Dos peticiones al PSOE
M¨¢s all¨¢ del obsesivo empecinamiento del PP en tratar de convencer al electorado de que el Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero lo hace todo mal, hay dos cosas en las que el PSOE podr¨ªa y deber¨ªa demostrar que su forma de entender la pol¨ªtica est¨¢ en las ant¨ªpodas del vocinglerismo del que hacen gala los dirigentes populares.
Una es realizar de una vez una consulta popular acerca de qu¨¦ clase de televisi¨®n p¨²blica deseamos. Una encuesta/consulta oficial al electorado sobre ello ser¨ªa una buena prueba de hasta qu¨¦ punto el Gobierno del PSOE toma en cuenta a sus ciudadanos. ?Queremos una televisi¨®n p¨²blica, financiada con nuestros impuestos, al estilo de la BBC brit¨¢nica, en la que la calidad y el nivel cultural priman sobre las cuotas de audiencia y la servidumbre de los patrocinadores? ?Nos decantamos por la f¨®rmula de las cadenas privadas, en su pertinaz pugna por robarse televidentes, en las que todo vale en pos de ese objetivo? ?Queremos una televisi¨®n p¨²blica salpimentada con programas similares a los de Gran Hermano, Aqu¨ª hay tomate, Salsa Rosa...? ?Qu¨¦ clase de televisi¨®n queremos, pues, pagar con nuestros impuestos?
La segunda es retomar una asignatura pendiente de la clase pol¨ªtica desde el consenso constitucional de 1978: la adjudicaci¨®n de representantes parlamentarios por circunscripci¨®n geogr¨¢fico-demogr¨¢fica. Los partidos entonces firmantes de la Carta Magna aceptaron la f¨®rmula seg¨²n la cual ser¨ªan los partidos pol¨ªticos quienes hab¨ªan de nombrar a los representantes de la poblaci¨®n seg¨²n el n¨²mero de esca?os a los que ten¨ªan derecho, de acuerdo con el n¨²mero global de votantes. El resultado de este acuerdo est¨¢ bien patente en la mente de todos: unos representantes parlamentarios totalmente desconectados con la realidad y los problemas de sus representados, una f¨¦rrea disciplina de partido que fuerza a aqu¨¦llos a acatar disposiciones y decretos que a veces no benefician o claramente perjudican a sus te¨®ricos representados, y un creciente desinter¨¦s del electorado por participar en la arena pol¨ªtica.
Iniciar un debate sobre las ventajas e inconvenientes de ambos modelos -el actual y el de la circunscripci¨®n geogr¨¢fico-demogr¨¢fica- solamente podr¨ªa redundar en beneficio de los ciudadanos en general y de la clase pol¨ªtica muy en particular. Ya que hemos hecho dejaci¨®n de nuestro protagonismo democr¨¢tico a favor de unos profesionales de la pol¨ªtica, al menos deber¨ªamos reducir la distancia entre ¨¦stos y los ciudadanos que les votan.
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