Ciencia y religi¨®n

En su Estructura de las revoluciones cient¨ªficas afirmaba T. S. Kuhn: "La ciencia se asienta en el supuesto de que la comunidad cient¨ªfica sabe c¨®mo es el mundo". Tal supuesto es algo caracter¨ªstico de nuestras actuales sociedades occidentales. Por ello, equiparar ciencia y religi¨®n, hoy, es provocador, pero parece algo excesivo: no son equiparables porque hemos optado por conceder (tras un proceso hist¨®rico largo) una prioridad de validez a la observaci¨®n y a la construcci¨®n te¨®rica a partir de la misma sobre las explicaciones no emp¨ªricas (religiosas). Aunque fuera la ¨²nica diferencia, no es poca.

Ahora bien, suponer que la realidad es ¨²nica (M¨¢s Plut¨®n y menos Plat¨®n, EL PA?S, 29 de agosto) y que puede ser conocida por el ser humano (y, en concreto, por el cient¨ªfico) no es, en modo alguno, "ciencia", sino una tesis sobre su objeto y raz¨®n se ser. Afirmar adem¨¢s que es neutral es, hoy, algo m¨¢s que discutible. Que Plut¨®n sea o no un planeta no depende ¨²nicamente de la observaci¨®n de la realidad, sino tambi¨¦n de una determinada estructura conceptual que los cient¨ªficos aplican a dicha realidad. Y esto ya no parece ¨²nico y neutro. Las tesis en favor de una raz¨®n universal, en forma de positivismo ortodoxo, como se pueden leer todav¨ªa con frecuencia, se encuentran en fase avanzada de deconstrucci¨®n.