La culpa es del guionista
Levantas un adoqu¨ªn en Madrid y saltan montones de guionistas. No todos estos profesionales de la ficci¨®n son madrile?os, ni mucho menos. Se trata de seres barrocos que, por narices, tienen que venir aqu¨ª o a Barcelona a ganarse la vida.
En estas dos ciudades se concentran las m¨¢s importantes productoras nacionales y extranjeras de televisi¨®n (el cine es otra cosa). Si usted quiere conocer de verdad Madrid, contrate para la noche a un camarero, una lagarta discreta, un taxista estoico, un madero razonable y, por supuesto, un buen guionista para convertir en arte la traves¨ªa.
No es f¨¢cil encontrar guionistas solventes para organizar recorridos por Madrid: abundan los bichos m¨¢s raros y asilvestrados. Inquietante fauna. Son capaces de embaucarte de igual modo con un peine, unas muletas, un beso, un coche o una vulgaridad de juzgado de guardia. Muchos de ellos, los m¨¢s veteranos, acaban siendo c¨ªnicos encantadores, pero cabreados.
Un viejo guionista me confes¨® hace tiempo: "No s¨¦ qui¨¦n lo dijo, pero yo corroboro que el cine invita a so?ar y la televisi¨®n a dormir. Si se enteran mis jefes de estas opiniones, me quedo sin curre de por vida, y a ti te parto las piernas, mam¨®n. Cuando la pel¨ªcula sale mal, la culpa es del guionista".
?C¨®mo distinguir a un guionista en un bar?: est¨¢ ensimismado, apunta algo en la servilleta y, de repente, le viene la verborrea. Pero, no te enga?es, ese tipo es un buitre que busca el chiste para rematar su gui¨®n. Habr¨ªa que cobrarles por cada frase que les sugieres.
Se esboza campa?a electoral. Los pol¨ªticos deber¨ªan rodearse de guionistas adecuados y esc¨¦pticos. No es f¨¢cil conseguirlo, pero es seguro que lo lograr¨¢ quien, sin pasarse, m¨¢s se aproxime a su precio justo. ?A jugar!
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