El bikini cumple 60 a?os
Benidorm, Marbella y Santander se disputan el haber sido las primeras en saltarse las r¨ªgidas normas de la moral franquista en los a?os cincuenta
Cumple 60 a?os y est¨¢ en pleno vigor, aunque hay quienes ya lo han jubilado y lo han cambiado por el tanga o el top-less. El bikini es todav¨ªa la prenda de ba?o preferida por la mayor¨ªa de mujeres. Su origen, como la mayor¨ªa de inventos, tiene una relaci¨®n militar. En junio de 1946 Estados Unidos realiz¨® varias pruebas nucleares en las Islas Marshall, ubicadas en el Pac¨ªfico. Un para¨ªso natural conformado por 1.152 islotes, a cuyos habitantes se expuls¨® para el lanzamiento de las bombas americanas. La comunidad internacional no qued¨® impasible ante los ensayos. Mientras, los modistas franceses Louis Reard y Jacques Heim presentaron en rueda de prensa su ¨²ltima creaci¨®n, una diminuta pieza para el ba?o conformada por dos tri¨¢ngulos sobre los senos y otro debajo de la cintura. Aquello iba a ser un aut¨¦ntico bombazo, como el del atol¨®n Bikini, cuya belleza hab¨ªa quedado casi desnuda desprendida de sus nativos. El uso de la prenda se expandi¨® como la p¨®lvora por todo el mundo, aunque en algunos lugares, como en Espa?a, tuviera que vencer las r¨ªgidas normas morales de la dictadura franquista.
Dos ministros y el arzobispo promovieron la excomuni¨®n del entonces primer edil
El ex alcalde Zaragoza vio al dictador Franco para que autorizara la prenda en Benidorm
Tres son las ciudades que se disputan haber sido las primeras en permitir el bikini en la Espa?a del dictador Francisco Franco. En Benidorm el alcalde, Pedro Zaragoza, lo hizo dictando una ordenanza en 1952, apenas seis a?os despu¨¦s del invento, desafiando las normas de moral impuestas por el r¨¦gimen, lo que a punto estuvo de costarle la excomuni¨®n. Aquella norma municipal permit¨ªa el uso "en todo el t¨¦rmino municipal", y pretend¨ªa conseguir normalizar unas leyes viciadas y ajenas a la realidad de las veraneantes suecas en las playas de la Costa Blanca.
Pedro Zaragoza fue un visionario que consigui¨® transformar el peque?o pueblo de 3.000 habitantes en la principal industria tur¨ªstica de la Comunidad Valenciana. Dos ministros, Luis Jim¨¦nez y Arias Salgado, junto al arzobispo de Valencia, promovieron su excomuni¨®n cuando conocieron el atrevimiento del que tambi¨¦n era Jefe Local del Movimiento. A sus 84 a?os, Pedro Zaragoza todav¨ªa recuerda hoy la angustia con la que vivi¨® aquel momento: "En aquella ¨¦poca una excomuni¨®n no era como ahora. Implicaba que te quedabas sin derechos civiles. Eso afectaba a mi mujer y a mis hijos", explica. El entonces alcalde, con 29 a?os, llevaba dos en el cargo y viaj¨® en moto Vespa a Madrid para entrevistarse con el jefe de Estado.
Era una situaci¨®n l¨ªmite que requer¨ªa una soluci¨®n tambi¨¦n extrema. Pedro Zaragoza consigui¨® que el general le recibiera, logrando de ¨¦l un acuerdo t¨¢cito envuelto en la sonrisa gallega del dictador. Es decir, Franco no desautoriz¨® a sus ministros, "ni hab¨ªa dicho que s¨ª ni que no, pero... se hab¨ªa sonre¨ªdo", recuerda. Y esto, para Zaragoza ya era todo.
Adem¨¢s, fue quiz¨¢ el gesto tan inusual y pintoresco, y la franqueza del joven alcalde, lo que singulariz¨® y le vali¨® en lo sucesivo la amistad personal de Franco. "Me dijo que cuando tuviese problemas gordos me dejase de gobernadores y ministros y acudiese directamente a ¨¦l", a?ade. Pedro Zaragoza se?ala con orgullo: "Y el General¨ªsimo dio ¨®rdenes para que las puertas del Pardo estuvieran abiertas para m¨ª, porque le dec¨ªa la verdad". As¨ª fue c¨®mo Benidorm y su alcalde se conocieron en toda Espa?a. Y as¨ª se gan¨® en la capital de la Marina Baixa una importante batalla tur¨ªstica: la del bikini, que desde entonces luci¨® y dej¨® lucir no s¨®lo en las playas, sino en las calles y en las plazas de la ciudad.
Unos d¨ªas despu¨¦s de aquella visita a El Pardo llamaron a la familia para decirle que preparara las camas porque la mujer y la hija del dictador se ven¨ªan de vacaciones a Benidorm: "Aquello signific¨® un gran respaldo para m¨ª frente a quienes hab¨ªan querido excomulgarme. A partir de entonces la familia volv¨ªa todos los veranos".
A pesar de haber evolucionado con modelos tur¨ªsticos diferentes, el bikini consigui¨® imponerse en Marbella gracias a la vista gorda realizada por una persona con tanta autoridad en la Costa del Sol como la que ten¨ªa Pedro Zaragoza en Benidorm, si bien en esta ocasi¨®n, sin mediar autorizaci¨®n escrita. El cura Rodrigo Bocanegra P¨¦rez era omnipresente en la ciudad malague?a, un visionario que controlaba desde su despacho en la iglesia Nuestra Se?ora de la Encarnaci¨®n todos los movimientos pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos de la zona. "No pasaba nada en Marbella que no estuviera bendecido por ¨¦l", afirma el historiador local Francisco Moyano, uno de los mayores estudiosos de la obra de Bocanegra. "Estaba muy bien relacionado con Franco y algunos ministros que sol¨ªan veranear en Marbella. El pueblo tendr¨ªa entonces unos 15.000 habitantes y era muy abierto. En los a?os cincuenta nuestra iglesia era una de las pocas del pa¨ªs donde las mujeres pod¨ªan entrar sin velo, y no dir¨¦ que con minifalda, pero casi", explica Moyano. Bocanegra ten¨ªa sus enemigos, que recuerdan el car¨¢cter caciquil de su gesti¨®n: "Era cura, m¨¦dico, capit¨¢n de la Guardia Civil y alcalde. Lo era todo", se?ala un marbell¨ª conocedor de la historia local. Ante esa autoridad, "ni los m¨¢s papistas que el Papa" iban a cuestionar su decisi¨®n.
La tercera ciudad que se apunt¨® a la carrera compart¨ªa con las dos anteriores su europe¨ªsmo. Los cursos que impart¨ªa la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo en el Palacio de la Magdalena de Santander eran un oasis en la Espa?a de los sesenta, con un grado de libertad que se tra¨ªan consigo las estudiantes francesas. Jos¨¦ Ram¨®n Sainz Viadero, autor de la Gu¨ªa secreta de Santander, recuerda que las jovencitas de la naci¨®n vecina exhib¨ªan sus cuerpos semidesnudos en la bautizada popularmente como bikini beach, en la pen¨ªnsula de la Magdalena, alejada del n¨²cleo urbano. "Era algo que estaba totalmente prohibido. En la misma playa hab¨ªa carteles con la orden de prohibido permanecer sin usar el pantal¨®n de deporte o meyba los se?ores y las se?oras en minifalda", explica Sainz Viadero, que recuerda adem¨¢s que a s¨®lo diez minutos se encontraba otra playa bautizada popularmente como la de acci¨®n cat¨®lica. "Aquello era un reducto de libertad en el que mandaba la fuerza estudiantil. Los j¨®venes aprovechaban para ligar, y algunos practicaban el paleo", que es la forma santanderina de llamar al fisg¨®n.
Al igual que Santander, las poblaciones litorales de la Costa Brava y las islas Baleares fueron incorporando al paisaje costero de forma cada vez m¨¢s normal la prenda de ba?o que exhib¨ªan con total normalidad las turistas europeas, venciendo las reticencias de la moral de la ¨¦poca.
El m¨¦rito de Benidorm, Marbella y Santander fue mayor al tener que superar estos escollos. De hecho, no fue hasta 1965 cuando Raquel Welch pos¨® para la revista Life en una foto para la historia del bikini, casi veinte a?os despu¨¦s de que Reard y Heim tuvieran que contratar a una cabaretista ante la negativa de las modelos de la ¨¦poca a mostrarse p¨²blicamente cubiertas con tan poca tela.
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