Imperdibles inoxidables
El punk modific¨® las reglas de juego del rock y de la industria musical; 30 a?os despu¨¦s sigue con nosotros.
El pasado marzo, los londinenses almacenes Selfridges conmemoraron los 30 a?os del punk. Para evitar el tufo a nostalgia, el mes de exposiciones, charlas y actuaciones fue bautizado como Future Punk, una "interpretaci¨®n en el siglo XXI de la actitud que ha dominado la cultura juvenil -e influenciado la moda- durante tres d¨¦cadas". Aunque se presentaba como una programaci¨®n cultural, se trataba de vender ropa y accesorios con firma -Givenchy, Fendi, Chlo¨¦- a precios asombrosos. La est¨¦tica punk ocupaba finalmente los grandes escaparates de Oxford Street.
Extraordinaria haza?a si se recuerda que, en 1976 y 1977, el punk -encarnado en los Sex Pistols- era motivo de alarma social en el Reino Unido. Alentados por los tabloides, los brit¨¢nicos afilaron las garras y exteriorizaron su rechazo. Los Pistols fueron expulsados de dos discogr¨¢ficas -se dice que el teclista Rick Wakeman exigi¨® que fueran despedidos de A&M- y vieron sus conciertos prohibidos o boicoteados. Llegaron a temer por sus vidas: especialmente durante el jubileo de Isabel II, eran agredidos por la calle y perseguidos por la polic¨ªa; el odio de la naci¨®n se concentraba en ellos. Un odio contagioso: a pesar de su origen irland¨¦s, John Rotten Lydon, el Anticristo del momento, fue encarcelado y procesado en Dubl¨ªn por una bronca de pub.
Los Sex Pistols se autodestruyeron espectacularmente tras una gira kamikaze por las profundidades de EE UU (donde nunca fueron atacados). Aun as¨ª, sembraron con su rabioso ejemplo y la cosecha fue prodigiosa. Hay libros y documentales que rastrean la g¨¦nesis del esplendoroso sonido Manchester hasta los conciertos de los Pistols en aquella ciudad, donde coincidieron desde Morrissey, antes de los Smiths, a Ian Curtis, futuro m¨¢rtir de Joy Division. Hasta el cascarrabias de Lydon debi¨® reconocer que "no eran imitadores del punk, ten¨ªan una onda propia".
El punk sacudi¨® los cimientos de la autocomplaciente industria musical. Howard Thompson, cazatalentos de Island Records, recuerda que "el control art¨ªstico volvi¨® a los creadores; las bandas dictaban los t¨¦rminos de la relaci¨®n cuando las compa?¨ªas salieron en estampida a firmar cualquier cosa que se moviera". Los Pistols y dem¨¢s supervivientes de las primeras batallas firmaron con discogr¨¢ficas poderosas, pero a la vez se implantaron los sellos independientes. Erauna consecuencia m¨¢s del esp¨ªritu de "h¨¢ztelo t¨² mismo", que tambi¨¦n primaba la expresi¨®n sobre la t¨¦cnica. Marco Pirroni, luego guitarrista de Adam & the Ants, cree que "los Pistols probaron que las ideas eran m¨¢s importantes que lo bien o lo mal que pudieras tocar".
Chrissie Hynde, fundadora de los Pretenders, recuerda que la tribu inicial "estaba casi totalmente libre de racismo o sexismo. Hasta me aceptaban a m¨ª, que era estadounidense; luego, cuando llegaron los Heartbreakers y trajeron la hero¨ªna y a la novia de Sid Vicious, surgi¨® un antiamericanismo visceral". Aunque habr¨ªa que precisar lo del igualitarismo del punk:en los grupos coincid¨ªan j¨®venes hooligans y clasemedieros (m¨¢s alg¨²n reto?o del cuerpo diplom¨¢tico, como Joe Strummer, de The Clash). Pero funcionaba un implacable elitismo. En lo alto de la pir¨¢mide estaban los Pistols y su clan de seguidores, el contingente de Bromley, de donde brotar¨ªan Siouxsie & the Banshees o Generation X. M¨¢s abajo estaba la masa de excitados chavales con aspecto convencional. No hab¨ªa un programa de agitaci¨®n social, m¨¢s all¨¢ de los chispazos calenturientos de Malcolm McLaren.
M¨¢s que a la sociedad en abstracto, el punk ten¨ªa como enemigoa la aristocracia del rock, las superestrellas que se hab¨ªan distanciado de sus or¨ªgenes o los practicantes de m¨²sicas complejas. Johnny Rotten se dio a conocer en la londinense King's Road al aparecer con una camiseta inscrita con Odio a Pink Floyd, aunque la antipat¨ªa de esa generaci¨®n terminar¨ªa centr¨¢ndose en los Rolling Stones, que realizaron declaraciones despectivas sobre los nuevos provocadores. Una paradoja, ya que, secretamente, muchos punkis aspiraban a parecerse a Keith Richards.
Musicalmente, entraba en conflicto la exaltaci¨®n de la individualidad creativa con la fascinaci¨®n por el rock afilado de los Stooges y otros antecesores. Rotten recuerda su repulsi¨®n al llegar al local de ensayo y comprobar que sus futuros colegas se conformaban con "malas versiones de los Small Faces e imitaciones de los ruidos de los Who". El esplendor del punk primigenio fue breve. Las ventas y la prensa pasaron pronto a sus hermanitos m¨¢s educados de la new wave. Y la industria londinense retom¨® las riendas del negocio en los ochenta con tendencias manejables como los new romantics o el techno-pop. Diez a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n de 1976, un vistazo a las listas brit¨¢nicas pod¨ªa hacer creer que el punk no hab¨ªa ocurrido.
La respuesta callejera fue el lema El punk no ha muerto. Como los movimientos que han superado la fecha oficial de caducidad, el punk pas¨® a la clandestinidad, refugi¨¢ndose en escenas minoritarias informadas por el anarquismo o el puritanismo vegetariano. Volvi¨® a la superficie en los noventa. En EE UU, donde el original fracas¨® comercialmente, termin¨® entrando en el mainstream con las superventas de The Offspring o Green Day, sin olvidar la mutaci¨®n grunge. Hoy, costar¨ªa localizar a grupos juveniles que imiten a Pink Floyd. Sin embargo, el sonido de 1976 es omnipresente en las nuevas generaciones, de los Strokes a Franz Ferdinand.
The Sex Pistols
Realmente, s¨®lo grabaron un elep¨¦, pero tienen docenas de discos bajo su nombre. Reaparecieron en 1996 y en 2003, proclamando que era por el dinero, sin ninguna coartada pol¨ªtica o cultural. Hace unos meses, Rotten reiter¨® su antipat¨ªa por el establishment al no ir a la ceremonia en la que ingresaban en el Rock and Roll Hall of Fame, a pesar de que sus compa?eros hubieran preferido estar presentes.
The Clash
Aunque telonearon con frecuencia a los Pistols, pronto se distanciaron agriamente: The Clash politizaron sus esl¨®ganes y, tras visitar EE UU, abrazaron entusiasmados las m¨²sicas de aquel pa¨ªs incluyendo el emergente rap. Se rompieron ignominiosamente en 1986 y hubo mil intentos de volverles a juntar. Ni siquiera la muerte de Joe Strummer ha acabado con las ofertas.
Siouxsie & the Banshees
Aunque surgieron en 1976, tardaron dos a?os en conseguir un contrato discogr¨¢fico. As¨ª, sus discos evitaron las obviedades del primer punk y desarrollaron una est¨¦tica tan sombr¨ªa como personal. El grupo result¨® ser muy disfuncional y se desintegr¨® en los a?os noventa. Siouxsie y su baterista, Budgie, viven en un ch?teau franc¨¦s, quiz¨¢ no muy lejos de algunas de las rock stars que tanto despreciaban.
The Jam
Tambi¨¦n teloneros de los Sex Pistols, pronto manifestaron su diferencia al encabezar el revival de los mods. Su testarudo cabecilla, Paul Weller, gustaba de llevar la contraria: frente al God save the Queen, de Rotten, defend¨ªa a Isabel II (declaraciones de las que ha renegado mil veces). Se separaron en 1982 y Weller mantiene una productiva carrera, que incluy¨® el soul izquierdista de The Style Council.
The Buzzcocks
Organizaron la presentaci¨®n de los Sex Pistols en Manchester. Tras autoeditarse Spiral scratch en 1977, se dividieron: Howard Devoto se lanz¨® a cierta experimentaci¨®n con su proyecto personal Magazine, mientras que Pete Shelley apost¨® por las canciones impetuosas que hablaban de relaciones amorosas, con subtexto homosexual. Disueltos en 1981, en 1989 volvieron con giras y discos.
The Damned
Teloneros de los Sex Pistols, fueron los primeros en editar un sencillo y un elep¨¦, respectivamente: New rose y Damned, damned, damned. Los exquisitos del punk les consideraban una broma, aparte de "traidores" que usaban como productores a veteranos como Nick Lowe o Nick Mason (Pink Floyd). Aunque nunca gozaron de respeto cr¨ªtico, desarrollaron una carrera larga, con muchos cambios de sonido.
The Stranglers
Eran maduros m¨²sicos de culo pelado que -al igual que The Police- se colaron por la brecha abierta por el punk. Arrogantes y machistas, pronto se emanciparon del movimiento, aunque firmaron uno de sus temas emblem¨¢ticos, No more heroes. Su evoluci¨®n les llev¨® incluso al pop opi¨¢ceo (Golden brown). Igualmente turbulentos fuera del escenario, pasaron m¨¢s tiempo en las c¨¢rceles de Su Majestad que el resto de los punkis del 76.
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