Por sus nombres los conocer¨¦is
Del mismo modo que cuando visitamos una ciudad desconocida disfrutamos interpretando su nomencl¨¢tor y el porqu¨¦ de los nombres de sus calles, la toponimia coctelera combina homenajes a alquimistas de barra, a lugares, a gremios, a las mujeres que los inspiraron o a los ingredientes que lo componen. Afortunadamente, este urbanismo no ha optado por una denominaci¨®n alfab¨¦tico-num¨¦rica, pr¨¢ctica pero distante, sino que ha preferido recurrir, con los riesgos que eso comporta, a la creatividad. Tambi¨¦n es cierto que en seg¨²n qu¨¦ locales la oferta es tan amplia que se numera, como en esos restaurantes chinos donde el n¨²mero sustituye al nombre y facilita la comunicaci¨®n entre quien paga y quien cobra. El nombre de un c¨®ctel es importante. A veces incluso se convierte en el anzuelo que nos lleva a sentir curiosidad por probarlo. Los hay solemnes e ir¨®nicos, objetivos y exagerados. Leyendo el libro de Carlos Delgado 365 + 1 c¨®cteles, o cualquiera de los compendios de cocteler¨ªa aplicada (Mis 500 c¨®cteles, de Pedro Chicote, por ejemplo, otro cl¨¢sico del g¨¦nero), descubro que existe un c¨®ctel llamado Vaca Caliente. No se trata, deduzco, ni de una groser¨ªa de conductor machista ni de una referencia a la agilidad de una veterana actriz de cine porno. Lo de Vaca Caliente es tan simple como que sus componentes b¨¢sicos son la leche (de all¨ª lo de vaca) y el ron (de all¨ª lo de caliente).
En otras ocasiones, el nombre es casi un chiste, como el TNT, llamado as¨ª por lo explosivo que resulta combinar, en una misma copa, whisky y Pernod (?ojal¨¢ todas las explosiones fueran tan inocuas como las que provoca el alcohol!). El Relax, en cambio, da lo que promete: una infusi¨®n de tila mezclada con ginebra (deduzco que la relajaci¨®n la pone m¨¢s la ginebra que la tila). Chicote tambi¨¦n fue responsable de tres c¨®cteles que parecen bautizados por Luis Mar¨ªa Anson: el Miss Alicante, el Miss Madrid y el Miss Santander. El primero, que homenajeaba la belleza de Conchita Urius, llevaba huevo fresco, granadina y Oporto. El segundo, dedicado a la se?orita Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez, crema de cacao y co?ac. El tercero, dedicado a una se?orita inoportunamente apellidada Obeso, Dubonet, Oporto, jugo de mandarina y de pi?a. De todos, sin embargo, me sigue gustando el Journalist, homenaje a la sed sistem¨¢tica del gremio period¨ªstico. Para un nombre as¨ª era necesario una bebida que estuviera a la altura de los sinsabores de una profesi¨®n marcada por la urgencia, la amargura de las cat¨¢strofes, la euforia de las gestas deportivas, la precariedad contractual y la sombr¨ªa melancol¨ªa de las necrol¨®gicas. Tomen nota: ginebra, vermut rojo, vermut franc¨¦s, zumo de lim¨®n, cura?ao y angostura. Un consejo: no busquen una relaci¨®n causa-efecto entre este noble brebaje y el trabajo period¨ªstico que nos rodea.
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