De Cortadura a La Caleta
Y ese es el sol. Jos¨¦ Carlos Mart¨ªn tiene 39 a?os. Era fot¨®grafo, en Madrid. C¨¢diz tira, y volvi¨® a su tierra. Tiene aqu¨ª un bar, una moto y tiempo. En Madrid ganaba el doble que aqu¨ª; pero aqu¨ª tiene tiempo. Nos llev¨® en moto, de Cortadura a La Caleta, y recalamos en La Vi?a, el barrio del Carnaval, el barrio. Delante de la puesta de sol, en La Caleta, junto al monumento que mereci¨® el escritor Fernando Qui?ones, Jos¨¦ Carlos mir¨® hacia los castillos y hacia el horizonte: "Mira, y ese es el sol". En C¨¢diz los gaditanos no son s¨®lo titulares de la historia, sino del tiempo, del espacio y del aire. "Mira, y ese es el sol". ?Y son tan felices los gaditanos como dicen, Juan Carlos? "No tienen m¨¢s cojones que ser felices. Mira esta playa, todos jugando cuando ¨¦ramos ni?os. ?C¨®mo no ¨ªbamos a ser felices?". Para ellos, dice, "el placer es fundamental: puede ser que haya guarrillos, impuntuales. ?Pero todos son felices! ?Y todos nos buscamos la vida. A lo mejor te dicen: 'hay paro'. Pues s¨ª. ?Pero todo el mundo trabaja! ?Los que se dan de alta simplemente es que son unos caballeros! Aqu¨ª trabajamos para vivir, no para trabajar!".
"A lo mejor te dicen: 'hay paro'. Pues s¨ª. ?Pero todo el mundo trabaja! ?Los que se dan de alta simplemente es que son unos caballeros!"
Los gaditanos son tan felices desde 1755, cuando se produjo el terremoto. Decidieron entonces que hab¨ªa que vivir al d¨ªa. Se acabaron los ahorros
"?Ha o¨ªdo hablar de la idiosincracia de Cadiz? (...). Todo el mundo oy¨® hablar de ella, pero jam¨¢s nadie la vio"
"Es muy dif¨ªcil sentirse solo. La gente te habla en los autobuses, te interrumpen si est¨¢s en una conversaci¨®n en la que pueden aportar algo"
A los 13 a?os, Manuel Rico se fue de su pueblo gallego y recal¨® en C¨¢diz. "No me he arrepentido", afirma. "Si volviera a vivir me vendr¨ªa otra vez"
Por La Vi?a nos mostr¨® la calle de La Palma como si fuera el mundo, y se par¨® en el bar de Fernando (Fernando Guti¨¦rrez). Fernando se estaba tomando una cerveza con Juanito Villar, cantaor. Est¨¢n ah¨ª, pasando la tarde, muchos d¨ªas. Fernando tiene en su bar recordatorios de los ¨¦xitos de Juanito, y ¨¦ste nos hace leer una cr¨ªtica de 1985, donde le ponen por las nubes. "Con raz¨®n", dicen Fernando y Jos¨¦ Carlos. Fernando form¨® parte, hace m¨¢s de treinta a?os, de aquel conjunto que se llam¨® Los Beatles de C¨¢diz ("los escarabajos trillizos", dice ¨¦l). ?l se parec¨ªa a John Lennon, con su flequillo. Le preguntamos c¨®mo son los gaditanos. "?Los gaditanos? ?De puta madre! Mira, te lo digo: ?los gaditanos somos de las personas que mejor tratamos a las personas en toda Espa?a! Ser buena gente, ?y ser de C¨¢diz, pisha!".
Juanito Villar estuvo quince a?os cantando en Madrid, en Los Canasteros, en Torres Bermejas..., en todos los sitios. Es de aqu¨ª, de La Vi?a; pod¨ªa estar sentado en cualquier sitio, pero est¨¢ sentado en este banquito, hablando, tomando cerveza o whisky. "?C¨¢diz? Lo mejor que tiene es el coraz¨®n: lo abre enseguida". Para ¨¦l, el mejor cantaor ha sido Caracol, "la pureza m¨¢s grande que hab¨ªa en Espa?a". Le preguntamos a Villar por gaditanos. "?Gaditanos? El Charpa, el Pe?a, el Masa, el MacCarhy... Gente del Carnaval... ?Lo tienen todo, no les falta de nada". "?Y c¨®mo pudiste vivir en Madrid, Juanito", le pregunta Jos¨¦ Carlos. "?Si no viv¨ª en Madrid! ?Estuve nueve a?os, y ven¨ªa cada tres meses!". ?De qu¨¦ cantas, Juanito? "De amor y de desamor.Las dos cosas por igual".
?Es verdad, le decimos, que dentro de toda esa alegr¨ªa, los gaditanos siente cierto amargor? "?El amargor que tenemos dentro es el levante! ?Y tambi¨¦n es nuestro!". "?Amargor es dejar esto!", apunta Jos¨¦ Carlos. "Aqu¨ª ni los inviernos tienen esa penita que hay en otras ciudades...!".
?Un misterio, esta felicidad? Jos¨¦ Manuel Garayoa, periodista de La Vanguardia, bilba¨ªno que ha adoptado a C¨¢diz como una ciudad feliz, pasea por los escaparates de La Vi?a; acaba de abrir aqu¨ª una galer¨ªa de arte -Viva La Pepa- y tiene una clave. Los gaditanos son tan felices desde 1755, cuando se produjo el maremoto. Decidieron entonces que hab¨ªa que vivir al d¨ªa. Se acabaron las herencias, se acabaron los ahorros. "?La posibilidad de la muerte s¨²bita los hizo gente feliz!".
Miramos la ciudad desde La Torre Tavira. Un caleidoscopio de luz. Al anochecer, ante La Caleta, la luz anaranjada, los barcos varados como a la espera del mar. Una gozada.
Fernando Fern¨¢ndez. De Cortadura a la Caleta titulaba su secci¨®n en el Diario de C¨¢diz Fernando Fern¨¢ndez, un legendario periodista que muri¨® a mediados de los setenta; Augusto Delk¨¢der, que dirigi¨® ese peri¨®dico, fue director adjunto de ¨¦ste y ahora es consejero delegado de la cadena SER, guarda en su despacho la ¨²ltima cr¨®nica de Fern¨¢ndez; la llevaba en su chaqueta, y estaba escrita para que fuera la ¨²ltima. Ana Rodr¨ªguez Tenorio, que trabaj¨® con ¨¦l, lo recuerda. Una personalidad. R¨¢pido, implacable, pose¨ªdo por la iron¨ªa gaditana, que viene del conocimiento preciso de que el tiempo no existe, ya pasar¨¢... Una vez le pidi¨® a su director un anticipo. Veinte duros. ?Otra vez! El director le insult¨®, y Fernando esper¨® paciente el final de los insultos, hasta que le dijo: "?Y qu¨¦ le parece si me insulta otra vez y me da cuarenta duros?"... Su secci¨®n -De Cortadura a La Caleta- era un homenaje a la ciudad entera, de extremo a extremo, y por tanto era sobre todo el mundo... Beb¨ªa el whisky en botellas de quintos de cerveza, que guardaba en su pupitre; discut¨ªa de todo, y se re¨ªa por dentro. Un d¨ªa alguien que le irritaba sigui¨® irrit¨¢ndole, y ¨¦l se alz¨® de su asiento, levant¨® su dedo curvo, y sin levantar la voz le espet¨®: "Sus muertos, sus muertos, sus muertos".
La idiosincrasia. Jos¨¦ Monforte escribe en La Voz de C¨¢diz. Es periodista, pero ha dejado el ejercicio para dedicarse a la venta de "gastronom¨ªa selecta de la provincia de C¨¢diz". Sigue escribiendo columnas en aquel peri¨®dico. Acaban de publicar (en Qu¨®rum) sus Cr¨®nicas repelladas, sobre los carnavales de 2005, y ah¨ª viene, entre otras, una columna desternillante sobre la idiosincrasia de C¨¢diz: "?Ha o¨ªdo hablar de la idiosincrasia de C¨¢diz? Todo el mundo oy¨® hablar de ella y supo que un carnavalero de pro la puso en yo no s¨¦ qu¨¦ pasodoble y que Juanito el Pecas la cita siempre en sus discursos... Todo el mundo habla de ella pero jam¨¢s nadie la vio. Nadie me ha dicho que salud¨® a la idiosincrasia de C¨¢diz paseando por la Alameda, a la altura de la fuente del ni?o me¨®n. Nadie me dijo jam¨¢s que la viera tom¨¢ndose una tapa de huevos rellenos en el bar Bah¨ªa, ni compr¨¢ndose un cartucho de camarones por la plaza de Mina. Ni siquiera nadie la vio en Zorrilla tom¨¢ndose una media jarra de cerveza. (...) ?Alguna vez la vio parada en El Melli pidiendo el compandi de Soy minero?"
[El compandi, en el lenguaje gaditano, que es un idioma, es el compact disc].
Nosotros quisimos buscar la idiosincrasia de C¨¢diz. Y entre nuestros interlocutores estaban el propio Monforte, y otros de la estirpe de Fernando Fern¨¢ndez... Estaban Lalia Gonz¨¢lez Santiago, la directora de La Voz de C¨¢diz, y Carmen Morillo, que ahora forma parte del Consejo Audiovisual de Andaluc¨ªa. Estaban tambi¨¦n Yolanda Vallejo, columnista, bibliotecaria, y Pepe Jaime, editor, librero, responsable de Qu¨®rum, una librer¨ªa m¨ªtica en C¨¢diz, y que acaba de sufrir un incendio. Ardi¨® todo su almac¨¦n, 30.000 libros, en el centro de C¨¢diz...
Carmen Morillo cree que C¨¢diz es una ciudad donde es m¨¢s f¨¢cil vivir que en otras, "?con un euro lo puedes pasar de miedo!". Jos¨¦ Monforte cree que el car¨¢cter que se le atribuye a los gaditanos "proviene de muchas identidades". Entre las identidades, la playa, "y tanto hablar de ella", dice Yolanda, "y no la cuidamos". Ahora el Ayuntamiento de C¨¢diz (alcaldesa: Te¨®fila Mart¨ªnez) ha lanzado una marca: C¨¢diz es "la ciudad que sonr¨ªe". "Sonr¨ªe C¨¢diz y se r¨ªe Te¨®fila", dice Monforte...
Una ciudad feliz. "Yo creo que s¨ª", dice Carmen Morillo. "Y sobre todo es muy dif¨ªcil sentirse solo en C¨¢diz. La gente te habla en los autobuses, te interrumpe si est¨¢s en una conversaci¨®n en la que ellos puedan aportar algo... Un d¨ªa, en la playa, coment¨¦ que no sab¨ªa d¨®nde dejar a las ni?as, que a mi madre la ten¨ªan que operar. ?Y se ofreci¨® alguien a cuidarlas, sin conocerla de nada! Creo que eso distingue a C¨¢diz: que aqu¨ª nunca te sientes solo".
Monforte: "Aqu¨ª encalamos los veranos. Siguen los desconchados. Pero est¨¢n encalados. Hay problemas, pero se acaban un rato". "Y no se piensa en el futuro, ni en el futuro pol¨ªtico", dice Carmen Morillo. "?Se vive al d¨ªa, por eso se vive tan bien!". "Una forma de entender la vida", dice Lalia. "Que viene del mar", dice Pepe Jaime. "El mar es todo en C¨¢diz". "Cuando uno sale de aqu¨ª se pasa el d¨ªa buscando el mar, en todas partes", dice Yolanda... "?No nos parece C¨¢diz ni Puerta Tierra!". "Un amigo dice que todo lo que hay despu¨¦s de C¨¢diz se puede ver en las postales", dice Carmen Morillo... Hay nostalgia de la playa tal como fue. "?Ahora han puesto cine los veranos!". El fot¨®grafo, Pablo Juli¨¢, que naci¨® en C¨¢diz, subraya esa nostalgia. "??Y qui¨¦n va a echar un polo bajo los reflectores?!".
El Carnaval: cuando la primera guerra del Golfo hubo una pol¨¦mica entre los que quer¨ªan suspenderlo y los que no lo hubieran soportado. Una murga zanj¨® la cuesti¨®n con esta letra: "Ay qu¨¦ barbaridad / va a haber una guerra mundial. / La gente no respeta ni que estamos en Carnaval". El 23-F hab¨ªa un concurso de pe?as. Sigui¨® adelante. Y los pe?istas acudieron vestidos de guardias civiles, unos disfraces que se hicieron con trajes de jardinero.
Yolanda trae la definici¨®n gaditana del estr¨¦s: cuando alguien muestra prisa en una cola (a la que son tan aficionados los gaditanos) siempre hay alguien que te dice: "Quillo, qu¨¦ bulla llevas". Bulla: estr¨¦s. A Morillo le dijo un d¨ªa un alem¨¢n: "Lo que hay que declarar patrimonio de la humanidad es la forma de entender la vida los gaditanos". ?Y c¨®mo es esa forma de entender la vida? La respuesta la da tambi¨¦n Morillo: "Vivir al d¨ªa, y buscar la felicidad tambi¨¦n en los intersticios". "Somos unos viva la virgen. Y no en el sentido religioso", dice Pepe Jaime. "Es que aqu¨ª no pasa nada" (Monforte). "Somos el aut¨¦ntico Estado de derecho. Todos tenemos derechos, y obligaciones ninguna" (Yolanda)... "Cu¨¢ntas herencias se han tenido que dilapidar, cu¨¢ntas fortunas han debido quebrar para conseguir una ciudad como ¨¦sta" (Lalia, imitando a Lampedusa).
Es, dice Morillo, "una casa en ruinas que tiene puertas de caoba y m¨¢rmol de Carrara".
El rinc¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa. Jos¨¦ Mar¨ªa G¨®mez tiene en la calle Torre un peculiar comercio de ultramarinos tras el que se esconde una fabulosa colecci¨®n de tesoros, entre los que hay botellas centenarias, relojes extraordinarios, aparatos de radio que un d¨ªa escucharon Hitler o Churchill, y documentos originales que reflejan el comercio de esclavos que pas¨® por aqu¨ª hasta bien entrado el siglo XIX. ?l tiene 64 a?os, colecciona desde chico. Cuando nos mete en la habitaci¨®n donde huelen a alcohol y a a?os los 6.000 botellines que almacena, parece entrar en un santuario que sabe que no le va a sobrevivir. Nos muestra una mu?eca borrachina: le ofreces leche y hace un gesto; le ofreces vino y se agarra. Le preguntamos por lo que m¨¢s vale de todo lo que colecciona: "Los amigos. Se mantienen con formalidad y respeto". Y le preguntamos por C¨¢diz. ?De verdad es una ciudad feliz? "Ser¨¢ por lo antigua".
Despu¨¦s fuimos al mercado... Manuel Rico alza en brazos una corvina que pesa 35 kilos. La cogieron en C¨¢diz. ?l tiene una historia. A los trece a?os dej¨® su pueblo, La Estrada, en Pontevedra, no hab¨ªa trabajo; recal¨® en C¨¢diz, sus padres desconoc¨ªan adonde se hab¨ªa ido. "No me he arrepentido en mi vida. Si volviera a vivir me ir¨ªa otra vez. ?Y otra vez a C¨¢diz!".
Caballero en la bah¨ªa. Caballero Bonald -almorzamos con ¨¦l y con escritores amigos suyos- vino a C¨¢diz, desde Jerez, cuando quer¨ªa ser capit¨¢n n¨¢utico; se encontr¨® con una ciudad que luego se le iba a parecer a Puerto Rico, a las fortificaciones de Veracruz, al Malec¨®n habanero... "No tiene nada que ver con Andaluc¨ªa. ?Tiene m¨¢s que ver con La Habana que con Jerez!". Le pareci¨® entonces un s¨ªmbolo de la libertad (y de la libertad sexual)... "?Aqu¨ª se hizo entonces el primer concurso de ombligos de se?oritas! Y fue la primera vez que yo encontr¨¦ a muchachas con propensi¨®n a acostarse con hombres...". Para ¨¦l, lo mejor de C¨¢diz es "caminar por las calles de sombra". ?El modo de ser? "Entre el Senado romano y el tubo de la risa". Sus compa?eros de mesa est¨¢n de acuerdo: "El de C¨¢diz no es el impostado humor andaluz, ese de la risa impuesta". Y luego r¨ªen de las ocurrencias de C¨¢diz. Con el poeta est¨¢n Jos¨¦ Ram¨®n Ripoll y Jes¨²s Fern¨¢ndez Palacios, y est¨¢n Ana Rodr¨ªguez Tenorio, la periodista que nos habl¨® de Fernando Fern¨¢ndez, Teresa Romo y Pepa Ramis, las esposas de Ripoll y de Caballero... Fern¨¢ndez Palacios habla del logotipo "Ciudad de la sonrisa". Y hacen bromas con la sonrisa de la alcaldesa... "?Sonrisa?", se pregunta Palacios. "Pues que le pregunten a los que viven en los barrios deprimidos".
Caballero pregunta si quedan pimpis en C¨¢diz. Pimpis, los cicerones locales. Quedan. Hubo un pimpi, cuando Trotsky pas¨® por aqu¨ª, que protagoniz¨® un golpe bien gaditano: un limpiabotas (betunero) le limpiaba los zapatos al revolucionario, y se los limpiaba muy malamente. El pimpi le grit¨®: "S¨¢cale m¨¢s brillo, coraz¨®n, que es Trotsky"... Recuerdan tipos que se han hecho legendarios. Ripoll habla del Cojo Peroche. Alguien le dice: "Mira esta placa: Aqu¨ª naci¨® Pem¨¢n. ?T¨² qu¨¦ crees que van a poner en la casa donde naciste?". "Van a poner: Se vende". Peric¨®n se lleva la palma; el gran cantaor gener¨® leyenda con sus f¨¢bulas. Un d¨ªa disputaba con otro exagerado sobre el tama?o de un pez y el hallazgo de un faro fenicio... encendido. "?Encend¨ªo?". "Bueno, qu¨ªtale veinte kilos al rape y yo apago el faro fenicio".
Para ser un verdadero gaditano, dice Palacios, "hay que tirarse del puente Canal, salir en un coro de Carnaval y cargar un paso de Semana Santa". ?Y si hubiera una palabra para definir a C¨¢diz?, le preguntamos a Caballero Bonald. "Melancol¨ªa", dijo el poeta.
Al anochecer, cuando Jos¨¦ Carlos Mart¨ªn nos dej¨® con su moto ante el mismo mar vaci¨¢ndose, ante el sol enrojecido y poco a poco sombra de lo que fue, esa palabra, melancol¨ªa, parec¨ªa una inscripci¨®n de Cortadura a La Caleta.
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