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Me gust¨® mucho la se?ora de la foto, a la que la autora del reportaje describ¨ªa como "de expresi¨®n suave, juvenil y menuda", porque es bi¨®loga, porque se la ve feliz y porque lleva un 13 a modo de gargantilla. Cabe pensar que se trata de una de esas personas que no son supersticiosas porque da mala suerte. Una supersticiosa al rev¨¦s. Quiz¨¢ el d¨ªa que olvida el 13 sobre el lavabo lo pasa fatal hasta que vuelve a casa. Yo soy tambi¨¦n un supersticioso inverso, de modo que cuando escucho o leo la palabra c¨¢ncer no cruzo los dedos, que ser¨ªa lo sensato. Hay d¨ªas en los que no los cruzo 15 o 20 veces, incluso m¨¢s, pues se trata de un t¨¦rmino muy usado. Mientras le¨ªa la entrevista que Mal¨¦n Azn¨¢rez le hizo a Mar¨ªa Dom¨ªnguez en estas mismas p¨¢ginas, me vi obligado a no cruzar los dedos siete u ocho veces, pues aparec¨ªa el t¨¦rmino c¨¢ncer todo el rato.

Cabe pensar que es una de esas personas que no son supersticiosas porque da mala suerte

Mar¨ªa Dom¨ªnguez, ya se ha dicho, es bi¨®loga e investigadora. Dirige el Instituto de Neurociencia de Alicante, un laboratorio adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas. Y ahora viene lo mejor: trabaja con moscas. Del mismo modo que hay gente que se levanta, desayuna y se va a la oficina a mover papeles, ella se va al laboratorio a mover moscas. El reportaje no daba muchos detalles, por lo que uno pod¨ªa imaginar lo que le viniera en gana. Las moscas, como las hormigas, son gratis y abundan, lo que no las hace menos misteriosas. Al contrario, son, junto a las ara?as, a las que sirven de comida, los animales m¨¢s enigm¨¢ticos de la creaci¨®n. Se pasan la vida intentando traspasar el cristal de la ventana y a veces se dejan la cabeza en el intento. Aunque merecer¨ªan ser mam¨ªferas por su complejidad intelectual, se han quedado en el estadio del ov¨ªparo, como la gallina, a la que sacan varios cuerpos de ventaja. Mar¨ªa Dom¨ªnguez les levanta la falda a las moscas para buscarles las vueltas. En una de esas descubri¨® un par de genes equivalentes a los del c¨¢ncer en humanos y escribi¨® un art¨ªculo que mereci¨® el honor de ser el principal de la revista Nature, donde es muy dif¨ªcil sorprender a nadie escribiendo de moscas o de cualquier otra cosa.

No es todo: est¨¢ casada con un se?or suizo que es ¨¢rbitro internacional de tenis. Muchas veces, los novelistas buscan combinaciones conyugales que resulten al mismo tiempo extra?as y veros¨ªmiles. ?sta es una de ellas. Imaginen un relato cuyo personaje principal es una bi¨®loga espa?ola, especialista en moscas, casada con un ¨¢rbitro de tenis suizo. Eso, de entrada, es ya un fil¨®n narrativo. Pero imaginemos ahora que, tal como dec¨ªa el reportaje, se trata de una mujer a la que no le gusta comprar ni cocinar y que detesta las tareas dom¨¦sticas. Supongamos adem¨¢s que se reconoce como poco maternal y que ha esperado hasta que el reloj biol¨®gico le marcara casi el l¨ªmite para quedarse embarazada. Digamos asimismo que m¨¢s de una noche ha dormido en el laboratorio, donde el sue?o la sorprendi¨® desmontando un insecto. Del marido suizo, aparte de que es ¨¢rbitro, no sabemos nada todav¨ªa, pero todo se andar¨¢. ?Es o no es un arranque perfecto para una novela de Patricia Highsmith? Lo es, o sea, que ah¨ª va a ocurrir algo y nosotros vamos a procurar estar cerca para cont¨¢rselo. Continuar¨¢.