Los chicos que pasaron del blanco y negro al tecnicolor
'Hippie', de Barry Miles reconstruye el movimiento contracultural
Desde 1965 a 1971 con sus modelos psicod¨¦licos, su m¨²sica y su b¨²squeda de formas de vida alternativa plantaron cara al sistema. La contracultura se populariz¨®, se dej¨® pelo largo, se lanz¨® al consumo de drogas y se vincul¨® a los movimientos pro derechos civiles, ecologistas y feministas. Y una guerra, la de Vietnam, que causaba estragos entre las tropas estadounidenses, convirti¨® a miles de hippies en la cara m¨¢s llamativa de las protestas contra la guerra.
"En general los activistas miraban a los hippies con desd¨¦n. No entend¨ªan c¨®mo pod¨ªan pasarse la vida tomando drogas, tocando m¨²sica, meditando y contemplando el vac¨ªo mientras la gente era asesinada por su propio gobierno en una guerra encubierta", escribe Barry Miles en Hippie (Global Rythm Press), un compendio de recuerdos, citas y fotos que reconstruye lo mejor y lo peor de la revoluci¨®n que trajo consigo este movimiento.
Desde su casa de Londres el due?o de las librer¨ªas underground de los setenta de esa ciudad, miembro fundador de la revista International Times y figura clave en el sello Apple asegura que tanto "la globalizaci¨®n como Internet hacen muy dif¨ªcil que hoy se articule un movimiento como aquel, aunque haya una guerra devastadora e injusta. Cualquier revoluci¨®n enseguida es transformada en un bien de consumo", asegura.
Herederos de los poetas de la generaci¨®n beat, los j¨®venes del movimiento contracultural de mediados de los sesenta consiguieron popularizar aquel legado. "Muy pocos leyeron los versos de Ginsberg y sin embargo miles de personas escuchaban las canciones de los sesenta, de aquel pop sofisticado". Los hippies cuyo aliento final qued¨® en las crestas punk tambi¨¦n anunciaron la llegada del posmodernismo. "Antes de 1965 ya exist¨ªan todos los grupos que entonces cobraron protagonismo. Pero aquel fue el momento en que todos se unieron. Hubo un intercambio de ideas, una interacci¨®n que derrib¨® los g¨¦neros. Los Beatles se reun¨ªan con psiquiatras; la lectura de Ginsberg en Londres fue un hist¨®rico punto de encuentro; los escritores hac¨ªan letras para canciones. Nadie se conformaba con su ¨¢rea de influencia, todos se lanzaban a experimentar". Una experimentaci¨®n estrechamente ligada a la inocencia algo que hoy parece perdido. "Ya no podemos ser inocentes. Hoy, incluso los j¨®venes son ancianos".
Aquella rebeli¨®n joven, libre, narcotizada y furiosa se enfrentaba a situaciones muy distintas. En Estados Unidos fue un revulsivo contra la perfecta sociedad de consumo carente de emociones. En Reino Unido afect¨® a la primera generaci¨®n despu¨¦s de la guerra que ten¨ªa dinero en los bolsillos para gastar. "Aqu¨ª no fue tan extremo pero se cuestionaba todo lo establecido y se puso en duda la dura jerarqu¨ªa de clases", apunta.
Dif¨ªcil de clasificar y de definir, el movimiento hippy realmente abarcaba a una fracci¨®n muy peque?a de la poblaci¨®n. "Los medios no oficiales cubr¨ªan las revueltas y protestas, pero es verdad que los hippies estaban la mayor parte del tiempo demasiado colocados para entender lo que significaba crecer en un gueto", afirma. Reconoce sin embargo que fue en aquellos a?os cuando surgi¨® una nueva izquierda en Estados Unidos.
El feminismo y el ecologismo son la mejor herencia que se han dejado los hippies, seg¨²n Miles. ?Pero d¨®nde ha quedado el activismo? A¨²n recuerda el estruendo de la cacerolada contra la guerra de Irak que escuch¨® en Barcelona y la manifestaci¨®n de Londres, la m¨¢s numerosa desde el fin de la II Guerra Mundial. "Quiz¨¢ es un problema de visibilidad. Probablemente hoy haya una oposici¨®n bien articulada. En los sesenta las protestas no eran numerosas pero s¨ª hac¨ªan mucho ruido. El mito es lo realmente grande. Los hippies fueron el cambio de la sociedad en blanco y negro al todo color".
Babelia
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