Suecia: el modelo revisitado
Pocos pa¨ªses excitan tanto el debate ideol¨®gico como Suecia. No por casualidad, su modelo es una de las banderas de la socialdemocracia. Si uno entra en cualquiera de los buscadores de la Red, se dar¨¢ cuenta de que los art¨ªculos cr¨ªticos con el modelo sueco superan a los favorables en una amplia proporci¨®n. Lo que significa que los conservadores est¨¢n movilizados contra el espejo sueco.
Lo que explicita la primera paradoja, pues el ambiente de las elecciones que se celebraron ayer no era precisamente de ebullici¨®n ideol¨®gica, sino de cansancio democr¨¢tico despu¨¦s de 12 a?os seguidos de Gobiernos socialdem¨®cratas (que han estado en el poder 65 de los ¨²ltimos 75 a?os). Lo m¨¢s sonoro lo ha declarado el primer ministro G?ran Persson, al extremar su posici¨®n respecto a la de la Alianza por Suecia, la coalici¨®n conservadora: "El mercado es un buen esclavo, pero un amo terrible". Buena consigna para buscar el voto de los indecisos.
En realidad, en estas elecciones no se ha discutido el esp¨ªritu del modelo sueco, sino las condiciones de su ajuste al marco de la globalizaci¨®n, la multiplicaci¨®n del n¨²mero de emigrantes (12% de los nueve millones de ciudadanos suecos) y el envejecimiento de la poblaci¨®n. Aunque la oposici¨®n ha planteado la bajada de impuestos, deber¨¢ tener en cuenta el refer¨¦ndum fallido de hace poco tiempo: ante las calificaciones de Suecia como "infierno fiscal", se estudi¨® la hip¨®tesis de una consulta a los ciudadanos, pero en ¨²ltima instancia se retir¨® porque en los sondeos se deduc¨ªa que una mayor¨ªa cualificada se manifestaba a favor de mantener los impuestos si era la condici¨®n necesaria para mejorar los servicios sociales.
La segunda paradoja tiene que ver con el desempleo. Hace tiempo que las pol¨ªticas econ¨®micas son capaces de soportar un porcentaje alto de paro, aunque no uno equivalente de inflaci¨®n. Los ciudadanos suecos se han dado la oportunidad de desalojar a un Gobierno socialdem¨®crata y sustituirlo por una coalici¨®n conservadora por una mala coyuntura real de paro, que no reflejan las estad¨ªsticas oficiales. Seg¨²n ¨¦stas, s¨®lo afecta a alrededor del 6% de la poblaci¨®n activa. Pero si a ese porcentaje se le une el de los ocupados en programas de formaci¨®n gubernamental, los obligados a jubilarse de modo anticipado, los estudiantes que contin¨²an haci¨¦ndolo porque no encuentran el trabajo que les gusta, o los empleados con bajas de larga duraci¨®n, el paro real podr¨ªa llegar a 1,5 millones de personas.
El resto del cuadro macroecon¨®mico es envidiable: un crecimiento del PIB del 5,5% en el segundo trimestre del a?o; 1,5% de inflaci¨®n; tipos de inter¨¦s del 2,75% (Suecia est¨¢ fuera, de forma voluntaria, del ¨¢rea euro), etc¨¦tera. Las propuestas de la Alianza por Suecia (privatizaciones, desregulaci¨®n de algunos sectores, reducci¨®n de los seguros de desempleo y de enfermedad, disminuci¨®n de la presi¨®n fiscal...) coinciden en parte con el contenido del libro de Mauricio Rojas (Suecia despu¨¦s del modelo sueco. Del Estado benefactor al Estado posibilitador), que tan alabado ha sido desde posiciones neoliberales (Mario Vargas Llosa, en estas mismas p¨¢ginas). Rojas es un chileno, miembro del Parlamento sueco por el Partido Liberal, que defiende que Suecia ha de transitar desde el viejo Estado benefactor -que quer¨ªa decidirlo y controlarlo todo- hacia un Estado posibilitador, que ofrezca la libre elecci¨®n de los ciudadanos en las materias b¨¢sicas del bienestar.
Con todas las dificultades, Suecia -y el resto de los pa¨ªses escandinavos- ha sabido conjugar un Estado de bienestar desarrollado con una sociedad de la informaci¨®n en la vanguardia del planeta, demostrando que es posible una econom¨ªa tecnol¨®gicamente avanzada con la equidad social. Como explica en sus textos el economista Vicen? Navarro, las intervenciones del Estado sueco han sido intensivas por la parte de la oferta y la producci¨®n, y no en el terreno de la demanda, el espacio tradicional de las pol¨ªticas keynesianas.
Tercera paradoja: Suecia tiene super¨¢vit p¨²blico.
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