De naturaleza hipn¨®tica
No va a encontrar el lector de Luis Mateo D¨ªez en La piedra en el coraz¨®n el paisaje f¨ªsico ni la voluntad aleg¨®rica del ciclo de Celama. Ni mucho menos el ciclo anterior, el que conformaron Las estaciones provinciales, La fuente de la edad y El expediente del n¨¢ufrago. Tampoco podr¨¢ asociarlo a la experiencia est¨¦tica que le depar¨® la lectura de El fulgor de la pobreza, un conjunto de tres relatos soldados por una luminosa reflexi¨®n sobre el poder emancipador de la indigencia o el anonimato, aunque aquel t¨ªtulo ya nos conecta m¨¢s directamente con su nuevo libro. Por alguna raz¨®n no muy f¨¢cil de explicar, uno tiene la sensaci¨®n de que, ahora mismo, s¨®lo el escritor leon¨¦s pod¨ªa producir un texto como La piedra en el coraz¨®n. Ello tiene que ver con su escritura. Con la naturaleza hipn¨®tica de un fraseo literario a caballo entre el coraz¨®n y el cerebro. Matem¨¢tica y l¨ªrica. La muerte, la indefensi¨®n ante la ruina moral y f¨ªsica, el destino, el azar, son ideas recurrentes en toda la obra de D¨ªez, independientemente de la forma que adquieran sus diferentes ciclos novelescos. Y es en funci¨®n de estas ideas directrices, de estos argumentos humanos que el autor debi¨® construir un patr¨®n estil¨ªstico acorde. Las peripecias que jalonan sus libros, desde las m¨¢s realistas hasta las m¨¢s expresionistas o fant¨¢sticas, son siempre instancias sutilmente subordinadas a un proyecto estil¨ªstico cada vez m¨¢s despojado, conceptista. Y es en esta manera de hacer narrativa, de conjugar fondo y forma, que la carrera novel¨ªstica de Luis Mateo D¨ªez va adquiriendo cada vez m¨¢s sentido esencial.
LA PIEDRA EN EL CORAZ?N
Luis Mateo D¨ªez Galaxia
Gutenberg Barcelona,
2006 230 p¨¢ginas. 16,50 euros
As¨ª hemos llegado a La piedra en el coraz¨®n. Como si estuvieran anunciadas su textura y su esp¨ªritu. Su forma externa es la de un cuaderno de notas. Un severo ejercicio de introspecci¨®n. Hay una voz, la de Liceo, hay una hija, Nima, que sufre una enfermedad innominada que le exige alcohol y pastillas para sobrellevarse a s¨ª misma, y hay una mujer, ?urea, de la cual Liceo terminar¨¢ separ¨¢ndose. Dividida en diez partes, cada una de ellas define un ¨¢ngulo de investigaci¨®n. Este drama se ventila alrededor de un d¨ªa tr¨¢gico: el 11 de marzo. Como si D¨ªez nos dijera que no hay hecho privado al margen de lo colectivo. El drama personal, la enfermedad indescifrable de Nima, es apenas un punto de tristeza al lado de la dantesca cita con la tragedia colectiva. Las im¨¢genes de los cuerpos destrozados se van alternando como si pidieran un privilegio urgente entre el alma enferma de Nima y los interrogantes de sus padres, Liceo y ?urea. La enfermedad de Nima hace da?o. A la que la padece y a los que la rodean. La impotencia es un gesto cotidiano. No queda m¨¢s remedio a Liceo que recurrir a la ni?ez de su hija y reencontrarse con el posible origen de su sufrimiento: su perfil de extra?eza o de misterio.
Luis Mateo D¨ªez ha escrito un libro sobre el dolor (adem¨¢s de la manera de volcar o disimular los afectos). Y lo ha hecho dibujando (o proponi¨¦ndonos) la ¨²nica dial¨¦ctica posible de tan humana circunstancia: no hay sufrimiento ajeno que no nos afecte. O lo que es lo mismo: nunca un sufrimiento ajeno lo es tanto como para que no sea el nuestro. Ya he sugerido que la obra de nuestro escritor es impensable sin su sintaxis. En este libro se afirma: "La escritura es una norma de orden en el desorden, un hilo de lucidez en la oscuridad". El fulgor de la escritura, le llamar¨ªa el autor seguramente. En suma, un texto hermoso, por su austeridad esencial y por su magistral certeza en convocar la emoci¨®n.
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