Cuando las v¨ªctimas proponen el castigo
Cuatro juzgados penales ponen en marcha programas de mediaci¨®n entre acusados y perjudicados
Si a usted le amenazan, pegan o roban, tiene dos opciones. Esperar al d¨ªa del juicio y desear que al detenido le caiga la mayor pena posible, o sentarse a hablar con ¨¦l y decidir entre los dos cu¨¢l es el castigo que se merece. En esto consiste la mediaci¨®n penal, que se ha implantado en cuatro juzgados, tres de Madrid y uno de Navarra,entre octubre de 2005 y marzo de 2006, a trav¨¦s de un programa coordinado con la Asociaci¨®n de Mediaci¨®n para la Pacificaci¨®n de Conflictos y con seguimiento del Consejo General del Poder Judicial.
La ley proh¨ªbe la mediaci¨®n en los casos de violencia de g¨¦nero. En el resto de los delitos, por tanto, est¨¢ permitida. En la pr¨¢ctica, sin embargo, la mediaci¨®n penal no se aplica en las Audiencias Provinciales, que son las que juzgan los delitos mas graves. En Catalu?a, donde el programa de mediaci¨®n se implant¨® en 1998, se ha detectado que los delitos a los que m¨¢s frecuentemente se aplica este sistema son las amenazas, las lesiones y los da?os. En los cuatro juzgados que acaban de ponerlo en marcha y que llevan una treintena de expedientes abiertos, se ha mediado sobre todo en hurtos, robos y lesiones leves. La Asociaci¨®n Apoyo tiene tambi¨¦n un programa de mediaci¨®n penal desde 1999 en Madrid, referida a casos de delincuentes drogodependientes.
Una vez que el delincuente pide perd¨®n, empiezan a mirarse y a hablar
Una v¨ªctima entreg¨® la reparaci¨®n econ¨®mica a la ONG que ayuda a dejar la droga al acusado
Iv¨¢n F. B. y Carmen G. del T. decidieron probar cuando un juez les envi¨® una carta para hablarles de la mediaci¨®n. Iv¨¢n hab¨ªa entrado cuatro a?os atr¨¢s en la casa de Carmen en Alpedrete (Madrid) por una ventana, para robar. Ten¨ªa 19 a?os, estaba en paro, y "desesperado porque no pod¨ªa pagar el alquiler", seg¨²n relata. La due?a le pill¨® con las manos en la masa: 300 euros que le acababa de sacar del bolso. El chico no intent¨® huir. Le devolvi¨® el dinero, fue detenido por la Guardia Civil y reconoci¨® los hechos desde el principio.El juez de lo penal de Madrid en quien recay¨® el procedimiento, Ram¨®n S¨¢ez, crey¨® que la v¨ªctima y el imputado pod¨ªan llegar a un acuerdo. Mand¨® el expediente al fiscal, para que diera el visto bueno, y enviaron sendas cartas a Iv¨¢n y a Carmen para hablarles de la mediaci¨®n. Cuando aceptaron, la mediadora, Esther Pascual, se reuni¨® con ellos por separado. "En la primera entrevista intento ponerles en el lugar del otro", relata Pascual. Despu¨¦s, los cita a los dos juntos.
"Al principio todo es tenso", explica la mediadora. "Ni se miran. Se dirigen a m¨ª todo el rato. Pero en cuanto el acusado reconoce los hechos y pide perd¨®n, empiezan a mirarse a los ojos y a hablar. A los acusados les tengo que ayudar m¨¢s para que expresen lo que sienten", a?ade. El delincuente explica por qu¨¦ lo hizo y la v¨ªctima, lo que le ha supuesto y el miedo que pas¨®. Muchas veces, con broncas incluidas. El juez S¨¢ez recuerda el caso de una mujer a la que tres chicos hab¨ªan roto las lunas de su coche y que los estuvo increpando un rato largo. "?Qu¨¦ os cre¨¦is, que yo no tengo que pagar mi hipoteca o qu¨¦?", repet¨ªa a los avergonzados ladrones. Una vez producida la catarsis, llegan los acuerdos. Deciden el castigo del acusado y la compensaci¨®n de la v¨ªctima.
Algunas veces, los agredidos no aceptan reunirse con el delincuente. Gumer A. G. hab¨ªa quitado el bolso en el metro a una mujer y le hab¨ªa dado un golpe. Ella no quiso verle, pero la mediadora le ley¨® una carta que le hab¨ªa escrito: "Quiero pedirte perd¨®n. Entiendo tu enfado y lo siento mucho de coraz¨®n. No es f¨¢cil subsistir en un pa¨ªs extranjero sin papeles ni dinero ni trabajo". La v¨ªctima lo perdon¨® y le pidi¨® una compensaci¨®n de 210 euros.
Cuando Iv¨¢n se reuni¨® con Carmen por haber entrado en su casa a robar, le pidi¨® perd¨®n y le dijo que no tuviera miedo. "Nunca hab¨ªa robado antes y lo hice en un momento de desesperaci¨®n", asegura. Es un chico t¨ªmido, muy avergonzado de lo que hizo hace cuatro a?os. No ha vuelto a delinquir. Ella decidi¨® que todo el mundo se merece una segunda oportunidad y quiso que hiciera alguna obra social. Todo muy civilizado. Y el sistema tiene ventajas tambi¨¦n para la v¨ªctima. "Suelen perder el miedo que les queda despu¨¦s de una agresi¨®n", se?ala Pascual. "No tienen que pasar por el horror que supone un juicio y son reparados econ¨®micamente. En un procedimiento judicial el acusado se declarar¨ªa insolvente y listo".
Las v¨ªctimas m¨¢s comprensivas son las de mayor edad, seg¨²n coinciden Esther Pascual y Rosa Garrido, mediadora de los Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 32 y 47 de Madrid. Aseguran que la gente joven, que no ha vivido, es mucho m¨¢s intransigente. "Hay veces que las v¨ªctimas se comportan de una forma tan generosa que sorprende", a?ade el juez S¨¢ez. "Un hombre al que hab¨ªa robado un toxic¨®mano que se estaba deshabituando pact¨® con ¨¦l una compensaci¨®n de 120 euros. La v¨ªctima entreg¨® despu¨¦s el dinero a la ONG que estaba ayudando al chico".
Iv¨¢n es pintor, y ofreci¨® a Carmen pintarle la casa. Pero ella no lo necesitaba. Le pareci¨® mejor soluci¨®n que ayudara a alguien sin recursos. Los servicios sociales de Alpedrete han decidido que pinte el portal de un edificio de protecci¨®n oficial. A cambio, el juez le aplicar¨¢ la atenuante de reparaci¨®n del da?o y se le impondr¨¢ la pena m¨ªnima por el intento de robo: seis meses de c¨¢rcel que no cumplir¨¢.
Hace unos d¨ªas se celebr¨® el juicio. Ambos salieron del juzgado sonriendo. "Todos cometemos errores", le dijo Carmen al juez, "y si pueden rectificar, como en el caso de Iv¨¢n, yo estoy encantada de colaborar". El juez S¨¢ez est¨¢ convencido de que es positivo hacer a v¨ªctimas y acusados protagonistas de la soluci¨®n del conflicto -"que es suyo y de nadie m¨¢s", a?ade-. "Aqu¨ª las v¨ªctimas deciden. Nadie habla por ellas".
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