El vigilante vigilado
Hemos ido de los replicantes de Blade Runner a los infiltrados de A scanner darkly, de los a?os ochenta del siglo pasado a estos d¨ªas, dos novelas de Philip K. Dick (1928-1982); dos pel¨ªculas, la del ingl¨¦s Ridley Scott y la del americano Richard Linklater, de las im¨¢genes de la realidad a los dibujos animados electr¨®nicos. A scanner darkly, de 1977, se llama en espa?ol Una mirada a la oscuridad, traducci¨®n de C¨¦sar Terr¨®n para Acervo, o de Estela Guti¨¦rrez para Minotauro. Trata de drogas, drogados, traficantes y polic¨ªas en Los ?ngeles. La droga es una mala experiencia, dec¨ªa Philip K. Dick, que vivi¨® drogado antes de contarlo fidedignamente en una novela de ficci¨®n cient¨ªfica.
La droga de A scanner darkly es la sustancia "d", o "m", de death, muerte. Las autoridades encarcelan o matan a todo el que la venda o la tome. Un polic¨ªa secreta, Fred, compra y consume la sustancia para convivir entre toxic¨®manos a los que tiene que capturar. Fred es Bob Arctor en el mundo de los drogados, Keanu Reeves filmado y convertido despu¨¦s en dibujo, l¨ªneas y manchas de colores. Fred es un verdadero polic¨ªa, pero Bob es un drogadicto de verdad, medio novio de una traficante drogada. Fred, como polic¨ªa, debe informar sobre el drogado Bob Arctor, es decir, sobre s¨ª mismo. Si no informara, la polic¨ªa lo identificar¨ªa con el agente Fred, ultrasecreto, en Los ?ngeles, donde las bandas dedicadas a la droga quiz¨¢ controlen los aparatos represivos. Los polic¨ªas s¨®lo se presentan ante la polic¨ªa envueltos en membranas computerizadas que los convierten en masas difusas, irreconocibles para los suyos.
Las paradojas de Philip K. Dick son de un humor horripilante. Bob resulta el m¨¢s sospechoso de los sospechosos: maneja dinero que nadie sabe de d¨®nde sale, porque es el sueldo del polic¨ªa Fred. Va y viene misteriosamente (a la comisar¨ªa). A Fred se le encomienda la misi¨®n de seguirlo. La casa de Bob, o de Fred, es vigilada con holoc¨¢maras y micr¨®fonos. Para soportar la tensi¨®n, el polic¨ªa Fred tiene que aumentar la dosis de pastillas, y lo que m¨¢s teme un agente secreto antiadictos es volverse un adicto, seg¨²n el clich¨¦ del polic¨ªa que adquiere todas las taras de sus perseguidos para perseguirlos mejor. El polic¨ªa Fred sabr¨¢ qu¨¦ hacen las 24 horas del d¨ªa los que viven en su casa, tres amigos intoxicados, incluido ¨¦l mismo. "Observar¨¦ a mi propio yo", dice Fred, que examina cientos de cintas para ver lo que Bob ha hecho, con encargo espec¨ªfico de detenerlo cuanto antes. As¨ª descubre que habita una casa en ruinas, llena de la mugre propia de los drogadictos.
Los agentes secretos tienen que drogarse para cumplir con su deber. Fred, analizado por los inspectores m¨¦dicos, teme ser relevado de sus misiones: se le est¨¢ disgregando el cerebro. Quieren separarlo de Bob Arctor. El trabajo es insoportable, pero, si lo deja, otro recibir¨¢ el encargo de seguir a Bob, le tender¨¢ trampas, le meter¨¢ droga en la casa. Bob no ser¨¢ ya un sospechoso, sino un blanco para los francotiradores del FBI. Philip K. Dick pas¨® la vida alucinado, aterrorizado, real o supuestamente perseguido por el FBI, la CIA, Hacienda, el KGB, sus mujeres sucesivas. Viv¨ªa desdoblado qu¨ªmicamente, entre los estimulantes y los tranquilizantes. Sus polic¨ªas son tan invasores que en Minority Report, de Steven Spielberg, sobre un cuento de Dick, detienen a los que pecan de intenci¨®n o de pensamiento. Dick era cat¨®lico, duplicado en permanentes ex¨¢menes de conciencia, o desdoblado entre estimulantes y tranquilizantes, en la comuni¨®n de la droga, que no une, sino separa.
El agente secreto Fred ya es dos Bob, vigilado por Fred. Perseguido y perseguidor, vigilante y vigilado. Lo vuelvo a leer ahora, m¨¢s de veinte a?os despu¨¦s de la primera vez, cuando me entero de que la f¨¢bula de Dick se ha convertido en pel¨ªcula de dibujos, y me parece m¨¢s real que en los a?os ochenta. ?Qui¨¦n soy yo? ?Fred o Bob?, dice el polic¨ªa, y recuerdo a Paolo Fabbri citando a Pascal: "Esta duplicidad del hombre es tan visible que hay quienes han pensado que ten¨ªamos dos almas". Ahora Fred vigila a Bob como si no fuera Fred. Philip K. Dick hablaba de lo falso. El h¨¦roe de A scanner darkly es un falso drogadicto que es un verdadero drogadicto y dejar¨¢ de ser un verdadero polic¨ªa. Pero tambi¨¦n es cierto que el c¨ªrculo t¨®xico-policial que fabula Dick parece un homenaje a las c¨¦lulas terroristas formadas exclusivamente por agentes del orden que inventaba G. K. Chesterton.
Convertir en dibujos electr¨®nicos los movimientos de Keanu Reeves, Winona Ryder y Robert Downey Jr. a?ade un desdoblamiento m¨¢s, entre lo real y lo dibujado. La materia de las pel¨ªculas no es ya la realidad f¨ªsica, sino otras pel¨ªculas, los videojuegos, los tebeos, esas ficciones habituales que poco a poco sustituyen a la literatura, a las novelas. La obra maestra del nuevo g¨¦nero ha sido Sin City, del dibujante Frank Miller y Robert Rodr¨ªguez, con decorados virtuales y personajes deformados por un blanco y negro de p¨¢gina de c¨®mic, luces y vendas, momificados o heroificados en movimientos terribles.
Babelia
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