Dos navarros se divierten
Vibrante triunfo de Arrieta tras una fuga en la que colabor¨® con su amigo Garc¨ªa Acosta
Viendo a su querido cascarrabias Txente Garc¨ªa Acosta en fuga, Jes¨²s Hoyos, su m¨¦dico en el Caisse d'?pargne, comentaba su excepcional temporada de trabajador infatigable, su faena impagable por Pereiro y Valverde en el Tour, su m¨¢s que notable Vuelta a Espa?a, cabeza del pelot¨®n durante tantos y tantos kil¨®metros, puerto arriba, puerto abajo; recordaba que Txente tiene 34 a?os y explicaba que su cuerpo, su funcionamiento fisiol¨®gico tienen caracter¨ªsticas dignas de estudios. "Este a?o, por ejemplo", dec¨ªa Hoyos dando raz¨®n cient¨ªfica al dicho emp¨ªrico de cuanto m¨¢s viejo m¨¢s pellejo, "le suben las pulsaciones m¨¢s que en los a?os anteriores. Es un caso ¨²nico".
O quiz¨¢s no tan ¨²nico. "Oye, oye", exige Jos¨¦ Luis Arrieta, al que ya la alopecia ha clareado la coronilla, "que yo salgo todos los d¨ªas con Txente y s¨¦ lo que hay. Lo que hay es que, despu¨¦s, m¨¢s o menos, de haber pasado lo m¨¢s importante de nuestra carrera, ahora disfrutamos como ni?os todos los d¨ªas con la bicicleta. Nos gusta lo que hacemos y podemos hacerlo. Y eso ya es una alegr¨ªa diaria".
"Tras pasar lo m¨¢s importante de nuestra carrera, disfrutamos como ni?os con la bici"
Quiz¨¢s sea, entonces, m¨¢s cuesti¨®n navarra en general que de Txente en particular, pues al lado del pedalista de Tafalla iba su viejo amigo, y tan viejo, 35 a?os, Arrieta, de Uharte-Arakil, compa?ero de fatigas tantos a?os en el Banesto, compa?ero de grupeta por las carreteras navarras; y no s¨®lo eso, no s¨®lo iba en la fuga, sino que termin¨® ganando, para gran alegr¨ªa de un mont¨®n de corredores del pelot¨®n. "Por fin, por fin", dec¨ªan, "despu¨¦s de tantas victorias imaginarias, de tantas frustraciones, de tantas veces que nos explicaba lo que hab¨ªa que hacer, c¨®mo hab¨ªa que negociar los ¨²ltimos kil¨®metros de una escapada, y lo que no pod¨ªa hacer por veinte mil desventuras, Arri ha conseguido una victoria real, y en Ciudad Real".
La segunda victoria de Arri, ciclista de equipo, corredor que durante unos cuantos a?os fue el corresponsal en el pelot¨®n de este peri¨®dico en las grandes carreras, en 14 temporadas. Y c¨®mo la consigui¨®. Con velocidad, inteligencia, picard¨ªa, astucia y suerte. Gan¨®, curiosamente, porque un dan¨¦s apellidado Bak fue m¨¢s bruto, perseverante y decidido que un ruso llamado Gusev. Gan¨®, en parte, porque le toc¨® la loter¨ªa. Y as¨ª lo explic¨® Arrieta. "Con Txente me hab¨ªa puesto de acuerdo para repartirnos a los dos que cre¨ªamos m¨¢s peligrosos de la fuga. ?l se coger¨ªa a Gusev y yo a Bak. Y Bak fue m¨¢s lejos, y as¨ª soy yo el que est¨¢ aqu¨ª". Despu¨¦s de alcanzar al dan¨¦s, a Arrieta s¨®lo le qued¨® demostrar que su legendaria inteligencia t¨¢ctica no era un mito. A 800 metros de la meta, detr¨¢s de una curva, estaba la recta final. Por la curva se lanzaron, incautos, a todo meter, los tres que iban con ¨¦l, Fofonov, otro kazajo el a?o de la K, el suizo Loosli y Bak, y ¨¦l, Arrieta, muy educado, muy fr¨ªo, como si la sangre no le hirviera, los dej¨® pasar. Adelante, adelante. Y adelante se encontraron con el viento de cara, que les recibi¨® alborozado. "Y yo sab¨ªa que con ese viento llegar¨ªa un momento en que se parar¨ªan para tomarse un respiro", dijo Arrieta; "y entonces yo aprovechar¨ªa para lanzarme sin parar. Y as¨ª pas¨®. A 300 metros se pararon un poco, cog¨ª distancia, baj¨¦ dos dientes y gan¨¦".
Cuenta Arrieta su victoria real, la segunda tras una etapa de la Vuelta a Asturias en 2002, como tantas veces contaba las imaginarias. Pero no, no necesitaba pellizcarse Arrieta para salir de dudas. All¨ª, mientras esperaba tras las vallas su minuto de podio, se paraban y le abrazaban como locos sus amigos Lastras, Piepoli, Txente, Navas... Todos, felices: ha ganado Arri. Compa?eros y ex compa?eros de una carrera iniciada hace 13 a?os, en un Giro en el que trabaj¨® para Indurain. Faltaba su amigo Paco Mancebo, el que le convenci¨® para que le acompa?ara en su aventura francesa con el Ag2r. El c¨®digo ¨¦tico puesto y activado con la Operaci¨®n Puerto le ten¨ªa ayer ante el televisor en su casa. "He empezado a dar botes de alegr¨ªa como un zumbado", le dijo Mancebo, melanc¨®lico, por tel¨¦fono. Y Arri, el d¨ªa de su gran alegr¨®n, se acord¨®, claro, de ¨¦l en p¨²blico terminando su cap¨ªtulo de dedicatorias con "un recuerdo especial para Paco, que lleva un a?o dif¨ªcil".
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