?Un futuro inevitable?
El autor defiende el cobro de una tasa para regular qui¨¦n circula por los centros urbanos. Lo define como el sistema m¨¢s viable y eficiente y lo considera inevitable para la mejora de la circulaci¨®n. Recuerda que el PSOE lo ha rechazado y que Estocolmo celebra hoy un refer¨¦ndum para validar el peaje.
El anuncio de Mil¨¢n de la puesta a punto de un sistema de peaje para acceder al centro y la decisi¨®n del PSOE de descartar los peajes como instrumento de mejora de la circulaci¨®n en las ciudades espa?olas, han vuelto a poner sobre la mesa un tema, el de los peajes urbanos, que aflora intermitentemente en los ¨²ltimos a?os en la actualidad nacional.
Con distintos objetivos, tecnolog¨ªas y tarifas, las experiencias han resultado un ¨¦xito
El sistema es atractivo porque se basa en la filosof¨ªa de que "quien consume, paga"
Los peajes urbanos, es decir, el pago de una tasa o peaje para circular por determinadas v¨ªas urbanas, o por el interior de un recinto, son un sistema de regulaci¨®n de la circulaci¨®n que se inicia en Singapur, en 1975, se contin¨²a en Bergen, Oslo y Trondheim, en Noruega, entre 1986 y 1991, se adopta en Roma en 1998, tras un infructuoso intento anterior mediante permisos, salta a las p¨¢ginas de la prensa mundial en 2003, con la inauguraci¨®n del sistema de Congesti¨®n Charging de Londres, y conocer¨¢ otro de sus hitos hoy d¨ªa 17 en Estocolmo, cuando se celebre el refer¨¦ndum previsto para validar el peaje que ha funcionado, de manera muy satisfactoria, de enero a julio pasados.
Con distintos objetivos, tecnolog¨ªas, tarifas y exenciones, las experiencias de peaje urbano han resultado un ¨¦xito. Un ¨¦xito de objetivos, con reducciones importantes de tr¨¢fico, la congesti¨®n o las emisiones, all¨ª donde se implantaron con esta finalidad (Singapur, Roma, Londres, Estocolmo), y con importantes recaudaciones de fondos, all¨ª donde se utilizaron para financiar carreteras y autopistas urbanas (Noruega, en un principio). ?xito de funcionamiento, por la fiabilidad de los sistemas electr¨®nicos de control, as¨ª como de pago autom¨¢tico de la tarifa, ambos perfectamente resueltos. ?xito financiero, ya que los peajes urbanos generan importantes beneficios econ¨®micos. Y ¨¦xito frente al riesgo de falta de equidad social, gracias a la reinversi¨®n de los beneficios para minimizar los perjuicios a los conductores de menores recursos y malas alternativas de transporte. A subrayar que no se han demostrado efectos negativos sobre el comercio o los negocios del ¨¢mbito que, a la larga, se beneficiar¨¢n de una mayor calidad ambiental.
Con excepci¨®n de los noruegos, los peajes urbanos modernos surgen como respuesta a los problemas de congesti¨®n circulatoria en las ciudades y de su progresiva extensi¨®n en el tiempo y en el espacio. La congesti¨®n agudiza los impactos negativos de la circulaci¨®n de autom¨®viles, es decir, la contaminaci¨®n, la peligrosidad y accidentes, el ruido, el gasto energ¨¦tico, etc¨¦tera, al prolongar la presencia de los coches en las calles y hacerlos funcionar en reg¨ªmenes menos eficientes (marchas cortas, paradas y arranques continuos) y provoca, adem¨¢s, p¨¦rdidas de tiempo y econ¨®micas cuantiosas (en torno al 2% del PIB), estr¨¦s y aumento del riesgo de incidencias coronarias en los conductores, reducciones en los valores inmobiliarios, p¨¦rdidas de competitividad y atractivo de las ciudades, etc¨¦tera.
La congesti¨®n, que est¨¢ llevando a las ciudades a un grado de deterioro insostenible, se produce por la escasez de oferta en relaci¨®n a la demanda, es decir, por la escasez de capacidad viaria frente a la creciente cantidad de veh¨ªculos. Un problema de desajuste oferta-demanda que adquiere su mayor agudeza en los centros urbanos, donde no es posible aumentar la oferta, aumentar la capacidad de las calles, mientras sigue aumentando el n¨²mero de coches que pugnan por acceder a ellos.
Dada la insostenibilidad de la situaci¨®n a que conduce la congesti¨®n circulatoria, es necesario y cada vez m¨¢s urgente que los poderes p¨²blicos intervengan para regular esa relaci¨®n de mercado entre la oferta de calles y la demanda de circulaci¨®n de veh¨ªculos. Para ello se han ensayado diferentes medidas, que se han demostrado impracticables o ineficaces para grandes ¨¢mbitos, como el cierre al tr¨¢fico de determinadas ¨¢reas o la imposici¨®n de restricciones a la circulaci¨®n de determinados veh¨ªculos en d¨ªas determinados seg¨²n su matricula, empleado en Santiago de Chile o en Ciudad de M¨¦xico, cuando la contaminaci¨®n alcanza niveles peligrosos, pero que resultan a la larga injustas, ya que son ciegas, no discriminan a los conductores en funci¨®n de su nivel de dependencia del autom¨®vil (disposici¨®n de transporte p¨²blico, motivos de desplazamiento, etc¨¦tera) y son dif¨ªciles de controlar.
Ante las limitaciones de estos m¨¦todos, el cobro de una tasa para regular qui¨¦n circula por los centros urbanos, no s¨®lo termina resultando el sistema m¨¢s viable, eficiente y atractivo, sino que, adem¨¢s, se convierte pr¨¢cticamente en inevitable.
Viable y eficiente, porque la experiencia as¨ª lo ha demostrado repetidamente y porque permite regular el flujo de veh¨ªculos modificando la tasa. Atractivo, porque se basa en la filosof¨ªa de que "quien consume (un espacio tan valioso como el de nuestras ciudades), paga", y, al mismo tiempo, en que "quien contamina paga", ya que pueden entenderse como un pago compensatorio por las externalidades (contaminaci¨®n, ruido, peligrosidad, etc¨¦tera) que los veh¨ªculos generan al circular.
Inevitable, porque no se dispone de otras opciones y, lo mismo que estamos acostumbrados a pagar por aparcar en la calle, en las ciudades o en los pueblos, a nadie le extra?ar¨¢ que, en unos a?os, tengamos que pagar por pasearnos en coche por los centros urbanos, rodeados de monumentos y edificios hist¨®ricos.
Los peajes urbanos son, seguramente, una soluci¨®n inevitable. Se podr¨¢ debatir sobre el cuando, sobre la fecha en que deber¨¢n activarse o sobre sus caracter¨ªsticas. Pero, casi con certeza, antes o despu¨¦s se aplicar¨¢n. Cuanto m¨¢s tarden en implantarse, m¨¢s se deteriorar¨¢n nuestras ciudades. Cuanto antes operen, antes comenzaremos a recuperarlas.
Julio Pozueta, doctor ingeniero de caminos, es profesor Titular del Departamento de Urban¨ªstica de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura. Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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