Siempre quedar¨¢ Villar
El esperp¨¦ntico episodio vivido ayer en la Federaci¨®n es una impecable fotograf¨ªa de la delirante realidad de la selecci¨®n espa?ola de f¨²tbol, el ¨²nico gran deporte que a nivel nacional tiene deprimida a la hinchada, y desde hace una eternidad.
Por remontarse exclusivamente a los ¨²ltimos 18 a?os, justo el tiempo que lleva ?ngel Mar¨ªa Villar al frente del rancho, a la selecci¨®n se le han aplicado todo tipo de recetas. Ha viajado por el mundo con traductores, agentes de viajes, cocineros, peluqueros, psic¨®logos, masajistas particulares, t¨¦cnicos de f¨²tbol-sala... Ha desfilado en ch¨¢ndal y con trajes de corte ingl¨¦s. Ha convivido en el mismo hotel que la prensa y en b¨²nkeres exclusivos. Los jugadores han asistido a becerradas y se les ha paseado en romer¨ªa por numerosas ciudades como a un grupo pop. Desde 1988, ha habido seis seleccionadores. Desde el mejor jugador espa?ol de la historia (Luis Su¨¢rez) hasta el entrenador medi¨¢ticamente m¨¢s entronizado (Luis Aragon¨¦s). Entre medias, un t¨¦cnico de perfil bajo (Miera), un agitador cum laude (Clemente), un pr¨®cer de la furia (Camacho) y un empleado eficaz en categor¨ªas inferiores (S¨¢ez). Un mosaico t¨¦cnico tan variado que Espa?a ha probado todo tipo de suertes t¨¢cticas: con siete defensas y con tres, con extremos y sin extremos, con nacionalizados y sin nacionalizados, con jugones y sin jugones... Por probar que no quede: hasta un portero lleg¨® a jugar unos minutos como interior zurdo, y sin desafinar, por cierto. Dieciocho a?os dan para mucho y con Villar al frente en la selecci¨®n espa?ola han debutado 173 jugadores, algunos de generaciones tan rutilantes como la quinta del Buitre y el dream team, las mejores cosechas en la historia del f¨²tbol espa?ol.
Pero nada, nadie ha dado con la p¨®cima m¨¢gica. El ¨²nico ung¨¹ento que no se ha experimentado es el de relevar a Villar, perpetuado por un sistema electoral muy cuestionable. Se trata de un mecanismo tan favorable para quien tiene el poder que a ¨¦ste le basta con abanicar a sus votantes. Por algo a Villar le resulta m¨¢s importante no alterar la agenda de una junta directiva que recibir en su despacho al seleccionador nacional. A Villar no hay quien le discuta su brillante carrera directiva. Al contrario que la selecci¨®n, ¨¦l s¨ª que es un ganador nato: aquel jovenzuelo sindicalista que aterriz¨® en la Federaci¨®n ya dobla en el cargo a su predecesor m¨¢s longevo (Pablo Porta, que dur¨® nueve a?os). Aquel revolucionario fundador de la AFE hoy est¨¢ encumbrado entre los arist¨®cratas de la UEFA y la FIFA.
Villar, que hoy tiene como pretorianos al peor gestor que se recuerda por el Bar?a (Joan Gaspart) y a un vicepresidente consumido por un fe¨ªsimo enredo judicial (Juan Padr¨®n), esgrime a menudo que la Federaci¨®n es un feudo privado que genera la mayor parte de sus ingresos. Por ello se cree con derecho a no dar nunca explicaciones. Ni siquiera cuando se trata de la selecci¨®n nacional, un asunto p¨²blico de enorme inter¨¦s general precisamente gracias al cual se recauda dinero en la Federaci¨®n que preside. Villar le ha dado el altavoz al presidente de un modest¨ªsimo equipo. Jorge Carretero, m¨¢ximo dirigente del Alcal¨¢, fue ayer el encargado de descodificar a la opini¨®n p¨²blica una surrealista reuni¨®n en la que no estuvo. Al parecer, en apenas media hora, Luis, que a¨²n espera que le redacten el contrato para renovar en un puesto que dijo que abandonar¨ªa si no era semifinalista del Mundial, hab¨ªa dimitido. Y, al parecer, Villar, que en los acuerdos contractuales s¨®lo pone el verbo, no lo hab¨ªa consentido. Al final, Luis seguir¨¢. O eso dijo ocho horas despu¨¦s de decir lo contrario. No importa. Si vuelve a cambiar su sabia opini¨®n, al f¨²tbol espa?ol siempre le quedar¨¢ Villar.
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