Robustez econ¨®mica
Los ¨²ltimos indicadores disponibles confirman el dinamismo de la econom¨ªa espa?ola. Es un proceso de crecimiento inusualmente dilatado y no menos diferenciado del experimentado por las de nuestro m¨¢s inmediato entorno. A pesar de la aton¨ªa que hasta hace poco han mantenido las principales econom¨ªas de la eurozona, la espa?ola sigue creciendo por encima del 3,5% y creando empleo a un ritmo sin precedentes. Las buenas noticias se completan con la manifestaci¨®n en Alemania y Francia de se?ales inequ¨ªvocamente expresivas de recuperaci¨®n. Si se mantuvieran en los pr¨®ximos meses, el relevo en la composici¨®n del crecimiento espa?ol, a favor de un menor drenaje del muy abultado d¨¦ficit exterior, aportar¨ªa cierta garant¨ªa de sostenibilidad de la expansi¨®n. Confiar, sin embargo, en el automatismo de ese relevo ser¨ªa un error.
El crecimiento de Europa puede favorecer el aumento de las exportaciones de bienes y servicios espa?oles, como en cierta medida hemos observado recientemente, pero debe tenerse muy en cuenta que el d¨¦ficit por cuenta corriente espa?ol, de los m¨¢s amplios en t¨¦rminos absolutos y relativos del mundo, no es s¨®lo el reflejo de la debilidad de la demanda de nuestros principales socios, sino tambi¨¦n de la inadecuaci¨®n de nuestra oferta. De la insuficiente competitividad de lo que producen las empresas espa?olas, lastrada por un diferencial de inflaci¨®n excesivamente elevado.
El crecimiento espa?ol sigue amparado en una demanda de consumo elevada, en cierta medida satisfecha externamente, y en el crecimiento de la industria de la construcci¨®n, poco intensiva en conocimiento y determinante en gran medida de un endeudamiento de las familias muy elevado. El sector tur¨ªstico, como hemos visto en los indicadores ¨²ltimos, genera ingresos netos a un ritmo inferior al que tienen lugar las visitas de extranjeros, muy insuficientes, en todo caso, para compensar el creciente d¨¦ficit comercial. El diagn¨®stico no es nuevo, como no lo son las terapias aconsejables para garantizar un mayor equilibrio. Nuestra econom¨ªa es demasiado vulnerable a nuevas subidas en los tipos de inter¨¦s y a una no descartable reversi¨®n en el sector inmobiliario. Es preciso fortalecer aquellas dotaciones de capital, tecnol¨®gico y humano, esencialmente, que se encuentran en la base del ¨¦xito de las econom¨ªas m¨¢s competitivas y pr¨®speras.
Los Gobiernos, especialmente los de pa¨ªses con un peso decreciente del gasto p¨²blico, no pueden por s¨ª solos garantizar mutaciones tales en el patr¨®n de crecimiento de sus econom¨ªas, pero s¨ª favorecer con incentivos concretos -reformas de los mercados y de las propias administraciones p¨²blicas e inversi¨®n p¨²blica- la modernizaci¨®n econ¨®mica. No hacerlo con la suficiente dedicaci¨®n, cuando las cosas van bien y las finanzas p¨²blicas son las m¨¢s saneadas de Europa, ser¨ªa menos comprensible que esperar a recibir los avisos de la desaceleraci¨®n. El nuevo curso pol¨ªtico deber¨ªa ser el del impulso a la modernizaci¨®n econ¨®mica de Espa?a.
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