El electorado dem¨®crata castiga al senador Lieberman por apoyar a Bush en Irak
El veterano pol¨ªtico pierde las primarias de Connecticut ante un rival contrario a la guerra
?Por qu¨¦ las elecciones primarias para elegir el candidato dem¨®crata al Senado en el Estado de Connecticut se han convertido en noticia principal en los grandes peri¨®dicos y en los informativos de televisi¨®n de Estados Unidos? Porque la disputa se ha visto como un bar¨®metro del sentimiento contra la guerra de Irak, como un refer¨¦ndum sobre la pol¨ªtica de la Casa Blanca y de sus aliados en el Congreso que amenaza con extenderse en las elecciones legislativas de noviembre, en las que se renueva la totalidad de la C¨¢mara de Representantes y un tercio del Senado.
Lieberman, de 64 a?os, es una de las figuras m¨¢s destacadas del Partido Dem¨®crata. Hace seis a?os fue elegido por Al Gore como compa?ero de candidatura en las elecciones presidenciales de 2000. Fue un hito: era la primera vez que un jud¨ªo aspiraba a la vicepresidencia de EE UU. Ahora, tras 18 a?os en el Senado, el 52% de los votantes de su partido ha preferido elegir como candidato en las elecciones de noviembre a un desconocido, Ned Lamont, de 52 a?os, que ha basado su campa?a en su oposici¨®n a la guerra de Irak.
Pero Lieberman no tira la toalla. Ya ha anunciado que se presentar¨¢ como independiente con la esperanza de lograr un nuevo mandato de seis a?os por su Estado natal. A Lieberman le salen las cuentas. El 48% de los votos recibidos en las primarias y la esperanza de que muchos republicanos, atra¨ªdos por su conservadurismo en los asuntos de defensa, decidan darle su apoyo.
Los analistas se?alaban ayer en los peri¨®dicos que el triunfo de Lamont confirmaba un giro a la izquierda del partido, que buscar¨¢ despojar a los republicanos del control del Congreso.
Lieberman, que fue elegido senador en 1988 al desbancar al republicano Lowell Weicker, ha perdido ante un candidato desconocido para 9 de 10 votantes dem¨®cratas hace tres meses. Lamont, que ha tenido un apoyo determinante de los blogs, ha hecho bandera de la guerra de Irak.
Este conflicto se perfilaba como un argumento pol¨ªtico de peso en la campa?a y la victoria de Lamont lo ha probado. Millonario, que ha amasado una fortuna con el negocio de las telecomunicaciones, Lamont bas¨® su campa?a en un duro mensaje contrario a la guerra de Irak y atac¨® a Lieberman por haberla defendido u por defenderla a¨²n. Seg¨²n los cr¨ªticos del dinosaurio dem¨®crata, Lieberman es el mejor aliado del presidente George W. Bush.
Lamont, que hab¨ªa tratado conseguir la nominaci¨®n por Connecticut en los comicios de 1990, acus¨® a Lieberman de ser "un perro faldero" de Bush y afirm¨® que un voto de rechazo a su candidatura ser¨ªa un mensaje "contra la guerra en Irak".
Lieberman ha sido desde el comienzo de la contienda el mayor defensor de la guerra entre los dem¨®cratas, aunque ha discrepado respecto a la forma en que el Ejecutivo de Bush ha gestionado su desarrollo. "Conozco a George Bush", dijo Lieberman durante su campa?a, "he trabajado contra George Bush e incluso he sido contrincante de George Bush y yo no soy George Bush", se defendi¨® el senador ante sus seguidores. Lieberman ha reiterado su clara oposici¨®n a la pol¨ªtica internacional de Bush, aunque asegur¨® que la retirada de Irak en este momento "ser¨ªa un desastre para los iraqu¨ªes y para nosotros".
El apoyo de Lieberman a la guerra de Irak ha sido puro veneno para el senador. Su derrota coincide con la publicaci¨®n de una encuesta de CNN que muestra un claro rechazo de los estadounidenses a la guerra en Irak: el 62% en contra -el mayor porcentaje desde la invasi¨®n en 2003- y s¨®lo el 36% a favor.
Pero Lieberman no es el ¨²nico en su partido en apoyar el esfuerzo b¨¦lico en Irak. Lo hacen tambi¨¦n la senadora por Nueva York Hillary Rodham Clinton y el antiguo gobernador de Virginia Mark Warner, dos pol¨ªticos con aspiraciones presidenciales para 2008.
Robert Kagan defin¨ªa a Lieberman en una columna el pasado domingo en el diario The Washington Post como "el ¨²ltimo hombre honesto". "La pregunta del mill¨®n es", escrib¨ªa Kagan, "?qu¨¦ hace que Lieberman se haya convertido en anatema para el Partido Dem¨®crata y los columnistas de izquierdas que en otro momento apoyaron la guerra de Irak?". ?Por qu¨¦ puede perder las primarias en Connecticut tras tantos a?os de leal servicio a su Estado y al partido? "No ser¨¢ porque es un mal dem¨®crata", se respond¨ªa Kagan, quien pon¨ªa de ejemplo de confianza en el pol¨ªtico que su partido le concediese el honor de ser candidato a la vicepresidencia por ser "un halc¨®n en pol¨ªtica exterior y defensa". No, prosegu¨ªa el analista. "El pecado de Lieberman es de una naturaleza distinta: Lieberman es condenado hoy porque nunca se ha retractado".
La conciencia del Senado
Desde 1988, Joseph Isador Lieberman, ha representado a los dem¨®cratas de su Estado natal, Connecticut, en el Senado. Pero muchos piensan que igualmente podr¨ªa haber representado a los republicanos. Es Lieberman uno de esos pol¨ªticos intercambiables que tanto abundan en Estados Unidos y que tanta extra?eza causan en Europa.
Ahora, su independencia de criterio, que le llevaba a votar en el Senado unas veces a favor de las propuestas de su partido y otras a favor de las republicanas, junto con la impopular guerra de Irak, le han costado la nominaci¨®n dem¨®crata. Pertenece al ala m¨¢s conservadora del Partido Dem¨®crata. En Hollywood le temen por sus denuncias del sexo y la violencia en el cine y la televisi¨®n.
En los temas liberales tradicionales, como el aborto, el control de armas, el aumento de impuestos y los derechos civiles, Lieberman siempre ha estado del lado de su partido. Pero se ha inclinado hacia propuestas republicanas a favor del incremento del presupuesto militar, quiz¨¢ porque su Estado alberga muchas industrias armamentistas.
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