?Cu¨¢ntos son?
Han aparecido recientemente los primeros resultados que acercan las cifras del padr¨®n municipal a la realidad demogr¨¢fica de Espa?a gracias a la aplicaci¨®n de un precepto de la Ley de Extranjer¨ªa de 2003 adoptado por acuerdo casi un¨¢nime (la ley fue elaborada por el Gobierno del PP y consensuada con la entonces oposici¨®n). Con ello se perfecciona el uso estad¨ªstico del padr¨®n continuo, un instrumento que va camino de situar a Espa?a entre los pa¨ªses con mejor informaci¨®n demogr¨¢fica.
El INE dio cuenta el martes pasado de la no renovaci¨®n de 492.000 extranjeros no comunitarios que, llevando m¨¢s de dos a?os inscritos, no cumplieron con el requisito de renovar esta inscripci¨®n, en la primera ocasi¨®n en que lo exig¨ªa el citado precepto legal. Estas personas, que figuraban en el padr¨®n, no respondieron a m¨²ltiples requerimientos para que ratificaran su presencia y es razonable pensar que, simplemente, no se encuentran en Espa?a. No resulta muy dif¨ªcil para un extranjero empadronarse sin vivir realmente aqu¨ª. Aprovechar un viaje, aunque sea corto, y el domicilio de familiares o amigos para darse de alta en el padr¨®n permite dejar abierta la posibilidad, si m¨¢s adelante se quiere emigrar a Espa?a, de justificar una antig¨¹edad ficticia. Pero, sobre todo, un extranjero que, habiendo residido en Espa?a durante un tiempo, decide marcharse a otro pa¨ªs o volver al suyo, no tiene ning¨²n inter¨¦s en darse de baja en el padr¨®n. No obtiene con ello ning¨²n beneficio y, al omitir el tr¨¢mite, deja abierta la posibilidad de volver un d¨ªa sin haber dejado de estar empadronado, con las ventajas que esto le puede reportar.
Un n¨²mero considerable de extranjeros empadronados no vive en realidad en Espa?a
A la cifra de casi 500.000 eliminados ahora del padr¨®n, hay que a?adir unas 200.000 bajas constatadas en esta operaci¨®n de comprobaci¨®n, que ser¨¢n contabilizadas en 2006, lo que, en total, supone un 39% de los que ten¨ªan obligaci¨®n de renovar su inscripci¨®n. A pesar de lo abultada que parece, la cifra de los eliminados subestima, sin duda considerablemente, el n¨²mero actual de extranjeros empadronados no presentes. En primer lugar, porque nada impide que la misma picaresca funcione para la renovaci¨®n; es un engorro y un gasto al que menos gente recurrir¨¢ si debe hacerse cada dos a?os, pero todo depende del precio que se otorgue a figurar como empadronado. Tampoco afecta esta medida a los nacionales de los pa¨ªses de la UE, que forman todav¨ªa una fracci¨®n sustancial de la poblaci¨®n extranjera en nuestro pa¨ªs (916.000 a 1 de enero de 2006). Muchos de ellos no pasan aqu¨ª todo el a?o y es de suponer que algunos se han marchado sin darse de baja. Pero sobre todo, hay que tener en cuenta que la caducidad de la inscripci¨®n no se aplica todav¨ªa a los que han llegado con posterioridad a diciembre de 2003, lo que representa aproximadamente 1,3 millones de personas a fecha de uno de enero de 2006, que deber¨¢n renovar su inscripci¨®n a lo largo de 2006 y 2007. A sensu contrario, podr¨ªa aducirse que algunas personas han sido dadas de baja indebidamente, porque no todas las que ten¨ªan que renovar su inscripci¨®n se han enterado a tiempo. Esto es posible que haya sucedido en algunos casos, pero es improbable a gran escala, puesto que se han cursado varias notificaciones sin respuesta, a lo largo de unos seis meses. Algunos extranjeros se han podido trasladar a otro lugar de Espa?a sin haber modificado su empadronamiento, pero los que cambian de domicilio, sobre todo si es para afincarse en otro municipio de Espa?a, suelen empadronarse en el nuevo, por ser algo cada vez m¨¢s necesario y ¨²til para la propia persona. El supuesto de que alguien est¨¦ empadronado en dos municipios a la vez resulta cada vez m¨¢s improbable, porque la capacidad t¨¦cnica del INE para detectar duplicidades es ahora muy elevada. De todas maneras, si se da el caso, una de las dos inscripciones debe ser eliminada del padr¨®n.
La conclusi¨®n es que un n¨²mero considerable de extranjeros empadronados no vive en realidad en Espa?a, y de ello se deriva que el n¨²mero de inmigrantes irregulares no puede alcanzar los niveles que se est¨¢n actualmente manejando (entre 700.000 y 1,6 millones). No hay duda de que los sin papeles existen, aqu¨ª como en otros pa¨ªses de fuerte inmigraci¨®n, pero lo que pudo ser en otros tiempos un problema preocupante, podr¨ªa no tener hoy ninguna relevancia estad¨ªstica. La diferencia actual no explicada entre el fichero de permisos de residencia y el padr¨®n, del orden de los 700.000, se reduce considerablemente si se tienen en cuenta las 200.000 bajas constatadas sin contabilizar y la proporci¨®n de extranjeros llegados en estos dos ¨²ltimos a?os que han podido salir de Espa?a sin darse de baja en el padr¨®n, y que previsiblemente no renovar¨¢n su inscripci¨®n, a lo que habr¨ªa que a?adir los comunitarios que siguen dados de alta sin estar en Espa?a, cuyo n¨²mero es muy dif¨ªcil de determinar.
No deja de ser una paradoja que sea en el momento preciso en que se empiezan a recoger los frutos de una medida acertada para poner orden en las cifras de poblaci¨®n, cuando renace la pol¨¦mica sobre el excesivo n¨²mero de irregulares. En realidad, los datos que acaba de difundir el INE demuestran que buena parte de la diferencia entre las cifras del padr¨®n y la de extranjeros con permiso de residencia puede reflejar simplemente la mayor facilidad que exist¨ªa hasta ahora para mantenerse empadronado sin vivir realmente en Espa?a.
Juan Antonio Fern¨¢ndez Cord¨®n, dem¨®grafo, es director del Instituto de Estad¨ªstica de Andaluc¨ªa.
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