Ba?istas, juegos de pala y buzos de guerra
Estampa curiosa en las playas de Tiro, en la que una docena de infantes de marina espa?oles iban y ven¨ªan, med¨ªan aqu¨ª y all¨¢, y hac¨ªan se?ales con banderas de distintos colores ante la mirada de una multitud de ni?os que disfrutaban de la mejor playa privada de la ciudad, con sus sombrillas, tumbonas y el infaltable chiringuito.
"Estamos reconociendo el ¨¢rea para un posible desembarco", explica Rafa, el suboficial al mando de los buzos de combate. ?Rafa qu¨¦, c¨®mo es tu apellido? "Rafa, a secas", responde atento pero cortante, mientras pide a unos ba?istas que jugaban a la paleta que dejen de pisar el hilo con el que estaba realizando las mediciones.
Mientras la mayor¨ªa de los adultos del hotel Rest House observaba la escena desde sus tumbonas mientras fumaban sus narguile, los adolescentes y los ni?os no pod¨ªan apartar la mirada de un soldado que med¨ªa casi dos metros, cara de pocos amigos y abrazado a una ametralladora pesada. La escena era bastante surrealista si se tiene en cuenta que hasta hace un mes Tiro era bombardeada a diario por la aviaci¨®n israel¨ª, que ayer esto se asemejaba a Canc¨²n, y que la llegada de los primeros espa?oles a las playas parec¨ªa una pel¨ªcula.
Hab¨ªa dos soldados libaneses, que al parecer estaban all¨ª para apoyar a los infantes. Uno de ellos se recost¨® sobre una moto de agua, encendi¨® un pitillo y se puso a departir con los parroquianos. Rafa, un poco aturdido con tantos curiosos y periodistas -sin perder las buenas maneras- lo llam¨® para pedirle que lo acompa?ara a ver la zona que comunica la playa con la avenida costanera. Desde el mar hasta la rampa de salida hay unos 50 metros y, desde all¨ª, otro tanto hasta un port¨®n de aluminio que da a la calle. Por all¨ª saldr¨¢n una buena parte de los 560 infantes de marina que desembarcar¨¢n en la parte sur de la ciudad.
Esa playa del Rest House no ser¨¢ la ¨²nica por la que entren las tropas. Seg¨²n Rafa, durante la ma?ana hab¨ªan estado inspeccionando otra playa aleda?a. A punto de caer el sol, se acerc¨® a la playa un segundo Zodiac con cuatro buzos. Todos juntos, la docena de infantes, se reunieron en corrillo para comparar sus notas y mirar los mapas por ¨²ltima vez antes de dar por terminada la misi¨®n. "Nada, nos vamos. D¨ªganles a nuestras familias que estamos bien, que estamos muy contentos de estar aqu¨ª", dijo Rafa mientras ayudaba a girar la lancha y llevarla mar adentro.
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