimiento, o sino al hedonismo. Hubo momentos en que se mostr¨® distante, hasta cierto punto inaccesible, como cuando apareci¨® y se esfum¨® de la sala, jaleado por una hinchada generosa y entregada por no decir otra cosa. Tambi¨¦n sonaron a extempor¨¢neas ciertas afrentas, provocadas seguramente por la necesidad de "defender un proyecto que funciona", y en especial la de que "lo mejor est¨¢ por llegar". Y estuvo igualmente poco afortunado cuando se le requiri¨® por su arrogancia y se defendi¨® con el argumento de que la junta act¨²a de manera colegiada con "la naturalidad y normalidad de las grandes organizaciones" que superan "una crisis de crecimiento". Laporta vino a decir m¨¢s o menos que es el m¨¢s grande y pregunt¨® por el guapo que se lo discut¨ªa. Ayer no se oy¨® a nadie.
Muy sobrado como defensor de su obra de gobierno, Laporta estuvo solemne como aspirante a la presidencia. Una vez que le han llevado de mala gana a los comicios, no s¨®lo se mostr¨® respetuoso con el proceso electoral sino que procur¨® dignificarlo con decisiones inequ¨ªvocas como la de elegir el mismo eslogan, el mismo jefe de campa?a, el mismo asesor y hasta el mismo color amarillo con los que alcanz¨® el palco del Camp Nou. Los tonos son m¨¢s suaves y la campa?a es menos estridente. Y, entre medio, se ha ca¨ªdo gente importante como Rosell. Laporta, sin embargo, sigue siendo reconocible porque es la misma persona que triunf¨® ante los poderes f¨¢cticos del pa¨ªs, frente al nu?ismo sociol¨®gico y otras alternativas.
La diferencia entre las elecciones de 2003 y las de 2006 no est¨¢ en Laporta sino en sus rivales. A pesar de que le han obligado a comparecer un a?o antes de lo previsto, hoy no tiene otro adversario que si mismo, motivo de sobras para pensar que se celebra un juicio sumar¨ªsimo m¨¢s que unos comicios. As¨ª que, salvo sorpresa, no se hablar¨¢ de programas ni de alternativas sino exclusivamente de Laporta. Y a juzgar por la comparecencia de ayer, a Laporta se le ve puesto y desafiante. Agrandar una declaraci¨®n de intenciones ganadora y aguantar a pie firme la bater¨ªa de preguntas de la prensa, convertida en el fiscal de un proceso que a veces parece consistir en arrancar del encausado la declaraci¨®n de "por mi culpa, por mi grand¨ªsima culpa", tiene su m¨¦rito, por mucho que se le pueda acusar de montar un numerito innecesario porque nadie duda de su reelecci¨®n. Laporta es vulnerable como presidente, al punto que se le puede obligar a adelantar las elecciones y chafar el acto de mayor grandeza con el que so?¨® -la recepci¨®n en la ONU para presentar el acuerdo con UNICEF-pero no tiene rival como candidato ni quien discuta su obra deportiva porque Rijkaard es el entrenador por decisi¨®n suya.
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