Glosa sobre Israel
Don Mario Vargas Llosa, en la s¨¦ptima y ¨²ltima entrega de su reportaje "Israel / Palestina: paz o guerra santa", titulada 'Los justos' (EL PA?S, 8 de octubre de 2005), tras contarnos su entrevista con un historiador israel¨ª, Illan Pappe, escribe lo siguiente: "Fue una de las ¨²ltimas entrevistas que tuve en Israel, en esas dos semanas enloquecidas, en las que, constantemente, ten¨ªa que luchar contra la tremenda impresi¨®n que me hab¨ªa causado la situaci¨®n del pa¨ªs. Un pa¨ªs que ha crecido, se ha enriquecido y se ha vuelto tan poderoso que -ojal¨¢ me equivoque- podr¨ªa seguir viviendo as¨ª muchos a?os, sin la menor urgencia de resolver su problema con los palestinos. Porque lo cierto es que, por dolorosos y terribles que sean, en lo individual y familiar, los atentados terroristas s¨®lo son unos peque?os rasgu?os en la piel de ese elefante que es ahora Israel, algo que no amenaza su existencia, ni sus altos niveles de vida, ni, ay, su conciencia. Todav¨ªa peor: en cierto sentido, a diferencia de lo que ocurre con los palestinos -donde el conflicto se plantea en t¨¦rminos de supervivencia, de vida o de muerte- para los israel¨ªes el conflicto ha pasado a ser m¨¢s bien marginal, una rutina en la que el poderoso Ej¨¦rcito se entrena, actualiza y refuerza. Como escribi¨® alguna vez Shlomo Ben Ami, Israel se ha vuelto un pa¨ªs que no sabe vivir en paz, s¨®lo en la guerra".
Desde luego que, en l¨ªneas generales, mal podr¨ªa yo dejar de estar de acuerdo con Vargas Llosa sobre la cuesti¨®n: los palestinos jam¨¢s podr¨¢n destruir Israel; y cada d¨ªa que pasa est¨¢n m¨¢s lejos de ello; no s¨®lo por su propia delirante insensatez, sino porque Israel, con el incondicional apoyo de los americanos, est¨¢ dispuesto a que se destruya el mundo antes que perecer. El conflicto es, como siempre, fundamentalmente, entre soberbias: lo terrible de esta forma de parang¨®n est¨¢ en que la magnitud comparativa de dos soberbias enfrentadas nunca guarda proporci¨®n con lo que los cl¨¢sicos llamaban "la correlaci¨®n de fuerzas en presencia"; la soberbia del d¨¦bil es muy a menudo de igual magnitud o hasta mayor que la del fuerte. Los fuertes, naturalmente, cuentan con esa soberbia y juegan con ella a su capricho. ?ltimamente es un cap¨ªtulo esencial del arte diplom¨¢tico; un ardid ilustrativo es, por ejemplo, el de saber aquilatar las condiciones de un ultim¨¢tum en la medida justa para que desborde el l¨ªmite de soportaci¨®n de la soberbia del contrario. (La soberbia del d¨¦bil, dicho sea de paso, no es menos siniestra que la del fuerte: si los americanos se niegan a pagar rescate por los secuestrados, alegando que eso ser¨ªa "darles una victoria a los terroristas", los jefes de Ham¨¢s siguen neg¨¢ndose a entregar su reh¨¦n cuando pasan ya de 150 los palestinos matados en Gaza por los israel¨ªes, mientras que Hezbol¨¢ rechaza como "humillante" un alto el fuego que comporte la entrega de sus dos rehenes israel¨ªes "sin contrapartidas").
La diplomacia de los israel¨ªes parece seguir las pautas de la de los americanos, ya sea a causa de su acrisolada amistad y complicidad, ya sea por tener ambos pa¨ªses, cada uno en su terreno, un potencial militar inmensamente superior al de sus eventuales enemigos. Ya dos grandes periodistas norteamericanos, Walter Lippmann y James Reston, se?alaron -en distintos tiempos- los especiales condicionamientos de la diplomacia americana, relacionados con el vector cardinal sobre el que gira, m¨¢s que en ning¨²n otro pa¨ªs del mundo, la vida y el af¨¢n de los americanos: el de ganar o perder. La diplomacia no produce un ganador y un perdedor; el que puede ganar con las armas se hace de menos si se pone a pactar con la palabra, porque las armas son el medio natural, directo, noble, bello, honroso, viril, valiente, patri¨®tico y, finalmente, "hist¨®rico". Tan grande es hoy la decadencia y, sobre todo, el desprestigio de la diplomacia, que no ha faltado quien equipare un pacto con la aceptaci¨®n de una derrota: el general guatemalteco don ?scar Humberto Mej¨ªa V¨ªctores -recientemente demandado por un juez espa?ol por los delitos de genocidio, terrorismo, asesinato, torturas y detenciones ilegales-, entrevistado por los periodistas cuando fue elegido presidente del pa¨ªs, a la pregunta de si pensaba negociar con la guerrilla, contest¨® que no y a?adi¨® acto seguido: "Quien negocia, pierde"; me lo ha recordado estos d¨ªas de atr¨¢s la consigna, de palabras muy afines, esgrimida en una manifestaci¨®n del victimato espa?ol: "Dialogar es claudicar". Pero donde la degradaci¨®n de la diplomacia ha tocado extremos de abyecci¨®n ha sido en la reciente farsa de Roma, en la que todos han fingido no saber que el juego estaba ya hecho y concertado a tenor de la consigna fijada ya el 18 de julio por la ministra de Exteriores de Israel, Tzipi Livni, con la autorizada legitimaci¨®n incondicional, emitida tal vez menos de 24 horas despu¨¦s, de su "hom¨®loga" Condoleezza Rice: el proceso diplom¨¢tico -dec¨ªa Livni- "no deber¨¢ acortar el plazo para la campa?a del ej¨¦rcito".
Aceptando ahora la opini¨®n de Vargas Llosa de que Israel es "un elefante" frente a los palestinos, dir¨¦ que la valoraci¨®n de "peque?os rasgu?os" para las heridas que ¨¦stos le infligen me parece demasiado leve al menos con respecto a la ¨¦poca de los grandes atentados suicidas y teniendo en cuenta que la poblaci¨®n de Israel rebasa apenas la de la Comunidad de Madrid. Pero ese diagn¨®stico de "peque?os rasgu?os" s¨ª que me parecer¨ªa, en verdad, un hallazgo cumplidamente aprovechable para un diagn¨®stico proporcionado de las heridas infligidas por el terrorismo islamista a ese otro elefante, much¨ªsimo ma-yor, que solemos comprender como "Occidente". La obra del terrorismo en los pa¨ªses del Occidente cristiano, incluido el derribo de los dos rascacielos iguales, no pasa, en efecto, de ser un epifen¨®meno que hace completamente rid¨ªculo el alt¨ªsimo diapas¨®n de los clamores que los intereses pol¨ªticos interiores y exteriores han levantado y, sobre todo, siguen levantando.
En otro art¨ªculo, titulado "Israel y los matices" (EL PA?S, 16-7-2006), se queja Don Mario de que el t¨ªtulo de una rese?a aparecida en el Ha'aretz, al "cambiar el matiz" de lo que ¨¦l dijo en una reuni¨®n, haya desatado una andanada de 199 cartas dirigidas al mismo peri¨®dico, con improperios tan mal¨¦volos como disparatados, que ¨¦l atribuye a que la actual elementalidad de los antagonismos no sabe o no quiere ya pararse a matizar; pero, siendo esto muy cierto, yo le a?adir¨ªa otro factor: la creciente pasi¨®n, totalmente desatada, de encontrar cualquier pretexto para darse por ofendido: todo el mundo anda con un par de orejas como las de una liebre levantadas al viento atentas a captar cualquier m¨ªnimo soplo que de alg¨²n modo podr¨ªa interpretarse como una grave ofensa a su persona, y ya se sabe que los israel¨ªes son especialistas en semejantes susceptibilidades.
Vargas Llosa trata de reivindicarse como "un leal amigo de Israel", y, a mi juicio, concibe muy cabalmente el sentido de la lealtad: un amigo leal no puede nunca ser incondicional, porque la incondicionalidad connota una solidaridad ciega, una adhesi¨®n totalmente indiferente a las cualidades del amigo y a sus cambios de conducta. La lealtad, la no-incondicionalidad, es lo que hace de la amistad un v¨ªnculo virtuoso, frente a los v¨ªnculos del parentesco o la consanguinidad, que no comportan ning¨²n valor moral. Pero citemos al autor: "... el periodista Gideon Levy, cr¨ªtico severo del Gobierno de su pa¨ªs, dijo que ¨¦l militaba contra la ocupaci¨®n de Cisjordania porque no quer¨ªa sentirse avergonzado de ser israel¨ª. Yo, por mi parte, al clausurar el evento, parafraseando a Levy, dije que mis cr¨ªticas a la pol¨ªtica con los palestinos de los dos ¨²ltimos gobiernos de ese pa¨ªs se deb¨ªan a que tampoco quer¨ªa sentirme avergonzado de ser amigo de Israel". Lo curioso del caso es que el propio Gideon Levy fuese el autor de la rese?a del Ha'aretz, cuyo t¨ªtulo dec¨ªa: "Vargas Llosa tiene verg¨¹enza de ser amigo de Israel".
No obstante, para mantenerse "amigo leal de Israel", tiene que interponer Don Mario tan gran n¨²mero de "matices", reservas y condicionamientos que no es del todo extra?o que los siempre dispuestos a darse por ofendidos lleguen a tacharlo hasta de "comunista". En efecto, sus cr¨ªticas y recriminaciones tocan extremos de lealtad dignos de la mayor aprobaci¨®n, pero a la vez sumamente dif¨ªciles de aceptar y agradecer para los que est¨¢n -no digo solamente por sus propios errores y pasiones, sino tambi¨¦n por los de sus enemigos y aun de sus amigos- cada vez m¨¢s tr¨¢gica e ineluctablemente inmersos en las servidumbres de la violencia y la soberbia. Tomemos unas muestras literales. De las condiciones de vida en los territorios ocupados dice: "Son inaceptables, indignas de un pa¨ªs civilizado y democr¨¢tico. Lo afirmo porque lo he visto con mis ojos. Los amigos de Israel tenemos la obligaci¨®n de decirlo en alta voz y censurar a sus gobernantes por practicar en esos territorios una pol¨ªtica de intimidaci¨®n, de acoso y de asfixia que ofende las m¨¢s elementales nociones de humanidad y de moral". Tambi¨¦n recrimina la reacci¨®n militar de Israel por la captura de un soldado israel¨ª, "que ha causado ya decenas de muertos civiles en Gaza". En Los justos manifiesta sus mayores simpat¨ªas por el historiador jud¨ªo Illan Pappe, que tiene en su tierra merecida fama de feroz antisionista; de ¨¦l nos cuenta que se doctor¨® en Oxford con una tesis sobre la guerra de 1948, que asent¨® la independencia de Israel. "Es un tema -cito ahora literalmente a Vargas Llosa- sobre el que ha publicado varios estudios, defendiendo la idea de que, contrariamente a lo sostenido por la versi¨®n can¨®nica del sionismo, aquella guerra constituy¨® una aut¨¦ntica limpieza ¨¦tnica en la que la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n palestina fue expulsada y sus aldeas destruidas a fin de ganar territorios para el Estado de Israel".
Compartiendo esas ideas de Illan Pappe, Vargas Llosa pone en grave entredicho nada menos que "la legitimidad de origen" del Estado de Israel, e incriminando de "inhumano e inmoral" el comportamiento de varios gobiernos (no excluyo que le parezcan m¨¢s plausibles los de Barak o el asesinado Rabin) con los palestinos, menoscaba acerbamente su "legitimidad de ejercicio". Sin embargo, a despecho de tama?as amonestaciones, no ceja Don Mario en sus empe?os amistosos y lanza dos p¨¢rrafos tan abstractos y hasta ambiguos como convencionales, que no acreditan m¨¢s que su buena voluntad conciliatoria: "Muchas veces he escrito que visitar ese pa¨ªs hace treinta y pico de a?os fue una de las experiencias m¨¢s emocionantes que he tenido y que sigo creyendo que construir un pa¨ªs moderno, en medio del desierto, de lineamientos democr¨¢ticos, con gentes provenientes de culturas, lenguas, costumbres tan distintas y rodeado de enemigos, fue una gesta extraordinaria, de enorme idealismo y sacrificio". Y, unas l¨ªneas m¨¢s abajo: "Para m¨ª, el derecho a existir de Israel no se sustenta en la Biblia, ni en una historia que se interrumpi¨® hace miles de a?os, sino en la gestaci¨®n del Israel moderno por pioneros y refugiados que, luchando por la supervivencia, demostraron que no son las leyes de la historia las que hacen a los hombres, sino ¨¦stos, con su voluntad, su trabajo y sus sue?os, los que le marcan a aqu¨¦lla unas pautas y una direcci¨®n. Ning¨²n pa¨ªs exist¨ªa all¨ª, en esa miserable provincia del imperio Otomano, cuando naci¨® Israel".
?Y c¨®mo se compadece semejante sarta de gratuidades flotantes -a la que, como a toda apolog¨ªa ideol¨®gica, no le falta tampoco su grano de miseria- con el detrimento de los important¨ªsimos "matices" que la profesada lealtad hacia Israel le ha exigido a Vargas Llosa reconocer con toda honestidad? Apenas veo que se salve una cosa desde luego tan fundamental como la libertad de expresi¨®n, que hace a Illan Pappe jur¨ªdicamente intocable, a despecho de que socialmente llegue incluso a ser tenido por traidor a la patria.
Pero en su afectado acto de conciliaci¨®n recurre Vargas Llosa a la consabida est¨¦tica de "lo hist¨®rico": admira -o dice admirar- la "gesta" de unos hombres que, "luchando por la supervivencia" (struggle for life), fundaron un Estado. En verdad, choca un poco que un "antiestatista" declarado como Don Mario se entusiasme con el que es el trance m¨¢s duro, m¨¢s coactivo y m¨¢s violento de un Estado: su instauraci¨®n, y m¨¢s si, como aqu¨ª, va acompa?ada por una guerra feroz para el pleno dominio del territorio. Pero, adem¨¢s, Israel no fue, como sugiere la pintura de Vargas Llosa, obra de gentes dispersas y heterog¨¦neas: fue un Estado europeo fundado a ciencia y conciencia por europeos; por numerosas que fueran las comparsas adheridas, el n¨²cleo protagonista fueron los sucesores de las comunidades jud¨ªas que hab¨ªan constituido la flor y nata cultural, profesional e intelectual de las elites de la media y alta burgues¨ªa europea. Lo que se fund¨® en Palestina respondi¨® casi exactamente a lo que, en 1895, hab¨ªa prospectado Theodor Herzl en su obra Der Judenstaat, concebida a ra¨ªz del caso Dreyfus: "Para Europa constituir¨ªamos all¨ª un lienzo de muralla contra Asia; ser¨ªamos el centinela avanzado de la civilizaci¨®n contra la barbarie" (aunque no hab¨ªan sido, ciertamente, "asi¨¢ticos", sino europeos, los que persiguieron a Dreyfus, como europeos ser¨ªan los autores del espantoso genocidio que Herzl tuvo la suerte de no conocer).
Y eso es lo que parece volver a ser hoy en la mente de muchos occidentales, espa?oles incluidos, que aseguran que la defensa de Israel es la de Occidente.
Rafael S¨¢nchez Ferlosio es escritor, premio Cervantes 2004.
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