G¨¹nter Grass divide Alemania
Mientras algunos intelectuales creen que m¨¢s vale tarde que nunca, otros cuestionan el Nobel del escritor alem¨¢n tras confesar su paso por las SS.
La revelaci¨®n del novelista alem¨¢n G¨¹nter Grass, de 78 a?os, en el peri¨®dico Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ) de que sirvi¨® en la Waffen-SS durante la II Guerra Mundial ha provocado en Alemania reacciones tanto de indignaci¨®n como de aprobaci¨®n. Mientras algunos intelectuales enarbolaban el m¨¢s vale tarde que nunca, otros reprochan a Grass haber tardado 61 a?os en decir la verdad e incluso cuestionan su premio Nobel de Literatura, que recibi¨® en 1999.
El Nobel de Literatura "no le fue concedido a alguien de quien se sab¨ªa que en su juventud hab¨ªa estado en la Waffen-SS y lo hab¨ªa ocultado durante mucho tiempo", declar¨® el cr¨ªtico literario Helmut Karasek. Grass se merec¨ªa el premio como ning¨²n otro alem¨¢n, reconoce Karasek, "pero ahora de repente todo aparece bajo una nueva luz". El mismo a?o que Grass recibi¨® el premio Nobel le fue concedido tambi¨¦n el Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras. El hecho de que el novelista perteneciera a la Waffen-SS a los 17 a?os es en s¨ª "una peque?ez, si no fuera porque fue ¨¦l el que agit¨® la porra de la moral con m¨¢s frecuencia", a?ade Karasek.
Su viejo enemigo Reich-Ranicki declar¨® que no dir¨¢ "ni una palabra" sobre el asunto
Arnulf Baring: "Uno se pregunta angustiado por qu¨¦ no sac¨® fuerzas antes para decir la verdad"
Helmut Karasek: "El Nobel no le fue concedido a alguien de quien se sab¨ªa que hab¨ªa estado en las SS"
Michael Wolffsohn: "Con su silencio queda desvalorizada la obra moralizadora de Grass, no la de ficci¨®n"
G¨¹nter Grass, el escritor vivo m¨¢s reconocido de Alemania, siempre se apresur¨®, en debates sobre la culpabilidad hist¨®rica, a levantar el dedo contra quienes relativizaban la culpa de los alemanes. Era la conciencia de la naci¨®n. "El ap¨®stol de la moral se baja del pedestal", titulaba ayer uno de sus editoriales el diario de Colonia K?lner Stadtanzeiger. Los alemanes revisan ahora, decepcionados, todos los debates sobre la memoria hist¨®rica en los que particip¨® Grass y sienten que su silencio es tan grave y ofensivo como una monumental mentira.
"Esto llega un poco tarde", declar¨® ayer el escritor Walter Kempowski al berlin¨¦s Der Tagesspiegel. Kempowski advierte sin embargo de que para el autor de El tambor de hojalata tambi¨¦n vale la m¨¢xima b¨ªblica "quien est¨¦ libre de culpa que tire la primera piedra".
"Con su silencio perseverante queda desvalorizada la obra moralizadora de Grass, no la de ficci¨®n", sentenci¨® el historiador Michael Wolffsohn en un art¨ªculo publicado en el portal de noticias Netzeitung. "Cuando preguntan a G¨¹nter Grass si no se le pas¨® el momento oportuno para hablar de su pertenencia a las SS, responde que no lo sabe. Yo s¨ª lo s¨¦", sostiene Wolffsohn. Para este historiador nacido en Israel, la ocasi¨®n hubiese sido en 1985, cuando el entonces canciller Helmut Kohl y el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, realizaron juntos una visita al cementerio de Bitburg, donde tambi¨¦n estaban enterrados miembros de las SS. "Por lavar la imagen de las SS, y en especial de la Waffen-SS, Reagan y Kohl fueron criticados por muchos, dentro y fuera de Alemania. Entonces, en abril de 1985, G¨¹nter Grass ten¨ªa que haberse levantado y declarado: 'Yo tambi¨¦n estuve ah¨ª".
Friedbert Pfl¨¹ger, secretario de Estado de Defensa y candidato democristiano a la alcald¨ªa de Berl¨ªn, tambi¨¦n hubiese considerado el debate sobre Bitburg un buen momento para esta revelaci¨®n. "Entonces ten¨ªa que haber empleado su notoriedad para explicar al mundo c¨®mo pudo ocurrir que en la Alemania nacionalsocialista personas j¨®venes fueran a parar a la Waffen-SS. El coraje civil no consiste s¨®lo en pronunciarse de manera moralizadora cuando no cuesta, sino tambi¨¦n cuando uno tiene algo que perder", declar¨® Pfl¨¹ger al diario berlin¨¦s B.Z.
"La confesi¨®n de Grass merece gran respeto. Pero uno se pregunta angustiado por qu¨¦ no sac¨® fuerzas antes para decir la verdad", declar¨® el historiador Arnulf Baring al saber la noticia. Para el escritor Ralph Giordano, de 83 a?os, la revelaci¨®n no llega demasiado tarde. "He conocido gente que no ha reconocido hasta los 80 u 85 a?os los errores cometidos", declar¨® Giordano a la agencia de noticias Dpa. "Para m¨ª no pierde por esto credibilidad moral, de ninguna manera", a?adi¨® Giordano.
"Grass deber¨ªa decirnos por qu¨¦ no ha escrito sobre eso hasta ahora. Ha tenido en el pasado muchas oportunidades para decirlo", declar¨® al Tagesspiegel el escritor Erich Loest. Su colega Dieter Wellershoff cree, por su parte, que no hay que juzgar moralmente a Grass. "Uno vive en el mundo en el que le toca nacer", dijo Wellershoff al K?lner Stadtanzeiger. M¨¢s ben¨¦volo result¨® ser el fil¨®logo y escritor Walter Jens, que consider¨® la salida del armario de Grass "proporcionada, precisa y razonable". "Un maestro de la pluma hace examen de conciencia y piensa: ?qu¨¦ has olvidado contar a lo largo de tu vida? El ha hecho eso y merece mi respeto", explic¨® Jens, que sostuvo que es tarde, pero no demasiado.
Para decepci¨®n de los amantes del despellejamiento p¨²blico, no quiso pronunciarse el cr¨ªtico Marcel Reich-Ranicki, viejo enemigo de Grass. Reich-Ranicki declar¨® a la Dpa que no dir¨¢ "ni una palabra" sobre el asunto porque no est¨¢ obligado a hacerlo.
"Cuando Grass no deduce de las encuestas que le conoce el 102% de los alemanes, entonces se le ocurren cosas como esta", declar¨® el escritor Klaus Theweleit. Se trata de "la acci¨®n publicitaria de un adicto a la exposici¨®n p¨²blica que acaba de escribir un nuevo libro", a?adi¨® Theweleit en alusi¨®n al libro de memorias Beim H?uten der Zwiebel (Pelando la cebolla) que Grass est¨¢ a punto de publicar.
Los miembros de la Waffen-SS, un cuerpo armado que en los procesos de Nuremberg fue calificado de "organizaci¨®n criminal", estaban dedicados entre otras labores a la vigilancia de los campos de concentraci¨®n y exterminio y eran temidos como los m¨¢s sanguinarios del r¨¦gimen nazi. Grass asegura que en los tres meses que estuvo en la Waffen-SS no dispar¨® "ni un solo tiro".
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