Cayetano, un torero diferente
Cayetano cort¨® cuatro orejas y sali¨® a hombros de su plaza de Ronda, en loor de multitud, la tarde de su alternativa, la m¨¢s feliz, sin duda, de su corta carrera taurina. La plaza, presa de euforia, lo aclam¨® como un dios joven, hacedor de la eterna felicidad de la mano de un toreo transfigurado en arte excelso. ?Qu¨¦ tarde para los anales! ?Qu¨¦ oleaje de sentimientos para los privilegiados que tuvieron la fortuna de ser testigos de una jornada ciertamente memorable!
En la plaza, dos hermanos, iconos del papel cuch¨¦, herederos de una estirpe torera de insoldables ra¨ªces; en la arena, las cenizas de su abuelo, Antonio Ord¨®?ez; en las alturas, los esp¨ªritus de Paquirri, Cayetano Ord¨®?ez, Domingu¨ªn y hasta el del mismo Pedro Romero, que se acercar¨ªa en fecha tan se?alada. Y en los tendidos, ay en los tendidos, algunos, pocos, aficionados, y una escogida y variopinta representaci¨®n de la Espa?a ca?¨ª; gente guapa, ajena casi toda ella a la fiesta de los toros (?oh, qu¨¦ horror!) pero entusiasta de los Rivera. Gente feliz, que se sinti¨® importante por ser testigo de un acontecimiento singular. Porque lo sucedido ayer fue, por encima de todo, un acontecimiento social, con todos sus aditamentos, m¨¢s que una corrida de toros.
Zalduendo / Rivera, Cayetano
Toros de Zalduendo, correctamente presentados, blandos, bravucones y muy nobles. Rivera Ord¨®?ez: estocada muy baja (oreja); estocada baja (dos orejas); cuatro pinchazos, media baja y dos descabellos (ovaci¨®n). Cayetano, que tom¨® la alternativa: estocada (dos orejas); media estocada (oreja); pinchazo y estocada (oreja). Plaza de Ronda, 9 de septiembre. Corrida goyesca. Cartel de "no hay billetes".
Dicho lo cual, tambi¨¦n es verdad que Cayetano demostr¨® que es un torero distinto; que si lo respetan los toros, ser¨¢ lo que quiera ser. Posee cualidades para erigirse como gran figura o ser una an¨¦cdota pasajera. Cayetano es la elegancia; desprende aroma de torero caro. Tiene personalidad, clase y estilo, y torea despacio, gust¨¢ndose, midiendo los tiempos, con parsimonia. No hubo faena redonda, pero s¨ª retazos inconmensurables, preciosos, lent¨ªsimos y profundos, de los que hacen grande el arte del toreo.
El toro de la alternativa fue noble hasta el alm¨ªbar, y le permiti¨® unos ayudados por alto de enorme calidad y un par de naturales inmensos de los que no se prodigan en el toreo actual. Sufri¨® hasta tres desarmes despu¨¦s de un comienzo elegant¨ªsimo. Los pases por ambas manos desprendieron majestuosidad, una trincherilla de ensue?o y tres molinetes y unos ayudados finales henchidos de pureza. Veronique¨® de manera brillante al ¨²ltimo, pero el escaso fuelle del animal le impidi¨® realizar la faena grande que se presagiaba.
Los mismos mimbres tuvo su hermano y el resultado fue muy diferente. Hizo el esfuerzo con el quinto, el m¨¢s encastado, y protagoniz¨® momentos brillantes. Pero no estuvo a la altura de las circunstancias en los otros dos. Los veronique¨® de manera insulsa. Banderille¨® de forma desigual, y baj¨® mucho con la muleta en las manos. Parece falto de motivaci¨®n y se mostr¨® precavido e incapaz de encauzar las embestidas.
Hubo muchas orejas. El p¨²blico, demasiado entusiasta. El presidente, con el pa?uelo flojo. Pero qued¨® la impresi¨®n de que ha nacido un torero distinto, con un sentido extraordinario del toreo m¨¢s verdadero. Qui¨¦n sabe lo que el destino le deparar¨¢, pero es verdad que le adornan condiciones especiales para esta profesi¨®n que ¨¦l dignifica con sus andares, con su naturalidad, con su personal¨ªsima forma de mover los enga?os, con las pausas, con los desplantes... En definitiva, con el toreo eterno.
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