Biescas, una cr¨®nica anunciada
Mi¨¦rcoles, media tarde, d¨ªa 7, can¨ªcula de agosto de 1996. En la tranquilidad de un pa¨ªs en vacaciones surge el desastre. Un chaparr¨®n intenso descarga en la cuenca del barranco de Ar¨¢s, en el Pirineo aragon¨¦s. No es un fen¨®meno desconocido en la zona, pero entonces se a?ad¨ªa un factor nuevo: la presencia de un c¨¢mping instalado sobre el abanico aluvial de este torrente de monta?a. Un raudal de agua, lodo y piedras arrasa todo lo que encuentra a su paso; rebosa las presas y la canalizaci¨®n, ambas a todas luces de capacidad insuficiente, y arrastra tiendas de campa?a y caravanas. Ochenta y siete personas mueren ahogadas, asfixiadas en el barro, aplastadas por las piedras. Familias perdidas, destrozadas. Dolor, dolor profundo por una cat¨¢strofe sin sentido. Cr¨®nica de una muerte anunciada. A las pocas horas de la tragedia se oyen opiniones sorprendentes: "Dios lo ha querido", "ha sido algo excepcional". La Naturaleza, en definitiva, hab¨ªa castigado al hombre. Cobarde exculpaci¨®n administrativa que no supo asumir la barbaridad territorial que supon¨ªa haber permitido la implantaci¨®n de una instalaci¨®n de ese tipo en un espacio de elevado peligro.
Desde 2000 ha habido 300 muertes a causa de la naturaleza que pod¨ªan haberse evitado
No era la primera vez que un barranco se llevaba un c¨¢mping por delante, ni la primera que una inundaci¨®n causaba tantas v¨ªctimas. La historia hidrol¨®gica espa?ola est¨¢ repleta de accidentes de este tipo incluso mucho mayores que el ocurrido en Biescas. Pero Biescas marc¨® un antes y un despu¨¦s en el tratamiento del riesgo de inundaci¨®n en Espa?a. Hubo una afortunada y contundente reacci¨®n de denuncia por parte de la comunidad cient¨ªfica, de algunos t¨¦cnicos de la Administraci¨®n, de algunos pol¨ªticos y de colectivos de defensa ambiental. Y ello result¨® fundamental para provocar un cambio en la consideraci¨®n de los riesgos naturales de nuestro pa¨ªs. Biescas -lamentablemente fue as¨ª- inaugur¨® una nueva etapa en el an¨¢lisis de los riesgos naturales que dej¨® de apostar por la obra civil como soluci¨®n ¨²nica ante estos problemas y pas¨® a considerar el problema de los peligros de la naturaleza con un enfoque integral, como una tarea multidisciplinar que requiere el estudio del antes, del durante y del despu¨¦s de los eventos de rango extraordinario. Biescas dej¨® claro, de una vez, que la alteraci¨®n intencionada de la din¨¢mica de la naturaleza por parte del ser humano suele tener consecuencias poco gratas. Reclamamos seguridad en un mundo de incertidumbres que hemos contribuido a generar nosotros mismos.
Tras el desastre, un largo penar judicial de afectados y familiares de los fallecidos. Una peque?a legi¨®n de abogados, t¨¦cnicos y expertos lucharon con bravura para que se hiciese justicia. Alguno de ellos, con enorme pesar, nos dej¨® como el rayo. Un primer juicio en Jaca, por lo penal, de resultados desesperanzadores para los que hab¨ªan estado luchando por defender la ¨²nica verdad posible. Un segundo juicio, por lo contencioso-administrativo, que vino a poner las cosas en su sitio y a sentar un precedente importante para la consideraci¨®n jur¨ªdica del riesgo de inundaciones en nuestro pa¨ªs. La Audiencia Nacional conden¨® al Estado y a la Diputaci¨®n de Arag¨®n a pagar 11,2 millones de euros a los familiares de las v¨ªctimas, al reconocerse que el suceso era previsible y que el c¨¢mping nunca debi¨® estar situado all¨ª.
En Espa?a carecemos de un par¨¢metro v¨¢lido para delimitar zonas inundables o, mejor dicho, el que legalmente se contempla no sirve. En ¨¢reas con climas de car¨¢cter subtropical, como ocurre en gran parte de nuestro pa¨ªs, el manejo de los denominados "per¨ªodos de retorno" no resulta id¨®neo, al menos con los m¨¦todos de c¨¢lculo hasta ahora manejados. E incluso pueden servir para enmascarar situaciones de riesgo, bajo el paraguas de una supuesta "excepcionalidad" o "imprevisibilidad" que permite exculpar acciones punibles recurriendo a este sofisma.
Diez a?os despu¨¦s, afortunadamente, no se ha registrado una cat¨¢strofe de tanto impacto como aqu¨¦lla, aunque siguen muriendo personas a causa de los peligros de la naturaleza en Espa?a: algo m¨¢s de 300 desde el a?o 2000. Y lo m¨¢s grave es que un elevado porcentaje de ellas podr¨ªa evitarse con medidas eficaces de ordenaci¨®n del territorio. Evitando la ocupaci¨®n de ¨¢reas inundables. La Comisi¨®n Especial de Cat¨¢strofes del Senado, creada tras el desastre de Biescas, culmin¨® con unas recomendaciones de enorme inter¨¦s que sin embargo no se han puesto en pr¨¢ctica. Tal vez, la modificaci¨®n de la Ley del Suelo con la actual obligaci¨®n de clasificar como no urbanizable el terreno con riesgo natural acreditado ha sido, te¨®ricamente, la medida m¨¢s eficaz. Pero la realidad es que en muchas regiones espa?olas se carece a¨²n de mapas de riesgo que permitan acreditar dicho riesgo, con lo cual el art¨ªculo 9? de la normativa estatal del suelo de 1998 no deja de ser un desider¨¢tum. Resulta esperanzador, en este sentido, la obligaci¨®n de incluir cartograf¨ªa de riesgo natural en los procesos territoriales y urban¨ªsticos que contempla el anteproyecto de la nueva Ley del Suelo, recientemente aprobada por el Consejo de Ministros.
La cuesti¨®n es que en Espa?a, diez a?os despu¨¦s, siguen existiendo muchos Biescas, muchas construcciones en ¨¢reas inundables, en un proceso que, en los ¨²ltimos a?os, en lugar de reducirse ha aumentado al amparo del imparable proceso de ocupaci¨®n del territorio que se ha desarrollado en muchas regiones, sobre todo, del litoral. En estos casos, la planificaci¨®n territorial tiene poco que hacer, porque ya se han hecho mal las cosas. S¨®lo cabe esperar que no se desarrolle ning¨²n episodio de rango extraordinario o que se vayan acometiendo obras de defensa puntuales. En Francia, por ejemplo, el c¨®digo de medio ambiente contempla supuestos de expropiaci¨®n para viviendas que ocupan ¨¢reas de riesgo. ?sta es la soluci¨®n necesaria en los casos de elevada vulnerabilidad.
Hace unos meses, el Observatorio Europeo de Ordenaci¨®n del Territorio hac¨ªa p¨²blico su informe sobre el estado de la peligrosidad natural y tecnol¨®gica en el territorio de la UE; los resultados hablan de un riesgo medio-alto en el conjunto de Espa?a, con algunas ¨¢reas que encabezan el r¨¢nking de los territorios europeos de mayor riesgo (litoral mediterr¨¢neo, Pa¨ªs Vasco, Madrid). En los ¨²ltimos a?os, se han puesto en marcha leyes y planes espec¨ªficos de reducci¨®n del riesgo natural desde la ordenaci¨®n del territorio. Son buenos ejemplos las experiencias desarrolladas en el Pa¨ªs Vasco, Catalu?a, Baleares, Comunidad Valenciana y Andaluc¨ªa. La propia UE est¨¢ a punto de aprobar una directiva que obligar¨¢ a realizar estudios detallados de riesgo de inundaci¨®n en todos los pa¨ªses miembros y que deber¨¢n tenerse en cuenta obligatoriamente en todas las iniciativas urban¨ªsticas y de planificaci¨®n territorial. Es el camino a seguir si se quiere promover un gobierno racional y prudente del territorio.
La reducci¨®n del riesgo natural es un compromiso ¨¦tico que incumbe a la Administraci¨®n, a t¨¦cnicos, cient¨ªficos y a colectivos de defensa ambiental y territorial. Porque, en ¨²ltima instancia, se est¨¢ jugando con vidas humanas y vulnerando, cuando ese compromiso no se asume, derechos fundamentales a la integridad f¨ªsica y a la seguridad recogidos en nuestra Constituci¨®n (arts. 15 y 17.1). Las autoridades tienen el deber de llevar a cabo actuaciones que mitiguen los riesgos. Los ciudadanos debemos respetar el medio natural con su complejidad, diversidad y, en ocasiones, con sus peligros. Debe erradicarse, en definitiva, la irresponsable actitud de imputar a la naturaleza la culpa de acciones desarrolladas por el ser humano en un territorio cuyos rasgos f¨ªsicos, sorprendentemente, se ignoran muy a menudo. Es imprescindible una postura de respeto hacia las leyes esenciales de la Naturaleza y hacia los derechos fundamentales del ser humano; una postura que podr¨ªa haber evitado la cat¨¢strofe de Bisecas y que, sobre todo, debe contribuir a evitar que se reproduzcan tragedias como aqu¨¦lla.
Jorge Olcina Cantos es catedr¨¢tico de An¨¢lisis Geogr¨¢fico Regional de la Universidad de Alicante.
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