Poveda se entrega a sus or¨ªgenes
El cantaor deslumbra en el Festival del Cante de las Minas junto a Carmen Linares y Luis de C¨®rdoba
Miguel Poveda entr¨® en el escenario de La Uni¨®n, se sent¨® y, sin decir palabra alguna, solo, sin la guitarra de Chicuelo que luego le acompa?ar¨ªa durante toda la noche, se arranc¨® por ton¨¢s. Y ah¨ª comenz¨® el reencuentro con el p¨²blico del Festival del Cante de las Minas. Un p¨²blico que desde aquella lejana noche del 14 de agosto de 1993, cuando consigui¨® en este certamen la L¨¢mpara Minera y otros premios, le espera siempre como a un hijo que regresa a sus or¨ªgenes.
Toda la noche del pasado domingo, en otra intensa gala flamenca en el antiguo mercado p¨²blico, estuvo dedicada a hijos -eso s¨ª, nada pr¨®digos- del festival. Si Poveda surgi¨® como artista reconocido en la edici¨®n de 1993, en los a?os setenta hab¨ªan triunfado aqu¨ª Luis de C¨®rdoba y Carmen Linares, que le precedieron esta noche en el escenario. El primero, que no ven¨ªa a La Uni¨®n, precisamente, desde el a?o del triunfo de Poveda, obtuvo, de 1972 a 1974, todos los premios importantes; y la segunda, una de las cantaoras imprescindibles de las ¨²ltimas d¨¦cadas, gan¨® en su d¨ªa el premio de cantes bajoandaluces, y, en cualquier caso, estuvo muy ligada al certamen en aquellos a?os, aunque su carrera no haya estado tan marcada por el festival.
La noche no defraud¨®. Luis de C¨®rdoba conserva intacta esa voz dulce y melodiosa que le dio fama entre el gran p¨²blico y que provoc¨® -eran otros tiempos- el rechazo de la ortodoxia mairenista de los a?os setenta. Apoyado por la brillante guitarra de Manuel Silveria, hizo cantes de Levante, grana¨ªna, tientos-tangos, canti?as, buler¨ªas (que no es el palo que mejor va a su voz) y, sorprendentemente, nadie le pidi¨® su famosa colombiana -se?al de que el p¨²blico de La Uni¨®n ha cambiado-. Dej¨® un buen sabor de boca.
Carmen Linares lo ha sido todo en el cante. El tiempo, sin embargo, ha dejado su impertinente huella en su flamenqu¨ªsima voz, lo que a veces se nota demasiado. Ha perdido el br¨ªo de su poderosa garganta, pero mantiene todo el sabor y la sabidur¨ªa que le han dado un justo prestigio. Ofreci¨® un repertorio cl¨¢sico y acab¨® por buler¨ªas, en las que alcanz¨® momentos notables. Sin duda, no fue una gran noche para ella, pero su presencia es siempre un regalo de elegancia flamenca.
Y Poveda. El catal¨¢n, hijo de padres inmigrantes (su padre naci¨® en Lorca, en la Regi¨®n de Murcia), representa hoy parte de lo mejor que ocurre en el panorama flamenco. Ha demostrado sobradamente que el ¨¦xito en este festival no fue casual ni gratuito. Su discograf¨ªa, diversa y creativa, muestra al mismo tiempo un respeto asombroso por la tradici¨®n. Durante su actuaci¨®n el ambiente estuvo cargado de emoci¨®n. Se entreg¨® y cerr¨® una noche soberbia. El p¨²blico, conmovido, lo despidi¨®, puesto en pie, con una larga ovaci¨®n.
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