El problema de la inmigraci¨®n

Al cura Joaquim Giol, una vida dedicada a la inmigraci¨®n, le molestaba la luz y se hab¨ªa puesto gafas oscuras para evitar el lagrimeo a consecuencia del resfriado. Examinaba el expediente de regulaci¨®n de un subsahariano cuando se quit¨® las gafas para secarse los ojos. Al ver l¨¢grimas resbalando por las mejillas del cura, el pobre negro gimi¨®: "?Tan mal est¨¢ lo m¨ªo, padre?". He recordado esta historia leyendo en varios diarios que en los ¨²ltimos cinco d¨ªas han llegado a Canarias 1.000 inmigrantes. Con el problema de la inmigraci¨®n seguimos sin saber qu¨¦ hacer. Tema dif¨ªcil de resolver, ante el que hemos reaccionado nombrando para afrontarlo a gente sin experiencia. De la decena de m¨¢ximos responsables de inmigraci¨®n que han pasado por el cargo, me han asegurado que s¨®lo uno sab¨ªa de qu¨¦ iba el problema. Del paso de los dem¨¢s se recuerdan frases tan pintorescas como "vengo al cargo para aprender"; o "la verdad es que, siendo sincero, no s¨¦ por qu¨¦ estoy aqu¨ª"; o "bueno, ?vosotros c¨®mo lo veis?". Cuando cesaron en el cargo, todos, mecachis, lamentaron dejarlo justo cuando del tema empezaban a saber algo, o eso cre¨ªan, los muy ingenuos. Dado que es dif¨ªcil encontrar un ministerio que no est¨¦ afectado por la llegada masiva de inmigrantes, sugiero a Rodr¨ªguez Zapatero que Inmigraci¨®n, con may¨²scula, dependa de Presidencia del Gobierno para facilitar la coordinaci¨®n de lo que hasta hoy se lleva con una descoordinaci¨®n superior, aunque en principio pueda parecer dif¨ªcil de superar, a la que se da entre las fuerzas de seguridad.