Espa?a enamora
El equipo de Pepu Hern¨¢ndez vapulea de nuevo a Argentina, la vigente campeona ol¨ªmpica, y se presenta invicto en Jap¨®n
Espa?a est¨¢ que se sale. Tanto, que la gran pregunta es saber si podr¨¢ mantener este estado de gracia colectivo dentro de 13 o 14 d¨ªas, cuando empiecen los cruces definitivos del Mundial. Pero eso es ir muy lejos. La realidad es que hoy en d¨ªa la armon¨ªa en el juego de la selecci¨®n espa?ola resulta dif¨ªcilmente superable. Por eficacia y tambi¨¦n por belleza, pues desarrolla un estilo que a¨²na cuestiones num¨¦ricas con atractivos elementos como la velocidad, la valent¨ªa, los excelentes movimientos de bal¨®n y un gusto por lo est¨¦tico. No es de extra?ar que el t¨ªtulo de mejor jugador de este torneo se lo haya llevado Juan Carlos Navarro, el mejor exponente de esta forma de entender el baloncesto.
ESPA?A 87 - ARGENTINA 66
Espa?a: Calder¨®n (12), Navarro (20), Jim¨¦nez (4), Garbajosa (9), Pau Gasol (13) -cinco inicial-; Berni Rodr¨ªguez (7), Reyes (11), Cabezas, Fern¨¢ndez (3), Marc Gasol (2) y Sergio Rodr¨ªguez (6).
Argentina: Prigioni (3), Gin¨®bili (14), Nocioni (12), Scola (10), Oberto (7) -cinco inicial-; Delfino (5), Farabello (8), Wolkowyki (5), herrmann y Guti¨¦rrez (2).
?rbitros: Facchini (Italia), Wei Bing (China) y Pukl (Eslovenia).
7.000 espectadores en el Singapore Indoor Stadium.
La clave de tan extraordinario rendimiento hay que buscarla en el ¨¢nimo. Los jugadores del equipo espa?ol llegan a la selecci¨®n encantados de poder pasar un par de meses juntos. El disfrute que encuentran al jugar no tiene disimulo y sus caras son, en muchos casos, bien diferentes a las que muestran durante el resto de la temporada en sus respectivos clubes. Saben que est¨¢n capacitados para lo m¨¢ximo y dado que son gente muy ambiciosa e inconformista en su mayor¨ªa, esto tambi¨¦n es motivo de alegr¨ªa, lo que se refleja partido tras partido. Si a esto unimos que la dosis de talento que atesoran es enorme, la ecuaci¨®n da como resultado una m¨¢quina de jugar al baloncesto. Cada d¨ªa lo han hecho mejor que el anterior, dando pasito a pasito en el afinamiento de su engranaje, para terminar arrasando cuantos rivales les han correspondido. El ¨²ltimo y el m¨¢s ilustre ha sido Argentina. Si en su primer enfrentamiento en Madrid adujeron cansancio por el viaje y el cambio de horario, esta vez no tuvieron excusa alguna. Tampoco la buscaron. Tanto su entrenador como su m¨¢xima estrella, Manu Ginobili, lo reconocieron en la rueda de prensa posterior al partido. "Cuando un equipo te pasa por encima dos veces seguidas, no hay nada que decir".
El partido, m¨¢s que un debate, fue un mon¨®logo. Bast¨® que Espa?a afinase su punter¨ªa a mitad del primer cuarto para que la diferencia fuese agrand¨¢ndose poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Salvo en los primeros instantes, en los que quiz¨¢s abusaron en el lanzamiento de triples, el equilibrio entre todas las facetas del juego fue impecable. Por dentro y por fuera, en ataque est¨¢tico o con contraataques fulgurantes, sometieron a una presi¨®n anotadora a los argentinos que no pudieron seguir. Encima, Pau Gasol, algo molesto internamente por los dos flojos partidos anteriores, marc¨® tendencia con tres tapones en los primeros minutos, que fueron el comienzo de toda una exhibici¨®n defensiva (dejar en 66 puntos a Argentina lo dice todo) independiente de quien estuviese en la cancha. Tambi¨¦n en esto el equipo espa?ol resulta llamativo, pues se presenta en Jap¨®n con once jugadores ¨²tiles y participativos. Toda la plantilla, salvo quiz¨¢s el benjam¨ªn Marc Gasol, todav¨ªa un poco verde. Esto, en un baloncesto tan exigente f¨ªsicamente como el actual, resulta un lujo del que ninguna otra selecci¨®n puede alardear.
El s¨¢bado comienza lo serio. Las nueve victorias no aseguran una futura medalla en el Mundial, pero la forma de conseguirlas augura lo mejor. Y aunque parezca mentira, el equipo espa?ol tiene margen para mejorar. Si a lo visto sumamos el esperado incremento en el rendimiento de Pau Gasol, no debe dar v¨¦rtigo asegurar que Espa?a viaja a Jap¨®n con credenciales suficientes para luchar por la medalla de oro. Independientemente del resultado final, con su juego y el buen rollo que emana, hay que concluir que este equipo gana y adem¨¢s enamora. Que no es lo mismo.
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