Un dibujante suelto en Hollywood
Hablar con Ra¨²l Garc¨ªa es hablar de Bugs Bunny, del dibujante de c¨®mics Alberto Breccia, de las pel¨ªculas de Hitchcock... ?l lo reconoce: "Qu¨¦ quieres que le haga, soy un friki". Para una persona que a los ocho a?os invirti¨® sus ahorros en una colecta para levantar una estatua a Walt Disney, es f¨¢cil imaginar lo que supuso trabajar en pel¨ªculas que llevaron a la productora a su segunda edad de oro. "De peque?o so?aba con dos cosas: tener un perro y dibujar para Disney". Mel¨®n, la mezcla de labrador y husky con el que juega en su casa de Los ?ngeles, es la prueba de que ha conseguido el primer sue?o. El segundo ya fue m¨¢s complicado.
En Londres se pas¨® un a?o dise?ando la escena final de ?Qui¨¦n enga?¨® a Roger Rabbit?, ¨¦sa en la que los dibus derrotan al malvado juez Doom. "Fue un honor y una delicia dibujar no s¨®lo a Roger y Jessica Rabbit, sino a Mickey Mouse, el pato Donald... todos los h¨¦roes de mi infancia juntos". Los propios animadores, "en un delirio t¨ªpico de Steven Spielberg y despu¨¦s de tomar unas cuantas cervezas", cantaron juntos la canci¨®n del final de la pel¨ªcula.
"Da un poco de miedo pensar que Schwarzenegger haya llegado a gobernador de California. Recuerda lo que pas¨® con Reagan"
"Lo m¨ªo no tiene remedio. '2001. Una odisea del espacio' y los cl¨¢sicos de Disney me traumatizaron de peque?o y me arruinaron la vida"
Tras el ¨¦xito del conejo Roger y su despampanante esposa, el siguiente paso era ineludible: el estudio que tan buenos momentos hab¨ªa proporcionado al ni?o Ra¨²l. Este madrile?o de 48 a?os lleg¨® en 1991 a Los ?ngeles, donde su primer cometido fue dise?ar al genio de Aladdin. "El primer d¨ªa fue terror¨ªfico, sent¨ªa el fantasma de Disney por los pasillos, que me miraba por encima del hombro y me preguntaba qu¨¦ hac¨ªa yo all¨ª", recuerda. A pesar del p¨¢nico inicial, las condiciones de trabajo eran inmejorables. "El estudio nos dio mucha libertad. Nos trataban como a unos locos encerrados en hangares. Mientras les di¨¦ramos una pel¨ªcula cada dos o tres a?os, nos dejaban hacer lo que quer¨ªamos". Con el "mega ¨¦xito" de La bella y la bestia y Aladdin, las cosas empezaron a cambiar: "Los focos que apuntaban hacia otro lado se dirigieron hacia nosotros y, de pronto, nos exig¨ªan taquillas de 300 millones de d¨®lares cada a?o". Fue entonces cuando se fue de Disney.
En 2001, mont¨® su propio estudio. Despu¨¦s de dos a?os trabajando en un largometraje para el que personajes como Pl¨¢cido Domingo o Salma Hayek -"el qui¨¦n es qui¨¦n de los artistas latinos"- ya hab¨ªan grabado las voces, el proyecto se vino abajo por falta de financiaci¨®n. "Entr¨¦ en una depresi¨®n enorme y tuve que replantearme toda mi carrera".
Su forma de comenzar de nuevo fue recuperar un proyecto que llevaba barajando 20 a?os: una adaptaci¨®n del cuento g¨®tico de Edgar Allan Poe El coraz¨®n delator. Para este cortometraje, Garc¨ªa recurri¨® a Bela Lugosi, 50 a?os despu¨¦s de la muerte del Dr¨¢cula m¨¢s elegante y terror¨ªfico de la historia del cine. En una subasta de Internet, el animador encontr¨® una grabaci¨®n in¨¦dita de la ¨¦poca en la que Lugosi recorr¨ªa Estados Unidos interpretando mon¨®logos. Para un apasionado del cine cl¨¢sico, fue un "milagro" integrar en su pel¨ªcula la voz del actor de Transilvania.
"Yo no s¨®lo me dedico al cine y a la animaci¨®n; es que mi pasi¨®n son el cine y la animaci¨®n", explica Garc¨ªa, que reconoce que 2001 Una odisea del espacio y los cl¨¢sicos de Disney le traumatizaron y arruinaron su vida. Hasta su lema, "Don't panic; it's just a cartoon" [Que no cunda el p¨¢nico, son s¨®lo dibujos animados], se refiere a sus obsesiones. Y es que se define como un puro clich¨¦: "Todos los animadores somos iguales. Cuando se estrena una de Disney, llenamos los cines; y cuando los hijos de los animadores se compran los cromos de la pel¨ªcula en cuesti¨®n, no puedes evitar que se te vaya el ojo para ver si lo tienes".
Del auge de los filmes de superh¨¦roes de los ¨²ltimos a?os, Garc¨ªa dice que por fin se est¨¢n haciendo decentemente. "El ¨²ltimo Superman no tiene nada que envidiar al de Christopher Reeve, con el que crecimos de peque?os; y V de Vendetta o Sin City respetan muy bien el esp¨ªritu original del tebeo". El cine espa?ol le queda un poco m¨¢s lejos. "No entiendo que una cinematograf¨ªa como la espa?ola, hecha por francotiradores, tenga tal cantidad de producciones que nadie ve", asegura. "Cuando en navidades llego a mi casa de Madrid y veo la pila de 60 DVD que me manda la Academia, la mayor¨ªa no me suenan de nada" ?Y qu¨¦ opina de que los grandes museos se hayan abierto a manifestaciones de la cultura popular, como el c¨®mic o la moda? "Perfecto. Cualquier posibilidad de da?ar los d¨¦biles cerebros de los ni?os con este tipo de cosas me parece bien", responde entre risas.
Garc¨ªa piensa que no tardar¨¢ mucho en abandonar Los ?ngeles, "una ciudad en la que el coche eres t¨² y t¨² eres el coche, donde ni siquiera hay aceras para andar". Mientras tanto, dice sentirse un marciano en un pa¨ªs en el que "la poblaci¨®n est¨¢ dormida". "Casi nadie va a votar, y el que va, lo hace en funci¨®n de los chistes de Jay Leno en televisi¨®n. Llegar¨¢ un momento en que las elecciones se convertir¨¢n en un concurso de belleza. No encuentro ning¨²n argumento racional que explique que Bush est¨¦ en el poder". Le da miedo que Terminator mande en California, su Estado de adopci¨®n. "Que Schwarzenegger haya llegado a gobernador dice mucho de c¨®mo funciona aqu¨ª la pol¨ªtica. Recuerda, Ronald Reagan". Al despedirse, Garc¨ªa avisa de que su madre es la juez m¨¢s dura sobre las rese?as que salen en prensa acerca de su hijo. "Seg¨²n ella, siempre digo lo mismo. Pero no me voy a inventar mi biograf¨ªa en cada entrevista". A ver si ¨¦sta le gusta.
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