Los espa?oles chocan con Baala
En la final m¨¢s fr¨ªa de 1.500, Higuero s¨®lo puede ser tercero, Casado cuarto y Gallardo quinto, tras el franc¨¦s y Heshko
Encajonada entre el lanzamiento de jabalina y el salto de altura, entre los aahs, los oohs, las palmadas r¨ªtmicas y los rugidos que provocan en las masas n¨®rdicas ambos concursos, la final de 1.500, que para tantos es uno de los puntos fuertes de cualquier campeonato que se precie, se present¨® como un anticl¨ªmax en el estadio, un par¨¦ntesis en medio de la excitaci¨®n generada en los escandinavos por saltarines y lanzadores. Y como contagiados por la indiferencia -vamos al servicio, un helado por favor- con que se les acogi¨® en la pista, los 12 finalistas de la prueba reina del medio fondo actuaron tal que bur¨®cratas: una prestaci¨®n limpia, sucinta, fr¨ªa, sin estridencias, emoci¨®n ni sobresaltos. El estadio fue una morgue en la que Mehdi Baala, afamado bistur¨ª llegado de Francia diseccion¨® los tres giros y tres cuartos a la pista con precisi¨®n y sin temblar. "La carrera ha sido muy clara, me ha puesto sencillamente en mi sitio", resumi¨® con lucidez Arturo Casado, que termin¨® cuarto. Por delante de ¨¦l, tercero, Juan Carlos Higuero, que logra su primer ascenso a un gran podio al aire libre -y mantiene viva, aunque as¨ª, as¨ª, la llama espa?ola del 1.500-, y m¨¢s adelante todav¨ªa, los dos favoritos: Heshko, segundo, y Baala. Por detr¨¢s de ¨¦l, quinto, Sergio Gallardo.
El mejor equipo, el de los tres espa?oles, no tuvo al mejor rematador. Baala marc¨® a puerta vac¨ªa
Cada uno en su sitio, no s¨®lo Casado. En el que se intu¨ªa despu¨¦s de las semifinales. Baala, como entonces, y con la misma fuerza, decisi¨®n y clase, cambi¨® de ritmo a los 300 metros. Y como entonces, Higuero se fue tras ¨¦l. Y como entonces, fue incapaz de darle alcance. Y, como se sab¨ªa, Heshko no perdi¨® ripio de nada, a la sombra de Higuero en la curva, buf¨®, esper¨®; por su derecha, en la recta, aceler¨®, adelant¨®. No hubo m¨¢s. O eso pareci¨®.
No hubo m¨¢s, quiz¨¢s, por la obsesi¨®n de Higuero, tantas veces criticado por su alienaci¨®n durante las carreras, su despiste, por correr acad¨¦mico, por agarrarse a cuatro normas l¨®gicas, por ser el primero en la cuerda al toque de la campana. La intenci¨®n era n¨ªtida, el movimiento tambi¨¦n. Tras unos primeros 1.000 en los que Casado gui¨® a la manada, la mantuvo en el tempo que m¨¢s le interesaba, el que todos deseaban tambi¨¦n -2m al 800, 3.40m para el final-, se trataba de colocarse delante de Baala, frenar el ritmo, dejar al franc¨¦s en el limbo. Pero en las nubes se qued¨® el burgal¨¦s. Y Casado, que se sinti¨® pesado, que not¨® la lesi¨®n invernal, la falta de trabajo base, mes y medio por lo menos, se qued¨® seco. "Y yo me qued¨¦ sin chispa", dijo Higuero. "El cambio de ritmo que hice para coger la cuerda en la campana me dej¨® tocado, me subi¨® el ¨¢cido l¨¢ctico. Fren¨¦ a Baala, pero cuando ¨¦ste cambi¨® a 300 metros, no pude subir de revoluciones. Lo he tenido tan cerca... Nunca antes hab¨ªa cogido la cuerda el primero".
El mejor equipo, el de los tres espa?oles, como lo defini¨® Casado, no tuvo al mejor rematador. Los goleadores corr¨ªan en otro equipo. S¨®lo tuvieron que empujar el bal¨®n a puerta vac¨ªa despu¨¦s de que los espa?oles les dejaran solos. Primero, Baala, 53,30s en el ¨²ltimo 400, 38,65s en el ¨²ltimo 300, mostr¨® la clase que tan a cuentagotas deja escapar. La que le convirti¨® hace cuatro a?os en campe¨®n de Europa por mil¨¦simas por delante de Reyes Est¨¦vez, el final duro, el cambio largo que le hace imbatible en los campeonatos a los que llega en forma. El franc¨¦s de origen marroqu¨ª, de 27 a?os, es el primero que repite t¨ªtulo en 1.500 despu¨¦s de Steve Cram, el ¨²ltimo de la gran tradici¨®n brit¨¢nica, en 1982 y 1986. Luego Heshko, quien pese a correr espatarrado, nunca pierde el sentido de la carrera, ni olvida la calculadora.
"Soy muy exigente conmigo mismo, pero puedo decir que estoy muy contento con el bronce. Hasta que no ganas una medalla no sabes lo que vale", dijo Higuero. "Pero de todas maneras, estoy mosqueado... Una carrera que ten¨ªa ganada y que he perdido por pegar cuatro cambios en la contrarrecta...". Las ¨²ltimas palabras de Higuero apenas se oyeron, un rugido de los grader¨ªos las apag¨®. Expulsados de la pista los corredores, el estadio volvi¨® a ser propiedad de los saltadores y de los lanzadores. Y un mito de la jabalina, el checo Jan Zelezny, de 40 a?os, hac¨ªa una ¨²ltima reverencia con una medalla de bronce al cuello.
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