Fuego sin tregua

Por sexto d¨ªa consecutivo, el fuego sigue calcinando los bosques de Galicia, donde ayer al mediod¨ªa se manten¨ªan activos 130 incendios. La superficie quemada en estos d¨ªas es de unas 15.000 hect¨¢reas, tanto como en los siete primeros meses del a?o, lo que suma el equivalente a unos 30.000 campos de f¨²tbol. La gravedad objetiva de estos datos, unidos a las tres v¨ªctimas mortales registradas y a la amenaza directa para n¨²cleos de poblaci¨®n, justifica la alarma ciudadana: pr¨¢cticamente todos los gallegos se sienten personalmente afectados por esta desgracia; y esa alarma justifica a su vez la decisi¨®n del jefe del Gobierno, escarmentado, sin duda, por las cr¨ªticas que recibi¨® el a?o pasado por no interrumpir sus vacaciones tras el incendio de Guadalajara, de viajar ayer a Galicia.

Otra expresi¨®n de la gravedad de la situaci¨®n fue que el Gobierno solicitara oficialmente ayuda en medios t¨¦cnicos (aviones, helic¨®pteros y camiones) de la Uni¨®n Europea, obteniendo respuesta inmediata de Italia, Francia y Portugal. Varias comunidades aut¨®nomas espa?olas han enviado material y personal especializado. Pero, en contraste con esta movilizaci¨®n solidaria, produce cierto descorazonamiento la inercia demag¨®gica y sectaria con que bastantes responsables pol¨ªticos y otros notables vienen reaccionando a la desgracia compartida.

Dir¨ªase que para algunas de estas personas es m¨¢s urgente se?alar un culpable de los incendios que acabar con ellos. Fue imprudente la ministra Narbona al aludir a "actitudes despechadas" de trabajadores a los que no se hab¨ªa renovado el contrato en las brigadas antiincendios como una de las posibles causas de los mismos. Si no hay pruebas, m¨¢s vale guardarse opiniones tan afiladas. La singularidad de los incendios de estos d¨ªas (proximidad a centros urbanos, sobre todo) es llamativa, pero insinuar que hay una conspiraci¨®n organizada para quemar Galicia es irresponsable.

Esas imprudencias han sido a su vez exageradas desde el lado del PP, al deducir de ellas que los actuales gobernantes de Galicia estaban acusando a los anteriores de estar detr¨¢s de los incendios. Que se exija conocer el gallego a una parte de los miembros de las brigadas contra el fuego puede ser criticable, pero no magnificarse como uno de los motivos de la proliferaci¨®n de incendios. Y est¨¢ fuera de lugar que Rajoy acusase ayer a Zapatero de indiferencia por no haber viajado antes a Galicia: no es l¨®gico criticar a la vez un posible error y lo que viene a enmendarlo.

Situaciones catastr¨®ficas que en cualquier pa¨ªs favorecer¨ªan el aplazamiento de las querellas entre partidos suelen ser en Espa?a motivo para radicalizarlas. Es l¨®gico que se exijan explicaciones sobre las medidas adoptadas por los gobernantes, y que se juzgue su respuesta a la emergencia. Pero cada cosa a su tiempo. Ahora, lo importante es poner fin a tanto da?o medioambiental y a tanto sufrimiento de los gallegos, que se han volcado a combatir el fuego. Es muy desmoralizador que en lugar de establecer una tregua que favorezca la respuesta unitaria se busquen motivos para adelantar la bronca.