Podredumbre en el Ej¨¦rcito marroqu¨ª
El comandante Mahjoub Tobji acusa en un libro a militares marroqu¨ªes de enriquecerse con trapicheos y negocios turbios
"Del otro lado de la cresta de Ouarkziz nos esperaba un espect¨¢culo digno de la corte de los milagros: hombres acongojados, material hecho trizas y ning¨²n rastro del mando". Corr¨ªa el a?o 1980, y el Frente Polisario acababa de infligir en el S¨¢hara Occidental una nueva derrota al Ej¨¦rcito marroqu¨ª, que se esforzaba por controlar un territorio des¨¦rtico que Espa?a abandon¨® en 1975.
Hasta ahora ning¨²n oficial de las Fuerzas Armadas de Marruecos hab¨ªa quebrado el silencio sobre la guerra en la antigua colonia espa?ola (1975-1991) y el funcionamiento de una instituci¨®n tan opaca. A diferencia, por ejemplo, de sus vecinos argelinos, que se han explayado, los marroqu¨ªes permanec¨ªan mudos.
Hubo soldados muertos de sed en el S¨¢hara, pero el coronel se duch¨® con agua mineral
Mahjoub Tobji, nacido en Meknes hace 62 a?os, ser¨¢, el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, el primero en romper el mutismo. Ese d¨ªa la editorial Fayard publicar¨¢ en Par¨ªs su libro, Los oficiales de Su Majestad, con el siguiente subt¨ªtulo: Los trapicheos de los generales marroqu¨ªes (1956-2006).
Tobji, que desde hace dos a?os vive exiliado en Pau (Francia), ha tomado algunas precauciones antes de sacarlo. "Sobre todo me he preocupado por garantizar la seguridad de mi esposa y tres hijos", explica en una conversaci¨®n con este corresponsal. "S¨¦ de antemano que tendr¨¦ que pagar un precio". El Ej¨¦rcito que describe pagar¨¢, en t¨¦rminos de imagen, un precio mucho m¨¢s elevado. A lo largo de sus 320 p¨¢ginas, Tobji denuncia la "gangrena de la corrupci¨®n", que empieza a la salida de la Academia Militar con la "compra" mediante soborno, por el alumno oficial, de su primer destino tras la instrucci¨®n.
La podredumbre llega tambi¨¦n a lo m¨¢s alto. Aziz Bennani, que fue durante d¨¦cadas el general que mandaba las tropas en el S¨¢hara y que en 2004 ascendi¨® a inspector general de las Fuerzas Armadas, "dedica sus energ¨ªas a acumular una fortuna colosal" gracias a los contratos de compra de carne con Argentina y Australia y al cobro, en una cuenta especial, de las multas impuestas a los pesqueros espa?oles que faenan en esas aguas, seg¨²n denuncia en el libro. "En el S¨¢hara pagamos muy caro los trapicheos de la mayor¨ªa de los responsables militares cuya primera motivaci¨®n era lucrarse", acusa Tobji. "Pusieron toda su ingeniosidad y sus conocimientos a amontonar riquezas organizando todo tipo de tr¨¢ficos con las Canarias y ahorrando sobre la comida (...)". Revend¨ªan aceite, harina y gasolina a los civiles. En cuanto al coronel Ouya, opt¨® por "duplicar el precio de los refrescos que se consum¨ªan en las cantinas" para soldados.
Los hombres que participaron en la Operaci¨®n Parabrisas, contra el Polisario, atestiguaron que varios de sus compa?eros murieron de sed mientras que el coronel Ben Driss, que les mandaba, se duchaba no muy lejos con agua mineral.
Nada de extra?o, por tanto, que hasta el alto el fuego de 1991 "el Polisario haya sido el due?o del terreno y eleg¨ªa lugar y hora para atacarnos a sus anchas mientras nosotros nos conform¨¢bamos con reaccionar", se lamenta Tobji. "Lo que me sacaba de quicio era pelearme constantemente con el Estado Mayor antes de poder hacerlo con el enemigo".
El rey Hassan II, que era el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, dispon¨ªa all¨ª donde estuviese de un puesto de mando desde el que pod¨ªa conectarse con la radio de las unidades desplegadas en el S¨¢hara.
"Ante la incompetencia y la mala gesti¨®n de la jerarqu¨ªa militar, alg¨²n que otro oficial se rebelaba de vez en cuando" y clamaba su indignaci¨®n a trav¨¦s de las ondas. Por eso, en 1979, el general Zarieb mand¨® encriptar las comunicaciones para hacerlas inaudibles al monarca. "Majestad, es el enemigo el que interfiere las transmisiones", se le explicaba.
Tobji sabe de qu¨¦ habla. Estuvo destinado tres a?os en el S¨¢hara, hasta 1980, antes de ser ascendido a ayudante de c¨¢mara del general Ahmed Dlimi, el brazo derecho de Hassan II en aquellos a?os.
Formado en la Academia Militar de Meknes, de la que sali¨® en 1972, ten¨ªa por delante una brillante carrera militar que empez¨® en el palacio Real, pas¨® por los Altos del Gol¨¢n -donde un contingente marroqu¨ª apoy¨® a los sirios frente a Israel-, la Academia de Estado Mayor y el S¨¢hara. Pero se trunc¨® el 23 de enero de 1983, cuando Dlimi, su jefe, fue eliminado mediante un accidente de circulaci¨®n provocado en Marraquech.
Cuarenta d¨ªas despu¨¦s de aquel atentado, a¨²n inexplicado, el comandante Tobji fue "secuestrado" por Hosni Bensliman, el general que manda a¨²n en la Gendarmer¨ªa. Tard¨® 17 meses en escaparse, a trav¨¦s de Ceuta, a Francia. Al cabo de 14 meses, forz¨® una audiencia en Par¨ªs con Hassan II, que se hospedaba en el Hotel Crillon. El soberano le garantiz¨® que pod¨ªa volver en libertad.
El comandante regres¨® a Marruecos, se reintegr¨® el Ej¨¦rcito, pero nunca m¨¢s tuvo un destino con mando y tampoco ascendi¨®. Cobraba, eso s¨ª, m¨¢s que los oficiales de su rango, porque a sus emolumentos de comandante se a?ad¨ªa una prima que le abonaba el espionaje marroqu¨ª. En 2002 pas¨® a la reserva.
Pese a la tensa paz que prevalece en el S¨¢hara, donde est¨¢ concentrado el grueso de los 300.000 hombres que integran el Ej¨¦rcito, ¨¦ste ha ido a peor, asegura Tobji. "Est¨¢ en descomposici¨®n, trapichea como nunca -los jefes se enriquecen a marchas forzadas mientras que parte de la tropa se droga- y, por tanto, no est¨¢ en condiciones de cumplir su principal misi¨®n: garantizar la defensa de la patria".
Puede adem¨¢s que, como tantas otras instituciones en Marruecos, est¨¦ contaminado por el virus islamista. "Habr¨¢ una explosi¨®n social en Marruecos, y ese d¨ªa la tropa se colocar¨¢ al lado del pueblo", vaticina.
S¨®lo "Mohamed VI dispone a¨²n -pero, ?por cu¨¢nto tiempo?- de un arma poderosa: su legitimidad". "Podr¨ªa acabar con este sistema tan injusto y opaco en el que la ausencia de contrapoderes facilita todos los abusos y desviaciones inmorales (...)", concluye el comandante.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.