Palomares en Tierra de Campos
Arquitectura popular y paisajes llanos en la comarca castellanoleonesa
Tierra de Campos abarca unos 4.500 kil¨®metros cuadrados y 165 pueblos de las provincias de Zamora, Palencia, Valladolid y una pizca de Le¨®n. Esta comarca la ocuparon los vacceos antes que los romanos, y los godos, antes de que la zona se convirtiera en frontera entre la Espa?a cristiana y musulmana, y de los reinos de Castilla y de Le¨®n. Sus infinitas explanadas vivieron batallas, traiciones, tratados, amor¨ªos y nacimientos ilustres.
Mudos testigos de todo ello han sido unas peque?as construcciones que salpican estos campos: los palomares. Cientos de ellos, desde la ¨¦poca romana, sirvieron de ayuda a la econom¨ªa familiar. De infinitas formas, se puede decir que no hay dos iguales. Unos son circulares, cual enanas plazas de toros, o cuadrados, como ventas del camino; otros alternan caprichosas formas que recuerdan palacios ¨¢rabes, chozos africanos o pagodas orientales. Blancos, marrones, rojizos. Por mucho que se parezcan, cada cual tiene algo que le diferencia del otro. De Este a Oeste, los palomares se vislumbran por pueblos y caminos. Algunos est¨¢n impolutos, capricho de su propietario que los cuida con mimo.
Dos provechos han tenido los palomares tradicionalmente: por un lado, la cr¨ªa del pich¨®n, y por otro, la palomina, uno de los mejores abonos conocidos. Hasta estas tierras ven¨ªan los levantinos que se llevaban por toneladas el excremento para los naranjos. Hoy ya nadie la utiliza.
En cuanto al pich¨®n, es el plato t¨ªpico de la zona. En la actualidad se compran en granjas, como la de Mayorga. De ah¨ª pasan al matadero de Cuenca de Campos para repartirse por toda la regi¨®n. Es all¨ª donde se surte tambi¨¦n Alfonso Fierro para preparar en su restaurante, Estrella del Bajo Carri¨®n, en Villoldo, el exquisito manjar, entre otros muchos. Este disc¨ªpulo de Berasategui ha decidido quedarse en su tierra y hacer del restaurante de su familia el centro de la cocina de Tierra de Campos. Con s¨®lo 28 a?os, no es s¨®lo que este chef no se ha ido de su pueblo, de no m¨¢s de cien habitantes en invierno, sino que ha conseguido atraer a gentes de toda Espa?a que acuden para probar sus imaginativas recetas. Su pr¨®ximo experimento: un risotto con pich¨®n.
A modo de nichos
Muchos palomares est¨¢n medio derruidos ante la falta de atenci¨®n, de uso y de dinero para su restauraci¨®n, a pesar de las subvenciones que se otorgan para mantenerlos en pie. As¨ª, de forma imp¨²dica, nos muestran sus intimidades. Su estructura se compone de un patio interior y de ah¨ª parten diferentes muros hasta el exterior. Estos muros tienen multitud de agujeros a modo de nichos, llamados pateras o buracas, que son los hogares de las palomas. Desgraciadamente, el cambio de uso de coqueto palomar a simple cuarto de trastos est¨¢ siendo demasiado frecuente. El adobe cede hasta que el palomar se funda con la propia tierra que lo origin¨®.
No es el palomar el ¨²nico referente dentro de la arquitectura popular de Tierra de Campos. Las bodegas, excavadas en las profundidades de estas tierras desde tiempos inmemoriales, son usadas por las familias para merendar, para abrigarse del fr¨ªo en los duros inviernos y resguardarse de los calores del verano. Vistas desde fuera, forman un original paisaje capadocio. Por dentro, las oscuras escaleras parecen llegar al mismo infierno. Algunas est¨¢n, c¨®mo no, casi derruidas por el peso de las nevadas y la falta de cuidados. Pero en otras, como la del octogenario Agapito Prieto, de Cerecinos de Campos, se pueden contemplar a¨²n unas extra?as figuras que esculpi¨® su bisabuelo en las paredes, y que ¨¦l muestra con gran orgullo, mientras ofrece un vaso de vino y un trozo de queso, que nunca le falta al caminante. En Autilla del Pino, bajo la loma del Mirador de Campos, las bodegas se han aprovechado para abrir originales mesones donde comer a precios muy econ¨®micos.
Los chozos de labranza se camuflan entre los campos labrados, donde corretea la avutarda cerca de los humedales de Villaf¨¢fila y de la Nava. Y en lo m¨¢s alto, oteando el infinito horizonte, est¨¢n los castillos, espectadores de la historia. En el de Monz¨®n de Campos se cas¨® do?a Urraca con Alfonso el Batallador. Y el de la preciosa villa de Ampudia vio c¨®mo Valladolid dejaba de ser la capital del reino.
Los cada vez m¨¢s despoblados municipios de Tierra de Campos conservan en el centro sus hermosas iglesias rom¨¢nicas, y en las afueras, los palomares, que tratan de usar como reclamo tur¨ªstico. En Villaf¨¢fila, donde se declar¨® hace 500 a?os la locura de Juana I, se abri¨® un centro de interpretaci¨®n que en la actualidad est¨¢ cerrado. En Santoyo, en el conf¨ªn este, se est¨¢ construyendo otro centro de similares caracter¨ªsticas. Pero, sin duda, lo mejor es ir de pueblo en pueblo y perderse por sus caminos. Es la forma de hallar estas joyas rurales de este pedazo de la gran Castilla. Como dijo Miguel Delibes, "el palomar r¨²stico de Castilla, principalmente de Tierra de Campos, no s¨®lo decora y amuebla el paisaje: lo calienta. Es una referencia en la inmensidad desolada del p¨¢ramo".
Conservaci¨®n
En los a?os ochenta se inici¨® un movimiento de recuperaci¨®n de palomares impulsado por el entonces alcalde de Medina de Rioseco, Manuel Fuentes. Gracias a su sensibilidad, se iniciaron programas de concienciaci¨®n y recuperaci¨®n del s¨ªmbolo de la Tierra de Campos. A trav¨¦s de la creaci¨®n de grupos, compuestos por escultores, pintores, arquitectos y escritores, entre ellos, Delibes, se dio una llamada de atenci¨®n, chispa que prendi¨® en muchos terracampinos, que contin¨²an su lucha en la conservaci¨®n de este patrimonio.
Jos¨¦ Antonio Carbajo, de Meneses de Campos, tiene por hobby hacer reproducciones en cer¨¢mica. Comprendi¨® que los palomares se perder¨ªan ante la falta de inter¨¦s de los m¨¢s j¨®venes y de los organismos p¨²blicos. Y quiso que no fuera as¨ª. Tiene en la actualidad unos 190, no s¨®lo de los que a¨²n existen, sino tambi¨¦n de los que ¨¦l recuerda que existieron. Su obra est¨¢ expuesta en el Centro de Interpretaci¨®n Tierra de Campos, en Paredes de Nava, pueblo que vio nacer a Jorge Manrique, Pedro Berruguete -cuyos cuadros pueden verse en la iglesia de Santa Eulalia- y su hijo Alonso. Incluso han traspasado las fronteras gracias a un grupo de artesanos de este mismo municipio que han exportado 18.000 palomares de cer¨¢mica a Jap¨®n.
Los palomares acompa?an al viajero por esta Tierra de Campos. Cobijan con su sombra las orillas del Camino de Santiago y le recuerdan al Canal de Castilla que no s¨®lo ¨¦l ha dejado de ser ¨²til. Solitarios o en grupo, en la tranquilidad de pueblos casi deshabitados como Otero de Sariegos o en un bullicioso parque de Palencia, sus hermosas estructuras despiertan admiraci¨®n. Al menos, el palomar sigue repleto de palomas, esa ave tan denostada en las ciudades que recupera en estos p¨¢ramos su simbolog¨ªa de paz, condici¨®n tan fr¨¢gil como el adobe de esta destronada Castilla.
GU?A PR?CTICA
Comer- Estrella del Bajo Carri¨®n (979 82 70 05). Villoldo.Carretera de Palencia a Ria?o, km. 29. Restaurante del chef Alfonso Fierro. Unos 45 euros.- Mes¨®n Las Lagunas (980 59 19 42). Villaf¨¢fila. Carretera de Villalpando, 20. Unos 20 euros.- Restaurante Asturias (983 70 07 46). On¨¦simo Redondo, 4. Medina de Rioseco.Unos 30 euros.Dormir- Posada Real La Casa del Abad (979 76 80 08; www.casadelabad.com).Paseo de Francisco Mart¨ªn Gromaz, 12. Ampudia. La doble, 120 euros m¨¢s IVA. Entre semana, 106 m¨¢s IVA.- Real Monasterio de San Zoilo (979 88 00 50; www.sanzoilo.es). Obispo Souto, s/n. Carri¨®n de los Condes.La habitaci¨®n doble cuesta 76 euros.- Centro de Turismo Rural San Telmo (www.centroruralsantelmo.com;979 81 10 28). Mart¨ªn Ve?a, 8-10. Fr¨®mista. La doble, entre 35 y 38 euros.- Centro de Turismo Rural Ribera del Canal (www.riveradelcanal.com; 983 72 01 60 / 617 07 41 00). Camino de Villal¨®n, 5. Medina de Rioseco. Apartamentos para 4 personas como m¨¢ximo. Entre 20 y 30 euros por persona y noche.Informaci¨®nQQ- www.turismocastillayleon.com.- www.cdrtcampos.es
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