Beirut, arrasada en el sur, sin novedad en el norte
Los bombardeos sobre la capital libanesa s¨®lo dejan a salvo los barrios cristianos
Es dif¨ªcil saber qu¨¦ resulta m¨¢s impresionante: los suburbios del sur de Beirut arrasados por la aviaci¨®n israel¨ª o los barrios que fueron abandonados a toda prisa en la noche del jueves al viernes. Son lugares que se presentan como ciudades fantasmas, todav¨ªa intactos, pero vac¨ªos. M¨¢s al norte, sobre todo en Hamra y en las zonas cristianas como Achrafieh, la normalidad es absoluta, casi surrealista ya que es posible escuchar un bombardeo desde la terraza de un caf¨¦ Starsbuck en una tranquila plaza.
En los 31 d¨ªas que dura esta guerra, Israel ha cumplido sus amenazas. Tras cubrir con octavillas zonas de mayor¨ªa chi¨ª, conminando a sus habitantes a salir con lo puesto y provocando un nuevo ¨¦xodo, un intenso bombardeo despert¨® a medio Beirut al alba. Entrar en los suburbios atacados es sumergirse en una pel¨ªcula de la serie Mad Max. Entre los escombros, los edificios derrumbados, el asfalto reventado, el polvo, el olor a pl¨¢stico quemado, los cristales rotos y los coches destrozados por la onda expansiva de los misiles, un grupo de hombres toma caf¨¦ en la puerta de un comercio. R¨¢pidamente aparecen en motocicletas un grupo de milicianos de Hezbol¨¢, con pistolas al cinto y radios. Son ellos los que se ocupan de garantizar la seguridad en las zonas atacadas, evitar los saqueos y controlar qui¨¦n su mueve por all¨ª y por qu¨¦ motivo.
"Me fui hace cuatro d¨ªas y he venido a comprobar si queda algo de mi casa. Est¨¢ destrozada", relata Mar¨ªa, de 50 a?os, que ahora vive en un barrio de las afueras, todav¨ªa seguro. Un poco m¨¢s all¨¢, mientras los veh¨ªculos atraviesan las calles a toda velocidad, un hombre carga un par de maletas en un coche. Yihad, de 33 a?os, se fue hace dos d¨ªas al pueblo del que proviene su familia, en el valle de la Bekaa. "Mi casa no ha sido alcanzada, pero me temo que no durar¨¢ mucho en pie", asegura nervioso, impaciente por irse.
Conforme se viaja hacia el interior del barrio Haret Hreik, el coraz¨®n de Hezbol¨¢ en Beirut, la destrucci¨®n es total y no queda pr¨¢cticamente ning¨²n edificio intacto. "Aqu¨ª s¨®lo viven civiles. Pero los libaneses creen en Al¨¢ y resistir¨¢n", manifiesta uno de los milicianos de Hezbol¨¢, mientras sus compa?eros dedican todo tipo de improperios a Bush y a Israel. Luego, el hombre, que parece estar al cargo, agrega: "Es hora de irse. Van a volver los aviones". No se equivoca: una hora y media m¨¢s tarde los F-16 volvieron a bombardear.
El nuevo ataque ha provocado otra oleada de refugiados y desplazados, casi una cuarta parte de los cuatro millones de libaneses ya no vive en su casa. "No pienso volver. Cuando esto pase regresar¨¦ al sur", se?ala Hasan Muhamad Trad, de 35 a?os, un chi¨ª que abandon¨® el jueves por la noche el barrio Chiah, en un parque del centro de la capital, donde llegan los desplazados que todav¨ªa no tienen un lugar en el que instalarse. "Hemos resistido hasta ahora, pero el jueves nos tuvimos que marchar", explica en una escuela una mujer que se fue tambi¨¦n como pudo de uno de los barrios amenazados. Unas cuantas bolsas de pl¨¢stico sobre una mesa escolar son quiz¨¢s lo ¨²nico que queda de su casa. Est¨¢ a apenas un cuarto de hora en coche, pero no piensa ir.
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